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Por qué Stephen Hawking recomendó a sus hijos "mirar a las estrellas y no a los pies..."

El científico compartió con sus hijos tres consejos que, con el tiempo, se han convertido en una especie de brújula moral para millones de personas

Por qué Stephen Hawking recomendó a sus hijos "mirar a las estrellas y no a los pies..." La Razón

Cuando Stephen Hawking hablaba, el mundo escuchaba. No solo porque fuera una de las mentes más brillantes de la física moderna, sino porque sus palabras nacían de una vida vivida al límite de lo posible. Años antes de su muerte, el científico compartió con sus hijos tres consejos que, con el tiempo, se han convertido en una especie de brújula moral para millones de personas.

Durante una entrevista concedida a Diane Sawyer en ABC News en 2010, Hawking reveló los principios que esperaba que sus hijos, Lucy, Robert y Tim, llevaran consigo siempre. “Estos son los consejos más importantes que les he transmitido”, dijo entonces.

  • El primero era una invitación a mantener la perspectiva: “Recuerden mirar hacia las estrellas y no hacia sus pies.”
  • El segundo, un llamado al propósito: “Nunca abandonen el trabajo. El trabajo les da significado y propósito, y la vida está vacía sin él.”
  • El tercero, quizá el más íntimo: “Si tienen la suerte de encontrar el amor, recuerden que es raro y no lo desperdicien.”

Estas palabras, más humanas que científicas, se convirtieron en algunas de las reflexiones más citadas de Hawking precisamente porque revelaban al hombre detrás del icono: el padre, el soñador, el superviviente.

Una filosofía moldeada por la adversidad

El consejo de “mirar las estrellas” era, para Hawking, tanto literal como simbólico. Significaba mantener viva la curiosidad, preservar la esperanza, no permitir que las preocupaciones inmediatas eclipsaran la grandeza del universo y de la propia existencia. Su insistencia en no abandonar el trabajo era el reflejo de su experiencia personal: la investigación científica se convirtió en su refugio cuando la enfermedad de la neurona motora comenzó a limitar su cuerpo. El trabajo lo mantenía intelectualmente vivo incluso cuando la movilidad desaparecía casi por completo.

Y el amor, ese amor que él encontró a pesar de una vida llena de desafíos físicos, era para él el milagro más excepcional. Pocas personas podían hablar de resiliencia con tanta autoridad.

Por qué sus palabras importan tanto hoy

Situar estos consejos en el contexto de su vida permite entender su valor real. Nacido en Oxford, Hawking llegó a convertirse en uno de los físicos teóricos más influyentes de la historia. Sus aportes sobre agujeros negros, relatividad, mecánica cuántica y las singularidades del espacio-tiempo redefinieron la comprensión moderna del cosmos. En 1971, propuso la existencia de objetos extremadamente densos formados tras el Big Bang, con masas de miles de millones de toneladas comprimidas en el tamaño de un protón, una idea que transformó el campo de la cosmología.

Mientras su mente revolucionaba la ciencia, su cuerpo luchaba contra la enfermedad de la neurona motora, diagnosticada cuando apenas tenía veintitantos años. La esperanza de vida habitual para los pacientes es de poco más de un año. Hawking vivió más de cinco décadas después del diagnóstico. Enseñó, investigó, escribió obras de divulgación que se convirtieron en superventas y se convirtió en una figura cultural global.

Esa tenacidad explica la fuerza emocional de sus palabras. No eran consejos teóricos, sino lecciones destiladas de una vida extraordinaria, resistente y profundamente humana.

Un legado que trasciende la ciencia

Hoy, su exhortación a mirar las estrellas no solo recuerda la importancia de la curiosidad científica, sino también la necesidad de elevar la mirada frente a la adversidad cotidiana. Su reflexión sobre el trabajo resuena en un mundo en constante cambio, donde el sentido y el propósito se han vuelto temas centrales. Y su defensa del amor como un bien raro y precioso sigue tocando fibras universales.

Más que un físico brillante, Hawking se convirtió en un recordatorio viviente de que el espíritu humano puede desafiar lo improbable. Sus palabras, simples pero trascendentes, continúan guiando a quienes buscan un norte en tiempos complejos.