Exposición
Una crónica de los 80: la juventud sedienta de libertad
La exposición en la Fundación Canal es un regreso al espíritu más bohemio de Madrid
Esta exposición va más allá de la movida. Busca conmemorar el 40 aniversario de la Comunidad de Madrid, cuando dejó de ser provincia para convertirse en lo que es a día de hoy. Esto supuso un cambio en todos los ámbitos, especialmente a nivel artístico y cultural; y, sobre todo, después de haber atravesado una guerra y una dictadura, cuando las ganas de construir un nuevo país estaban en plena ebullición.
Ana Berruguete, comisaria de esta crónica creativa de los 80 ubicada en la Fundación Canal, explica que el auge intelectual de entonces fue actuar como un vehículo de acercamiento que ayudase a configurar la nueva España. «Había una voluntad de crear, de romper con la etapa anterior. Los nuevos artistas emergentes eran herederos de los 70, década en la que el arte comenzó a ser activista y contestatario».
Nació una nueva figuración, «la pintura por la pintura»; nuevas tribus urbanas, desde los punks hasta los pijos y amantes del hip hop; la cultura pop y las fotografías de Miguel Trillo. También desapareció la famosa «ley de maleantes» y la homosexualidad, oculta hasta el momento, empezó a verse reflejada en el arte –así puede apreciarse en las obras de la pareja Enrique y Juan, conocidos por la firma de Costus–. A su vez, las mujeres cobraron un mayor protagonismo en el arte, por ejemplo, con las pinturas de Patricia Gadea, una de las autoras más representativas de la Movida madrileña.
Declaración de intenciones
La exposición diferencia dos partes. Por un lado «Madrid DF», ilustrada por doce pintores emergentes; por otro, «Madrid Madrid», una antología de lo que se estaba produciendo con más de 1.500 piezas cuyas disciplinas confluyen: moda, música, diseño, arquitectura… «Toda la sala expresa una declaración de nuevas intenciones», apunta la comisaria. Cada rincón de la exposición es un recuerdo emocionante para las generaciones que vivieron aquellos años, pero también una cara de sorpresa de quienes ven la historia por primera vez. «Mamá, ¿vestíais con esas ropas?», se escucha durante la visita; «A mi hija le pongo la música de los 80 y le encanta. De hecho, ahora a los jóvenes les gusta escuchar Hombres G.», comentan entre el público.
Y para los amantes del arte contemporáneo también hay espacio, recordando ARCO, una de las ferias internacionales más señaladas que se llevan celebrando en Madrid desde 1982 e impulsada por Juana de Aizpuru. Y en estos tiempos donde la creatividad estaba en continua efervescencia se fueron apagando los tabúes, por ejemplo, recibiendo con éxito fotografías nudistas como las de Robert Mapplethorpe. Y las ansias de libertad se tradujeron en estilos coloridos y rebeldes. Tanto fue así que en 1983 España recibió la visita de un prestigioso Andy Warhol para participar en una exposición individual en la Galería Fernando Vijande.
La calle fue uno de los escenarios más expresivos durante la década. Por ello, la pintura mural ganó mucha relevancia, especialmente por la voluntad de cooperación entre los artistas. Así se inauguraron los veranos de la Villa en 1985: con el objetivo de llevar el arte al exterior y usarlo como entretenimiento durante los meses más calurosos del año, sobre todo para aquellos que no tenían posibilidades de playa. En consecuencia, las periferias fueron sujetos activos y el primer escritor de grafiti español, Muelle, no vino del corazón de la ciudad sino del barrio de Campamento.
Nuevos conceptos
La explosión de la juventud, que transformó las calles de Madrid en escenarios de arte y rebeldía, fomentó la participación de la tecnología en el arte. La capital recibió el Festival Nacional de Videoarte, con motivo de los nuevos lenguajes abstractos y geométricos y nuevas tecnologías como el láser holograma o el cd rom, los cuales quedan ya muy lejanos a nuestro alcance. Vemos durante la visita trabajos de Marisa González, una artista multimedia española de la época, también clave en el feminismo y pionera del arte electrónico. Se exponen temas posteriores a la renovación de los 80, a esa «quinta generación» que presenta una nueva forma de entender la fotografía más creativa y reportajeada, conviviendo con el documentalismo. Con los autores Isabel Muñoz o Chema Madoz podemos ver cómo trascendieron los límites tradicionales y desafiaron la noción de la realidad mediante la manipulación digital, la creación de imágenes compuestas y la experimentación con nuevos formatos y soportes.
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