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María Toledo: «Me gusta cantar flamenco con una chupa de cuero»

Presenta «Magnética» en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid. Un disco por el que ha sido nominada a los Latin Grammy

María Toledo: «Me gusta cantar flamenco con una chupa de cuero»
María Toledo: «Me gusta cantar flamenco con una chupa de cuero»larazon

Presenta «Magnética» en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid. Un disco por el que ha sido nominada a los Latin Grammy

Ni nació en Andalucía, ni canta con flores o lunares. María Toledo es una flamenca valiente y diferente que se arranca por soleares luciendo un vestido corto o unos leggins. Pionera al acompañarse ella misma al piano, este año ha vuelto a ser nominada en dos categorías a los Latin Grammy. No sabe vivir de puntillas y le gustan los toros, pero si la intentan torear «me vengo arriba en banderillas». Mañana presenta en Madrid «Magnética», un disco en el que rinde tributo a quienes más han influido en su carrera tras sentirse imantada por el carácter de Camarón, la personalidad de Rocío Jurado o la modernidad de Las Grecas.

–Cantaora y pianista... ¿O es viceversa?

–Cantaora y pianista.

–¿Por qué «Magnética»?

–Es un trabajo en el que versiono a los artistas que han influido en mi vida para ser la flamenca que soy. Todos ellos tienen un punto de revolucionarios. El nombre se debe al imán que provocaron en mí Camarón de la Isla, Rocío Jurado y Enrique Morente, entre otros.

–Usted también es una revolucionaria.

–Sí. Cantar soleás con un piano y unos leggings o con un vestido corto no es muy típico. Me gusta cantar flamenco con una chupa de cuero y tachuelas en vez de con un mantón de manila.

–De Toledo. Ni gitana, ni andaluza. Pero sí flamenca.

–Ser flamenca es una forma de vida, no una manera de vestir. El lugar de nacimiento no debe condicionarte. Se puede ser flamenca habiendo nacido en Japón. Todo depende de la actitud. En el flamenco queda mucho por hacer, hay que seguir inventando, porque si no sería un aburrimiento.

–¿Una rubia de tez morena?

–En verano me da mucho el sol, pero soy muy blanca (risas).

–La crítica dice que es una plena verdad del cante flamenco...

–Cuando se fijan en el cante ven la verdad que hay. No tienen más remedio que tragar.

–¿Más teclas de piano y menos cuerdas de guitarra?

–Ahora más que nunca se están utilizando instrumentos atípicos, y el flamenco adopta esos nuevos sonidos, con los que evoluciona mucho.

–¿Ya no va a ser la loca que con los sueños se pierde y con poco se enamora?

–Ya tengo pleno amor. Las mujeres, si nos dan cariño, somos muy agradecidas.

–¿Y cuando se enamore locamente?

–Siempre me enamoro locamente. No sé vivir de puntillas. Soy de pisar de verdad. En todas las profesiones hay que dejarse el alma.

–¿Cuántas veces le han dicho: María, si tú me quisieras qué feliz sería?

–(Risas) Muchas. Pero sólo lo he escuchado de forma profunda una vez.

–Vive a su manera y que digan lo que quieran...

–Así es. Lo más importante es hacer lo que realmente se siente. Y ser auténticos.

–¿Todo es de color?

–En estos momentos, para mí, sí. Aunque, por desgracia, hay personas a las que el destino les podría poner un poco más de color en su vida.

–Lleva las uñas rojas.

–Siempre. No veas qué sacrificio, porque con nada que se rocen se pican. Las llevo así por rebeldía, ya que en el conservatorio no podía. Y cuando quiero algo lucho hasta que lo consigo. El «no» no entra en mis planes.

–Licenciada en Derecho. ¿Cuáles son las leyes de la música?

–En la música no hay leyes. Bueno, sí. Ser uno mismo y no copiar. Reinventarse y seguir creciendo cada día. La música te alivia el alma y te cura.

–¿Y del flamenco?

–Las leyes son para el Derecho. A mí no me aplican ninguna.

–A ver si la van a enjuiciar...

–Que me metan en la cárcel, aunque voy a seguir cantando como quiero.

–El flamenco es marca España, pero...

–Parece mentira que se lo tenga tan poco en cuenta. En el extranjero te hacen la ola cuando cantas flamenco.

–¿Tiene en nuestro país los micrófonos cerrados?

–Bastante. Y ya los podrían abrir. Nosotros no podemos meter goles cantando temas de los Beatles, pero en el flamenco sí. No hay nadie que cante mejor que Camarón de la Isla. Y ése era español.

–¡Qué voz!

–Lo escucho todos los días. No va a nacer nadie con esa fuerza.

–¿Nunca caducará?

–Cuando escuchas un disco de Camarón parece que lo grabó ayer. No sé cómo tiene esa capacidad. Aunque esté grabado hace tiempo, conserva ese sabor de nuevo.

–¿Quiénes son los mejores artistas con los que ha actuado?

–No hay mejores artistas. Hay gente con mucho nombre, que se lo curran y llegan al público, pero, de verdad, no creo que sean mejores que otros que están en sus casas.

–¿Con quién le hubiera gustado cantar?

–Hacer coros a Camarón habría sido un sueño.

–¿Canta en la ducha?

–Poco. Canto más en el coche, que tiene mejor sonido.

–¿Y si le tocan las palmas?

–Si las tocan bien, me pongo a cantar por bulerías.

–Le gustan los toros, pero si la intentan torear...

–Me vengo arriba en banderillas. Soy una mujer con carácter y un poco inaguantable, te lo confieso. Es cierto. No soporto a la gente pavisosa. Prefiero a los que se ven venir.

–¿A portagayola?

–Sí, soy muy de portagayola. Me gustan los toreros valientes que se la juegan cada tarde.

–¿Por qué cambiaría su piano?

–Por un abrazo de mis padres. Lo empecé a tocar cuando tenía 8 años, y siempre voy cargada con mi teclado.