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Entrevista

La Ribot, cisne díscolo de la danza, debuta en el cine: "Después de una dictadura tan grande, los ochenta representaron ese momento en el que ya éramos modernos"

La coreógrafa madrileña, referente libérrimo de las artes escénicas, se estrena como actriz bajo las órdenes de Delphine Lehericey en "Nuestro último baile"

La Ribot
La RibotAlberto R Roldán

Nada en La Ribot es permanente. A excepción de su hermoso y finísimo porte gravitatorio de cisne madurado. Tiene esta gran dama de la danza contemporánea apellidada con el Premio Nacional de Danza o el León de Oro de la Bienal de Venecia, una energía líquida, mutable, inesperada en todo lo que hace, dice o crea. También en lo que sueña. El último que ha tenido se le presentó con forma de película y no dudó un instante en aceptar la propuesta de Delphine Lehericey y abrir la puerta del cine que la directora francesa le señaló con absoluta idoneidad ofreciéndole un papel confeccionado a medida.

La Ribot en "Nuestro último baile"
La Ribot en "Nuestro último baile"Imdb

"La verdad es que este debut lo tomé con muchísima alegría y con muchísimo interés porque aunque ya haya tenido experiencias con la cámara y el vídeo, cosas muy experimentales o incluso la danza proyectada desde el punto de vista del cuerpo, en realidad una ficción no tiene casi nada que ver con eso y la máquina del cine no tiene nada que ver con la máquina teatral o de la danza, que puede ser muchísimo más pequeña, sobre todo la mía. El tamaño de las cosas que yo hago es mucho más pequeño que el tamaño de las cosas que yo he hecho en esta película. El reto de ser intérprete pero además haciendo de mí misma, también era complicado pero el hecho de que parte de la historia se cuente por medio de los cuerpos y la danza, me parecía interesantísimo", reconoce en entrevista con LA RAZÓN con motivo de su reciente debut en la gran pantalla con "Nuestro último baile", una suerte de dignificación de la vejez en tono de comedia donde el cuerpo se convierte en la herramienta principal con la que el protagonista expresa y combate el duelo de su esposa fallecida y donde La Ribot se enfunda de nuevo un traje de coreógrafa que nunca le queda grande.

Lúdica y volátil

En la distancia corta, La Ribot, que transita por los sesenta con serenidad y ligereza, se muestra lúdica y discursivamente volátil cuando le preguntamos por su relación artística con España, país del que emigró en la década de los noventa tras la disolución de su compañía (cofundada junto a la también bailarina y coreógrafa Blanc Calvo) Bocanada Danza, donde adoptaron unos códigos de experimentación y confiaron en la diversidad de unas narrativas que marcaron de manera decisiva la escena de los ochenta: "Aunque parezca que sí, en realidad yo nunca me he ido de Madrid, ni tampoco me he ido sólo por los códigos de la danza conservadora. Una se va fuera por muchísimas razones: personales, familiares, profesionales, de sueños y deseos que crees que puedes cumplir, de anhelo de aventura. La historia de nuestras vidas se resume muy rápido luego, cuando pasa el tiempo, eso me da pena. Madrid, las artes, Europa: todo ha cambiado. He tenido la suerte de no perder nunca el contacto ni con los profesionales de la danza y el arte contemporáneo de aquí, ni con mi familia, ni con mi vida sentimental y profesional. Esto que se dijo en su momento de ‘‘La Ribot se va’’ es una forma como muy política de verlo ¿no? Que lo podríamos también describir así por otro lado, porque es verdad que cuando yo me fui en el año 97 pensé ‘‘aquí nunca me van a entender’’ y a lo mejor tenía razón o a lo mejor. No podemos pensar tanto en el qué hubiera pasado", aduce la artista sobre el progresivo encauzamiento de una carrera que ha ido transformándose con los años pero siempre manteniendo una esencia exploratoria de provocación y juego.

"Este país ha cambiado, pero como lo ha hecho por ejemplo Suiza"

La Ribot

Algo que en la Movida, pese a las advertencias posteriores que algunos lanzan parapetados en el manido "no fue para tanto", sigue teniendo sentido y peso para la coreógrafa. "Los ochenta fueron un periodo absolutamente magnífico para la creación en España y también creo que se ha valorado mucho. Después de una dictadura tan grande como la que vivimos, los años ochenta representaron ese momento en el que ya no había Transición, en el que ya éramos modernos", reivindica.

Y añade sobre los cambios sufridos por el territorio nacional de manera comparativa con otros destinos europeos en el terreno de lo artístico: "Este país ha cambiado, pero como lo ha hecho por ejemplo Suiza. Cuando me fui a vivir allí en 2004 las cosas eran muy distintas a como son ahora. No se promocionaba tanto la cultura, no había tanta escuela de danza, ni tanta promoción por parte del Estado. Ahora salvando las distancias de cantidad, de voluntades políticas y de realidades como que Suiza es más pequeño, hay más dinero y mayor esfuerzo estatal para que los artistas podamos desarrollar ideas, todo ha cambiado mucho y para mejor. La danza contemporánea siempre ha sido la disciplina artística más difícil de mantener, de apoyar y de renovar. Mis amigos coreógrafos y bailarinas de aquí de Madrid todavía tienen que seguir trabajando en otros lugares y les cuesta mucho vivir de ello, esa es la realidad".

"El cuerpo es un lienzo más con el que poder hablar, lanzar mensajes políticos, comunicarse"

La Ribot

Resulta particularmente curioso descubrir que para alguien que ha convertido la exploración del movimiento de su cuerpo en su herramienta principal ya no de expresión, sino de trabajo, su envejecimiento no es algo que le perturbe. "El cuerpo es un lienzo más con el que poder hablar, lanzar mensajes políticos, comunicarse. Si me pongo en un modus cliché te diría que sí, que su envejecimiento me asusta, pero si me pongo en modo sensata diré que bueno, vivo con él. Me pego sustos a veces cuando me doy cuenta de la edad que tengo, pero en general no. Diría que me da miedo envejecer y al mismo tiempo no". Libérrima y personal, La Ribot, no está acostumbrada a ser el centro del discurso, ni a constituirse como depositaria de las preguntas que surgen alrededor de su trabajo, sino a plantear unas nuevas a través del movimiento y la performance. Se nota que su medio es otro. "Hay muchos artistas como yo que no buscamos la norma, que podemos trabajar en el márgen de las cosas sin sentir soledad por ello. A mí me parece que el éxito es poder hacer lo que quieres y eso es muy difícil. Porque a veces no sabemos lo que queremos o a veces no podemos hacerlo. Pero todavía queda baile", se despide luminosa antes de que nos asalte una reflexión pasajera. ¿Cómo no trabajó con Almodóvar una mujer así?