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Selvático animal

Vicente Calderón: «En todos lados parece haber mucha desesperanza con la política»

El grupo madrileño de rock, que se caracteriza por el tono irónico y provocador de sus letras, ofrece conciertos mientras prepara su segundo disco

Entrevista al grupo Vicente Calderón
Rafi, Elena, Iker, Julián y Ángela, de izquierda a derechaDavid JarFotógrafos

Vicente Calderón se formó como banda en 2022 y a principios de este año, tras la publicación de varios sencillos, lanzaron su primer disco largo, «Vicente Calderón», compuesto de diez canciones cuyos textos aúnan sentido del humor y crítica social con un sonido rock que bebe de clásicos diversos. Ellos son Julián (voz solista y seguidor, irónicamente, del Real Madrid), Rafi (bajo), Ángela (guitarra y segunda voz), Elena (batería) e Iker (guitarra). Este jueves actuarán en la inauguración de la remodelada FNAC de Callao; el viernes estarán en el festival Indyspensable (Villaverde, Madrid) y el 2 de octubre en la sala Razzmatazz de Barcelona. «Dinero, droga, documentación» se titula una de sus canciones más escuchadas en Spotify. Les digo que ahí me falta una «s» de sexo y, quizá, también una «a» de amor, «Dinero, droga, documentación, S. A.»: «Pues la verdad es que sí se podrían añadir esas dos palabras –señala Rafi, el bajista– y ya sería como el ciclo de la vida. Esa canción habla de una historia real, un señor de Valladolid que siempre salía de casa con esas tres cosas, dinero, droga y documentación, las únicas que necesitaba para sobrevivir y salir de fiesta. Sí le puedes añadir esas dos letras, S. A., porque entiendo que también formaban parte de su noche y de su vida». No opina así Julián, el cantante y letrista: «Para ese señor lo más importante era el dinero, la droga y la documentación, en ningún momento veía más allá de eso y no creo que quisiera ampliar la ecuación. ¿Que si yo la ampliaría? Bueno, depende del día, la verdad. Si me siento cómodo y me apetece, sí, y si no, pues no». En la nota de prensa que distribuye el sello que ha publicado su disco, Subterfuge, hablan de «parodia» y «sátira», de «ironía» y «sarcasmo», de «extravagancia, esoterismo y diversión», lo cual hace pensar más en una banda de cómicos que de músicos. Les pregunto hasta qué punto van en serio como grupo más allá del modo en que cuentan las cosas: «Hay canciones que están tomadas de historias más cómicas y exageradas, es verdad –explica Julián–, como esa canción de la que hablábamos, “Dinero, droga, documentación”. Pero también tenemos un discurso que tiene que ver con la defensa de nuestros principios, como por ejemplo en “Costa Marrón”, donde hablamos de la vivienda. Y aunque también lo hacemos desde la sátira, es una crítica a lo que tenemos que vivir los jóvenes. Y en “Himno de las flores” o “Amigos tengo” hablamos de los valores de uno mismo y de cómo te puedes sentir en relación a otra persona, un poco más del amor». Rafi ratifica la intención de la banda de pervivir en la escena musical: «Aunque la manera en la que transmitimos muchas veces sea cómica o con ironía, el trasfondo siempre es serio y nuestras intenciones también, por supuesto que sí». En sus letras hay una crítica social evidente y hablan, entre otros asuntos, del problema que supone acceder a una vivienda. Ninguno de ellos ha empezado a pagar aún un piso y viven de alquiler: Rafi y Julián junto a otro amigo, y el resto también comparte piso: «Si no es imposible –afirma Rafi–. Te tienes que buscar la vida y tener suerte para encontrar algo. Pero, al menos, todos podemos pagar nuestros alquileres». Esto nos lleva a hablar de los políticos, y ellos se suman a la corriente de desafección política que hay ahora mismo: «Hay que estar implicado políticamente, claro –dice Ángela–, pero es verdad que, últimamente, mires por donde mires, y aunque algunos son mucho peores que otros, en todos lados parece que hay mucha desesperanza con la política». ¿Se sienten defraudados? Interviene Julián: «En Madrid sí, cien por cien. En toda la Comunidad de Madrid me siento completamente decepcionado con la gestión política que hay. No sé qué pasará en otras comunidades autónomas». Lo apoya Rafi: «Yo sí me siento defraudado con toda la clase política, y en Madrid, como ha dicho Julián, tanto con la Comunidad como con el Ayuntamiento. Pero es que mires donde mires la gestión es mala y nadie, ningún político, aprueba».

«Aunque la manera en la que transmitimos muchas veces sea cómica, el trasfondo siempre es serio y nuestras intenciones también»

Nueva escena de rock

En cuanto al sonido, más allá del rock es difícil asignarles una etiqueta: alguna canción suena a rock and roll de los 50, otras son muy punk, de pronto te viene un ramalazo de Los Nikis... Les pregunto cuáles son sus referencias aparte de Blur, que es el grupo que cita su discográfica: «Hay distintas referencias a lo largo de todo lo que hemos compuesto, porque ha sido lo que hemos idolatrado en cada momento –sostiene Ángela–. Cuando Julián y yo empezamos a componer sonaba como más surfero porque estábamos más en ese estilo, en los Beach Boys. También hubo una temporada en que nos gustaba mucho Parálisis Permanente, y luego hemos ido cambiando al britpop… Somos cinco y tenemos referencias diferentes, por eso cogemos un poco de cada cosa y época y vamos componiendo un poco más «planetero», más rock, más surf, y vamos convergiendo un poco», algo en lo que coincide Iker: «De cara al nuevo disco estamos experimentando otras maneras de componer, pero casi todo el primer disco surgió en el local. Y es lo que dice Ángela, cada uno hemos mamado desde pequeños un montón de música diferente y, al final, tienes un poco de Extremoduro, un poco de Blur, un poco de los Beach Boys, y cuando estás en el local todo eso te sale instintivamente».

