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Maverick: «Cocino unas paellas y fideuás estupendas»

Maverick / Cantante. Es la encarnación del fenómeno fan y no puede salir a la calle sin que le pidan un «selfie». Acaba de publicar «El cielo con las manos», en el que cuenta sus 20 años de vida

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Tiene la voz suave y habla sabiendo bien lo que dice, lo que en este mundo de prisas, carreras y jóvenes talentos musicales que duran lo que la espuma de una cerveza en un vaso es digno de alabar. Maverick López, que así se llama este joven de 20 años, acaba de publicar un esbozo de su vida, dos décadas intensamente vividas. Se dio a conocer en «La Voz». Amadrinado por Laura Pausini. Después puso rumbo a Eurovisión y, aunque no fue elegido, le sirvió para hacerse callo. En «El cielo con las manos» (Alfaguara) se desnuda, en el buen sentido, y para deleite de sus fans entreabre la puerta a su vida más íntima.

–Un libro a los 20 años. ¿No le da vértigo?

–Me pareció una idea maravillosa poder contar mi propia historia en forma de libro, de manera natural y espontánea. A veces no me creo que en tan poco tiempo me hayan pasado tal cantidad de cosas. Mi vida ha cambiado en los último cuatro años. Y es muy fuerte. Esto es un regalo.

–En el libro la presencia de su familia es constante. ¿Están tan unidos como cuenta?

–Sí, lo estamos, siempre ha sido así. Ellos, mi padre y mi madre, se han esforzado muchísimo y hecho un montón de sacrificios para que tanto mi hermana como yo pudiéramos cumplir nuestros deseos, ella en la interpretación y yo en la música. Lo que yo estoy haciendo ahora es tratar de devolverles algo, una pequeña parte. Qué menos que ayudarles.

–Dice que su vida ha dado un giro copernicano en los últimos cuatro años. Cuéntenoslo.

–Bueno, siempre he sido un soñador. Y a lo grande, que si sueñas es mejor hacerlo así. Lo que no podía imaginarme es que en un tiempo tan corto me iba a pasar todo esto y podría cumplir mis objetivos. Pensaba: «Si algún día pudiera ir a Madrid y vivir allí...». Y de repente llego desde mi pueblo, Vinaroz, aquí. «No me está pasando», me digo, pero es la realidad. A veces me cuesta asimilarlo.

–Llamándose Maverick resuelve el problema de tener que buscar un nombre artístico.

–Sí, soy consciente de que es muy peculiar y, que yo sepa, sólo hay otro chico en España que se llame igual, Maverick Viñales. Al que me encantaría, por cierto, conocer.

–Cuenta algunas intimidades muy curiosas, como por ejemplo, que no hay nadie que se atreva a tocarle el pelo en el sentido literal de la expresión. Vamos, que se lo corta usted.

–Sí, así es. Desde que una vez tuve una mala experiencia y me dejaron fatal en la peluquería no he vuelto. Se lo corto a mi padre y me lo corto yo. Nadie me toca la cabeza. Cuido bastante mi imagen. Lo que la gente ve, la apariencia, es con lo que se queda.

–Podría también ganarse la vida, además de como estilista, como cocinero.

–Soy bueno. Hacer paellas y fideuás me encanta. Lo he aprendido de mi padre, que me enseñó.

–Sus canciones se enmarcan dentro del pop. No sé si le gustaría cambiar y probar otros estilo.

–Claro, uno latino o pop más internacional y creo que en el futuro voy a ir por ahí. Y cantar algún tema en inglés, eso me encantaría. Pero poco a poco, cada cosa requiere su tiempo, ya estamos haciendo alguna prueba.

–¿En qué trabaja ahora?

–Estamos preparando el segundo single, una versión especial del tema «Si tú estás conmigo», que creo que va a pegar fuerte este verano. Haremos gira en julio y agosto y aprovecharé algún día para recargar pilas en Vinaroz.

–No sé cómo llevará el fenómeno fan, con la legión de jóvenes que le siguen.

–Me debo a la gente que está detrás de mí y me apoya. Les sigo en las redes, pero hay que tener cuidado porque se pueden llegar a obsesionar contigo y eso, como cualquier fijación, no es bueno. Yo siempre veo el apoyo y el estímulo que recibo de ellos como algo positivo. Por ejemplo, el caso de la joven cantante a la que han asesinado a tiros me ha impactado muchísimo, es tremendo.

–Capítulo Eurovisión. ¿Se quedó satisfecho de su participación?

–Aprendí una barbaridad y la verdad es que me quedé con ganas de más. Quizá con otro estilo habría llegado más lejos, pero la canción estaba muy bien. Veremos qué pasa en el futuro. Era una balada con personalidad.

–Dice que le gusta soñar. ¿Tiene los pies en el suelo?

–Sí, bien asentados. Todo lo que he vivido no lo puedo olvidar. Cuando veo a jóvenes que están empezando y se muestran nerviosos, me veo reflejado porque a mí me ha sucedido hace muy poco. Yo sigo luchando. Si puedo servir como inspiración, bienvenido sea. Ésta es una profesión muy bonita que tiene un punto de magia, es como vivir en otra dimensión. Cada día tienes que estar dispuesto a aprender y a no dar pasos en falso.

–¿Echa de menos salir a dar una vuelta sin que le asedien o ir al cine sin gafas oscuras tras las que parapetarse?

–La vida anónima ahora es casi imposible.

–Cuenta una anécdota muy divertida, cuando le reconocieron de madrugada al tirar la basura.

–Fue tal como lo cuento. Era la una y media. No las tenía todas conmigo, pero mi madre me insistió. Además, iba en pijama. Cuando escuché que se querían hacer una foto conmigo me dije: «Ya la hemos liado». Menuda carrera me pegué. Intento hacer las cosas que hacía, pero siempre hay alguien que me para, me reconoce, y no me incomoda porque la gente se acerca con mucha educación. ¿Qué menos que hacerte una foto? Aunque a veces, cuando estás junto a tu familia en una comida e intentan romper ese momento...

El lector

Confiesa que no es muy amigo de la lectura, aunque tiene un libro de cabecera que relee, «El secreto». «Me entero de la actualidad por internet, mediante el móvil y gracias a las redes sociales, aunque creo que es necesario leer los periódicos para estar enterado de lo que pasa en el mundo», asegura.