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Crítica de clásica

«Otello», una pobre reposición para abrir la temporada del Real

Obra de Verdi. Brian Jagde, Gabriele Viviani. Airam Hernández, Albert Casals. Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real. Pequeños Cantores de la ORCAM. D.Alden, dirección escénica. Nicola Luisotti, dirección musical. Madrid, 15-IV-2025.

Representación de «Otello» Teatro Real

Un teatro que se precie debería abrir temporada con una producción propia o una coproducción. No cabe duda que el Teatro Real se precia y que las temporadas de Joan Matabosch se encuentran entre las mejores de su segunda historia. Y el Real ha abierto con una coproducción… pero de 2016, con la que también abrió temporada y, no precisamente con buenas críticas. Escribí entonces «permítaseme ser desconfiado, porque se anuncia como nueva coproducción con la English National Opera y Estocolmo, pero en el primer sitio se estrenó en 2014 y en el segundo en 2015. Difícilmente pudo tener tiempo el actual director artístico, desde su nombramiento a finales de 2013, para negociar una coproducción con ambos teatros. Huele mucho más a una posterior incorporación en la que se pone dinero pero no ideas». De mi opinión sobre su presentación escénica no hay cambios: «resulta pequeña y pobre para un teatro como el Real, lo que también apunta a lo anterior. Está bien para la ENO, mucho más pequeña. Presenta un único escenario en una espacio público, un patio amurallado de pesante mampostería grisácea y ambiente lúgubre y claustrofóbico, en el que se desarrolla todo con cambios mínimos.

Tan pocos que hasta en ese patio ha de morir Desdémona, sin cama obviamente y sin la menor emoción. No hay por tanto lugar para la intimidad y esta existe en “Otello”. Hay bastantes puntos discutibles, como la “blancura” del personaje, convertido en un musulmán converso al cristianismo sin que la escena revele el motivo. Yago, en el texto verdiano, lo califica como “moro”, que es algo bien distinto, pero ya estamos habituado –también hartos– a que nos cambien las cosas. Que Yago y Otello se hagan hermanos de sangre, pase. Menos que se convierta a Roderigo en una especie de paseante en cortes. “El imperio musulmán yace sepultado en el mar” anuncia Otello en su primera aparición, pero la acción se desarrolla ahora entre las dos guerras del siglo pasado y lo que parece sepultado es el poderío veneciano. Escena pobre y provinciana».

Sin embargo, musicalmente es otra cosa desde el acorde inicial, de sonoridad atronadora, con una orquesta y un coro que Verdi habría ovacionado. Nicola Luisotti volvió a demostrar sus tablas líricas sabiendo crear ambientes, contrastando y apoyando a los cantantes. Foso y coros, que por cierto apenas cabían en el reducido escenario de la producción, irreprochables. Brian Jagde, que venía de cancelar representaciones previas por el mundo, debuta como Otello y se nota. Le falta interpretar vocalmente, que las notas sean algo más que notas y, en consecuencia, transmitir. Posee caudal y proyecta los agudos, pero el centro y, sobre todo, los graves no tienen el mismo nivel. Por ello convence en el «Esultate» inicial, no puede con la gravedad de «Già il mio cor fremebondo s’ammansa in quest’amplesso e si rinsensa. Tuoni la guerra e s’inabissi il mondo». ¡Qué contraste con el inmediato lirismo de «Se dopo l’ira inmensa, vien quest’immenso amor!». Y tanto el «Dio mi potevi scagliar» como el «Ni un mi tema» final quedan faltos de emoción. Algunos colegas críticos se quejaban mucho, pero ¿quién puede hoy con el personaje? No llegué a escuchar al siempre referido del Monaco, pero sí a Jon Vickers, Plácido Domingo, Carlo Cossutta, Jonas Kaufmann, Gregory Kunde, etc. y a todos les faltó algo. ¡Lástima que Franco Corelli nunca lo abordó!

Totalmente ajustado y convincente el barítono italiano Gabriele Viviani, verdadero protagonista escénico en esta producción. Asmik Grigorian es una de las sopranos más cotizadas de la actualidad y demostró las razones tanto en su dúo inicial con el tenor, como en el «A terra! Si…» y, sobre todo, en la «Canción del sauce» y el «Ave María», que fueron lo mejor de la noche y hasta en algunas frases y filados hicieron recordar a la mismísima Montserrat Caballé.