Viva Suecia hace el amor ante 16.073 personas
La banda murciana ofreció ayer en el Wizink Center de Madrid un emotivo espectáculo que funcionó como la guinda del éxito brindado por "El amor de la clase que sea", su último álbum
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Quizá no hayan pegado ojo esta última semana. Aún quedaban unos meses cuando Viva Suecia -Rafa Val (voz), Fernando Campillo (batería), Jess Fabric (bajo) y Alberto Cantúa (guitarra)- confesaban a este diario que los nervios antes de un concierto, por muchos que se hagan, no se esfuman. Son conscientes, después de una década sin parar de tocar, de cada detalle: "Son personas que han comprado una entrada, que han reservado hoteles o que tienen ese plan como uno de los más importantes de sus trimestres", valoran. Y los nervios crecieron teniendo en cuenta que ayer fue la primera vez que la banda se ponía ante más 15.000 personas -16.073, especificó Val-, en un concierto exclusivo, y con entradas agotadas desde hace cuatro meses. Llegó el día: Viva Suecia llenó el Wizink Center de Madrid, y con los ojos bien abiertos, de sincero impacto, hubieran o no dormido la noche anterior. El concierto funcionó como colofón a uno de los proyectos de mayor éxito del panorama musical español en los últimos años, y el más importante para Viva Suecia. Quizá no fueran conscientes cuando lanzaron "El amor de la clase que sea" que iba a ser el disco que lo cambiaría todo. Pero así ha sido: canciones como "El bien", "El rey desnudo" o "No hemos aprendido nada" han significado un antes y un después para los murcianos, y ayer así lo celebraron.
Val define el directo como "un acto de catarsis total". Fue, efectivamente, un concierto liberador: la música inundó el Wizink con litros y litros de ritmos medidos, guitarras desatadas y letras que remueven, de esas que realmente calan y cambian algo por dentro. Dejaron una huella profunda. Pues si algo define a "El amor de la clase que sea" es que cada una de las 11 canciones que lo componen funcionan como una meditada declaración de intenciones. El disco fue el resultado de una época convulsa para la banda: la pandemia cortó una de sus giras más exitosas, hubo ciertos problemas con su anterior discográfica, y parecía que se dirigían al abismo. Pero se agarraron a las paredes del pozo con uñas y dientes, y supieron salir de él, y de qué manera: este esfuerzo lo atribuyen al amor recibido por sus amigos, familia y público, pero lo cierto es que fue un trabajo de sudor en frente y de, ante todo, algo que define a esta banda, que es la confianza ciega hacia el poder sanador de la música.
Hablando de sudor y música, el Wizink se resumió en eso: bailes, saltos a compás y un directo mimado y meditado. Sabían lo que hacían en cada momento, una entrega que lució como nunca Cantúa, impecable y conmovedor en la guitarra. Arrancaron el espectáculo con "No hemos aprendido nada" y, prometiendo un concierto sin prisas, para disfrutar, durante los primeros 25 minutos se sucedieron las canciones sin descanso, incluyendo en este inicio otro de sus éxitos: "El rey desnudo". Viva Suecia realizó una curiosa selección y orden de canciones que no dejaba indiferente, pues "La voz del presidente", el grito de guerra por excelencia de la banda, no fue la que cerró, sino "El bien", que sonó justo después de "Todo lo que importa" y "Lo que te mereces". También incluyeron canciones de su discografía anterior, como "Algunos tenemos fe" (del álbum "El milagro"), y otros temas que ponían sobre el escenario por primera vez: "Nunca la hemos tocado en directo, pero hoy tenía que ser, y vais a saber por qué", adelantaba Val. Se refería a "La parte difícil", tema que se incluye en el disco en colaboración con Luz Casal. Y el Wizink tuvo el lujo de contar con la elegante y bella voz de la cantante gallega. No fue la única artista invitada: también acudieron Valeria Castro, Dani Fernández, Pablo Cebrián y Paco Salazar.
Anoche Viva Suecia hizo el amor ante 16.073 personas, pues al igual que se trata del leit motiv del disco, fue el amor de nuevo la temática que predominó durante las casi dos horas de concierto. El grupo se encuentra en su mejor momento y así lo quiso dejar claro. La banda que se reunió hace una década para hacer música y divertirse con sus amigos ayer quiso subirse al pedestal de grupo icónico del pop rock español. Ha sido un camino largo hasta poder conseguirlo pero, confesó Val, por fin lo tienen entre sus manos: "Me alegro de que nos haya costado 10 años". Ya no es solo el sold out, sino también el desarrollo del concierto lo que terminó de definir a Viva Suecia como una banda consolidada y fijada en lo más alto de nuestro panorama musical. Hubo balada, hubo duelo de guitarras, un saxofonista desgarrador, e incluso una sesión de música techno, de la mano de Carmen Hoonine, mientras el grupo se preparaba para el bis. Hubo, en esencia, miradas, sonrisas, cortejo y total correspondencia.