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Entrevista
Loquillo: "Pienso en la muerte sin derrumbarme ni hacerme la víctima"
Publica «Corazones legendarios», un trabajo de colaboraciones con 23 grandes de la música en español

Está, parece, esculpido en piedra. Duro y serio. Loquillo es inalterable, firme en sus ideas, un hombre de convicciones. De principios hasta en el vestir, por supuesto, cuando llega a la entrevista de negro riguroso, aunque le bastan diez segundos para preguntar por las Adidas del periodista: «¿Son las Epi?». El Clot, el rock, el básquet están impresos en la piel de José María Sanz Beltrán (Barcelona, 1960) como el tatuaje del escudo de la ciudad de Barcelona. Gustos y opiniones firmes que han dado forma a un personaje legendario por el que no parecen transcurrir los años. Pero lo hacen. Recientes problemas de salud han cambiado las cosas y la idea de la muerte cruza con rutina la frente de mármol del rock español. Ahora publica «Corazones legendarios», un doble álbum con colaboraciones de J (Los Planetas), Manolo García, Andrés Calamaro, Bunbury, Raphael...
Define el disco como una película de su vida.
Es una superproducción de las antiguas. Yo venía de dos años de teatro, de poesía contemporánea en mi espectáculo, y necesitaba la reconvención. Cuando me quemé del rock español me refugié en la poesía. Aprendo, arriesgo, y dar ese paso es difícil, pero volver al rock es facilísimo. No es contención, que castiga mucho más. Sino explosión. Necesitaba volver al rock español y me rondaba la idea de guionizar mi vida a través de las canciones y que una serie de actores hicieran cada parte.
¿Y qué piensa de su legado musical?
Creo que he trabajado muchísimo. No sé si tengo 34 o 35 discos, hace tiempo que perdí la cuenta. Los que salen en este disco han tenido vinculación conmigo, no son sugerencias de la compañía. El único que no es Raphael, que está en el disco porque tuve la audacia de llamarle. Todos tienen una historia conmigo o alguna aventura. Si no hubiera sido por Manolo García, los Trogloditas nunca habrían ganado un single. Porque ellos hicieron una compañía que se llamaba Discos Criminales que se fue al garete en cuatro meses, pero en ese tiempo grabamos nuestro primer single, «Vaqueros del espacio».
Hay alguna muy llamativa, como «El ritmo del garaje», con J, o «Sonríe», con Hinds.
Esa canción estaba pensada para una voz femenina. Y ellas me habían propuesto cantar con ellas, me habían buscado y se lo debía. Están cargadas de vida y de energía positiva, y van a ser muy grandes porque están preparadas paras el éxito masivo. Lo tengo clarísimo. Lo huelo, y de esto entiendo.
Hablando del olfato, ¿cuál es el poder de sus canciones, qué las hace diferentes?
Hay una parte de ellas que son el personaje. Un personaje que gana con el tiempo. Creo que al personaje se le tiene que notar la vida en la cara. Y eso gana cada vez más. Las huellas, el paso del tiempo. Y la identificación que cada uno hace de ellas. Te sorprendería lo que la gente puede pensar de canciones que para ellos son una cosa y para mí, otra. Son atemporales, pueden escucharse en épocas diferentes. Por eso han traspasado el tiempo y vuelven a aparecer en una serie de TV, un anuncio, un grupo que las canta... he perdido la cuenta de las bandas tributo que hay de Loquillo en este país.
¿Cómo le ayudan?
Es emocionante que las canciones sirvan para ayudarte a salir de los peores momentos. El rock salva almas. A mí me ha salvado de muchas cosas. Cuando me operaron por primera vez y salió Springsteen y cantó «No Surrender», yo estaba con Sabino Méndez al lado. Fue increíble, muy fuerte. El poder curativo de la música es absoluto. Y entro en el momento de la vida que hay que aprender de la madurez y tener claro cómo van a ser los momentos que vienen.
¿Y qué piensa de eso?
