Cultura

Música

El reconocimiento que siempre mereció Enrique Urquijo

Con el libro «Siempre hay un precio» y el DVD «Desde que no nos vemos» Los Secretos homenajean a su líder y genio de la música

Concierto en la Escuela de Caminos en 1982, con Álvaro Urquijo a la izda., Enrique en el centro, Javier a la dcha., y Pedro en la batería
Concierto en la Escuela de Caminos en 1982, con Álvaro Urquijo a la izda., Enrique en el centro, Javier a la dcha., y Pedro en la bateríaFamilia Urquijo

«La cabeza es incontrolable. Tantos meses sin consumir empezaban a hacer mella en Enrique, que en su fuero interno y de forma voluntaria ya había comenzado a idear un plan para gestionar el bajón que tarde o temprano llegaría». Lo escribe Álvaro Urquijo en «Siempre hay un precio» (Espasa), libro que narra la historia de Los Secretos jamás contada, «tal y como yo la he vivido». En este fragmento recuerda cuando su hermano, poco tiempo antes de morir, le hizo prometer que si le pasara algo cuidaría de su hija María. «Probablemente se dio cuenta, aunque demasiado tarde, de que la vida valía la pena vivirla».

Enrique Urquijo, músico, genio, icono, leyenda, apareció muerto un 17 de noviembre de 1999 en un portal de Malasaña, horas después de que pidiera el alta voluntaria en un centro de desintoxicación. Anécdota que todo amante de sus ritmos y movidas conoce, pero que ahora su hermano pequeño, Álvaro, ha aclarado en estas páginas. «Mi hermano tomaba Tranxilium, un ansiolítico derivado de la benzodiacepina. Por lo general, él tomaba un tercio. Aquella noche, tras fumar coca base, y después del subidón, debió tomar nueve o diez pastillas. Ni heroína ni alcohol. Ninguna jeringuilla clavada en el brazo como llegaron a decir algunos medios», relata el artista.

Pero no es solo ese trágico momento el que recoge el libro, sino la carrera de un grupo señalado por los altibajos, que supo arrasar durante la Movida Madrileña, que no cedió a la avalancha musical de finales de los 90 y cuyos éxitos aún perduran. «Hemos sido supervivientes a todo», explica Álvaro Urquijo, quien atiende junto a Ramón Arroyo (guitarra) y Jesús Redondo (teclados) a LA RAZÓN un 17 de noviembre. «Hemos superado cambios de moda, tecnológicos, crisis económicas, fallecimientos... La muerte es el mayor varapalo. Los Secretos vivimos en la idea de hacer feliz a la gente, es esa permeabilidad con el público lo que nos ha hecho sobrevivir».

De izda. a dcha., Jesús Redondo, Álvaro Urquijo y Ramón Arroyo, integrantes de Los Secretos
De izda. a dcha., Jesús Redondo, Álvaro Urquijo y Ramón Arroyo, integrantes de Los SecretosCristina BejaranoLa Razón

Lo afortunado de perdurar

Desde principios de los 80, Los Secretos no han dejado de estar a nuestro lado, con «Déjame», «Ojos de gata» o «La calle del olvido». Canciones que se mantienen en un tiempo tan fugaz y tan efímero, tan maltratado actualmente: «Ahora todo, si tiene más de dos meses, es viejo. Eso me hace pensar lo afortunados que somos, porque perdurar ahora cobra mucho más valor que antiguamente», explica Urquijo. De hecho, añade, «te das cuenta cómo bajo esa membrana de lo comercial, donde lo que más interesa con los likes y los clicks, hay una segunda capa en la que la sensibilidad, el cariño, la ternura, la receptividad, la inocencia y la libertad de elección triunfan. Hay un lugar para nuestra música, un lenguaje de padres a hijos, algo precioso, pero que mi hermano no vivió». Arroyo afirma que «es un clásico español reconocer después de morir, y eso es lo que le pasó a Enrique». «Tenga por seguro –añade Urquijo– que mi hermano no tuvo la valoración merecida en vida, por eso insistimos tanto en que se le reconozca».

Enrique Urquijo, tras él su hermano Álvaro, en 1982
Enrique Urquijo, tras él su hermano Álvaro, en 1982Familia Urquijo

Además de dedicarle las más de 300 páginas del libro, lanzan «Desde que no nos vemos», álbum en conmemoración del vigésimo aniversario del fallecimiento del líder del grupo. «Nunca nos cansaremos de hacer homenajes a mi hermano», prosigue, «es uno de los compositores que más durabilidad han tenido sus canciones, más sensibilidad ha transmitido a distintas generaciones, y nos sentimos orgullosos de formar parte de la historia de la música de este país, queremos que se le recuerde, no sería justo de otra manera».

Un homenaje a Enrique supone, por tanto, un gran reconocimiento a nuestra música, cuyo panorama, para Los Secretos, ha cambiado: «La rentabilidad de las cosas se ha vuelto prioritaria y las compañías de discos están en manos de gente que no era como antes, cuando les gustaba la música», opina Arroyo. «Ahora los estudios de grabación se han desmantelado, y los productores trabajan por cuatro perras, algo está fallando», continúa Urquijo, «no es rentable ni ser compositor ni autor de discos». Para el cantante, «esto tendría que cambiar en el futuro, que hubiera un poco de justicia digital, que hubiera actitud política, y no me refiero a nuestro Gobierno, sino generar en el planeta el proteccionismo de la cultura, porque de lo intangible se puede sacar mucho beneficio. La política no lo es todo, la ideología no da de comer, no construye bienestar. La cultura y la ciencia han aportado a la humanidad muchísimo más que las técnicas políticas», concluye.

Grupo musical Los Secretos. Alvaro Urquijo, Ramón Arroyo y Jesús Redondo.
Grupo musical Los Secretos. Alvaro Urquijo, Ramón Arroyo y Jesús Redondo.Cristina BejaranoLa Razón
Un momento histórico y entre amigos
A finales de 2019, se celebró en Madrid un concierto entre amigos, «donde la gente que vino a cantar lo hacía por cariño y por respeto a Enrique, todos actuamos gratis», dice Álvaro Urquijo. «Vinieron más de 25 personas que tienen quizá más importancia que Los Secretos, y lo que vivimos en aquel concierto ahora lo trasladamos a un DVD», que titulan «Desde que no nos vemos». Manolo García, Rozalén, Coque Malla, Andrés Suárez, Alejo Stivel, Jorge Marazu o Miguel Ríos son algunos de los que vivieron ese momento musicalmente histórico.