«Cada uno hemos mamado desde pequeños un montón de música diferente y, al final, tienes un poco de Extremoduro, de Blur, de los Beach Boys»

Ellos forman parte de una nueva escena de rock que está cobrando fuerza en España, algo que Ángela matiza: «Creo que no ha surgido una nueva escena, sino que se ha ido manteniendo. Quizá ahora la gente, por las redes sociales, es más consciente de que existe y entonces parece que es más grande que antes, pero siempre ha habido una escena, no se ha ido nunca». Rafi matiza: «Creo que sí que hay una evolución, porque en los 2000 Love of Lesbian y ese tipo de grupos, que igual no es tan rock, es más pop/rock, empezaron a cantar en inglés porque veníamos de eso, del predominio anglosajón. Ahora está mucho más democratizado el cantar en español y que haya rock en español desde el principio». Julián habla de una nueva escena de rock en Madrid: «Nosotros estamos bebiendo un poco de la época de la Movida madrileña, de Loquillo, Alaska, Golpes Bajos. Un movimiento que nace en contra de cantar en inglés. Y, claramente ha surgido una nueva escena madrileña de rock alternativo chulísimo», concluye.

NO A (CASI) TODO

PorJavier Menéndez Flores

Y resulta que la vida no os deja vivir: pisos inalcanzables, ciudades homicidas, sexo frente al ordenador, políticos que os mienten como un ejército de Pinochos y, al tiempo que os juran el paraíso, os guindan la cartera, y no os queda otra que ganaros el sustento 24/7 aprendiendo a dar triples saltos mortales sobre el alambre más alto. Así, de esa estruendosa manera, como quien debe vadear minas antipersona cada dos pasos, es como el «no hay futuro» que clamaban los Sex Pistols se convierte en la banda sonora de esa generación cuyos miembros aún no han cumplido los treinta.

No hay modo de recordar por qué Calderón de la Barca pasó a ser Vicente Calderón –cosas del alcohol y de esas chicas que de tanto mirarlas te provocan un descarrilamiento de las neuronas–, pero lo único cierto es que son mayores la guasa con mensaje y el amor al rocanrol que la afición al fútbol. Y un día os levantáis en las playas californianas de los sesenta y sentís buenas vibraciones; otro, amanecéis en el Mánchester de los nacientes noventa y veis cómo Blur, Oasis y Pulp sacan de los cajones a los Beatles y a Marc Bolan, y otro aparecéis en el Madrid desmelenadísimo de la Movida, donde el único plan de pensiones posible era apurar hasta la última gota de sangre de cada instante.

En el barrio de Covaresa, periferia civilizada de Valladolid, Ángela se fue alejando de Dios por obra y gracia del colegio Apostolado, pero a cambio descubrió que el cielo te podía entrar por los oídos y agarró el bajo de Gerardo y echó a volar. El caso es que la hija de Marola lleva tatuado en el corazón «God only knows» y se estremece con un tal Camarón.

Qué fácil era imaginarse en la luna, Julián, como un astronauta extraviado, cada vez que pisabas las aulas del Liceo San Pablo, allá en la Vereda de los Estudiantes de Leganés. Entonces la música era algo extraterrestre, pero hace tres años todo cambió felizmente, igual que si hubieras tenido una revelación, y decidiste fabricarte un mundo en algún lugar entre «A day in the life» y «Malos tiempos para la lírica».

Cada vez que Iker escuchaba a Extremoduro en el breve O Couto, comenzaba a salivar y fantaseaba con una existencia ligada a la música. Y la llegada a Madrid para estudiar Musicología supuso el germen de esta aventura. Sabes bien que nadie susurra «In a sentimental mood» como lo hacía Ella Fitzgerald y que Métrika hace trizas todos los manuales del decoro en «Toto de loca» (perra, pon la boca).

En Roquetas de Mar los rascacielos tan solo existen en la imaginación, pero cuando a Elena le apuntaron a música y vio a toda esa gente dando golpes supo que ahí, detrás de una batería, tal vez pudiera ver la ciudad desde arriba. De todas las historias que le han contado, se queda con la de ese hombre que se mira en el espejo en la canción de Michael Jackson.

Rafi nació en Pamplona porque en algún sitio hay que nacer, pero fue en Vimbuch, cerca de la frontera con Francia, donde aprendió a escupir sus primeros tacos en alemán. Y cuando en la pandemia los días se volvieron infinitos, descubrió que apoyado en cuatro cuerdas podía llegar a donde quisiera. A veces baila solo el «Slow show» de The National y sonríe.

Dios los cría por separado y ellos solitos se encuentran. Nada es comparable a observar los cientos de flores que hay en tu jardín, y por eso te juro que siempre echaré los balones dentro.