Tenemos que darnos cuenta de que vamos a ver desaparecer nuestros ídolos. Segundo, preservar el legado, cosa que en España no hay. Ves el respeto que hay en Francia, Italia o Inglaterra... pero aquí desde Micky y los Tonys a Lone Star, Los Sírex, Salvajes, Cheyenes... ¿vais a dejarlos sin un homenaje como Dios manda y un lugar donde se recoja el desarrollo de su obra y lo que significaron? ¿Por qué el rock ha sido tan maltratado? España es más que los cantautores. Solo Serrat, ¿y Aute, qué? Es una cuestión de educación. No tenemos aprobado el Estatuto del Artista ni la Ley de la Inteligencia Artificial, ¿qué hace el señor ministro? Si no amamos nuestra cultura no amamos la educación. Un país con educación es un país que evita los extremismos.
¿La cultura es una amenaza?
Igual he leído a Ibsen y es peligroso. O el libro que tenía mi padre que era «Farenheit 451», que me daba miedo su portada hasta que lo leí. Todo eso te crea una conciencia. Estoy asombrado de ver hacia dónde vamos. Esta película ya la he visto. Es aterradora.
¿Qué siente que le queda por hacer o conseguir?
Soy consciente de varias cosas. Que he dicho que no a muchas cosas. Si Gay Mercader, cuando era mi manager, no se planta ante una emisora de radio para decir que me niego a ceder los derechos de autor, seguiría sonando en las emisoras comerciales. Pero en 1993 él se plantó. Si hubiera pactado la cesión de royalties para mi lanzamiento en América, se me habrían abierto las puertas con cierta censura en países americanos. Pero dije que no. Si no hubiera sido crítico con la situación de mi alrededor sería un artista bienqueda. Soy consciente de todo eso y lo asumo. No te diré que clamo por un reconocimiento. Me emocionó el Premio «Gigantes» de baloncesto o el de la lealtad republicana. Pero todos sabemos cómo es este negocio. Lo que prima es el dinero. Si lo sabes, vas más tranquilo.
No espera nada, un reconocimiento.
Me lo da el público. Yo sigo teniendo hambre, este es un negocio de piel. De vida. Aquí se ríe, se grita y se insulta. Esa es la realidad. Los «bienquedas» no son la realidad. Los que ponen la misma sonrisa a todo el mundo. Y yo nunca he sido ese tipo de artista. En Barcelona me dieron la Medalla de Oro de las Bellas artes. Fue emocionante porque me acordaba de mi padre. Te la da el Gobierno y te la entrega el Rey. Y luego tenía que dar el discurso en nombre de los premiados. Fue un momento difícil para mí, como hijo de republicano. Pero el «Jefe» fue muy hábil. Me dio la mano. He intentado huir de los sitios oficiales, me cuesta ir. Siempre hay alguien que quiere manipular eso. Yo respeto a los representantes de los ciudadanos pero a veces se han hecho utilizaciones muy fraudulentas, con mucha mala baba.
¿Piensa en la muerte?
Convivo con ella desde hace muchísimos años por temas familiares. Soy hijo único y he visto lo que hacía con mi padre, mi madre y mi tía. Son enfermedades muy heavys, muy duras, y la hemos tenido también en casa. Yo sé muy bien lo rápido que va todo y cómo se va al carajo. Lo sé, y cuando te sucede a ti piensas en las personas que has tenido al lado o que tienes y cuál es su actitud, cómo reaccionan. Y así me fijo en su capacidad de resistencia. Son el ejemplo que sigo, lo que no hago es derrumbarme ni hacerme la víctima, porque mi padre estuvo en la Guerra Civil y fue estibador y se retiró con 55 años porque no podía con su alma. Esa palabra no la entiendo. Éramos cinco personas en 47 metros cuadrados. No me quejo de nada, le doy gracias a la vida.
¿No tiene miedo?
¿Miedo? Siempre se tiene, no por ti, sino por lo que dejas y las consecuencias para ellos. Yo llevo un tiempo con muy malas noticias de amigos míos y no es que te haga pensar en la muerte, es que está aquí. Uno me decía: «Miraré de frente». El otro día recordábamos cómo íbamos hasta ocho en un coche a las seis de la mañana y nadie pensaba en una mierda. Ahora es distinto. Te ríes de los que quieren acumular y acumular. Piensas en las giras. En que te pase como me pasó a mí, que llegas a la habitación de un hotel después de un concierto y todo se pone en blanco y te caes. Yo tuve la suerte de caer en la cama. Y de que me vinieron a ver justo en ese momento y que la intervención fuera rápida en una situación muy grave. Yo desde hace mucho tiempo pienso en ello. No es que piense en la muerte, es que es una realidad con la que tengo que jugar. Estar aquí es como tener otra jugada.
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