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ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA

Sagasta y su verdadera boda en 1885

El deseado enlace del político con su amor prohibido tardó años en llegar. El motivo lo desveló José Luis Sampedro Escolar

Práxedes Mariano Mateo-Sagasta y Escolar ArchivoArchivo

"Pero quién se casa?", preguntó un madrileño a otro señalando la parroquia de San Sebastián, en el paseo de Atocha. "Sagasta", contestó el bandarra golpeando con cada sílaba. La escena parecía sacada de la zarzuela "¡Quién fuera ella!", de los maestros Perrín y Nieto. Los dos gachós se ajustaron las respectivas gorras y dejaron pasar el tranvía. El espectáculo estaba enfrente, con algún político, varios militares y abundantes chisteras en la puerta noble de la iglesia. En la otra entrada, la canalla, la que daba a la entonces calle del Viento, se arremolinaban los buscadores de cuchipandas. Era el 18 de febrero de 1885.

"Me han dicho que Sagasta se casa con su amante de toda la vida", dijo el primero para hacerse "el enterao". Pasaron un minuto y un niño sin pantalones. "Sí", apuntó el interpelado zagal. "La novia se llama Angelita Vidal", añadió el informador para alargar tan riquísima conversación. El zangolotino asintió sin interés añadiendo medio bufido.

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El cuentista, ya mosqueado, decidió soltar todo el material. "Me han 'contao' que cuando Sagasta era un joven ingeniero recién llegado a Zamora quedó prendado de una joven señorita. Los padres de la núbil decidieron casarla con un militar carlistón, un tipo viejo y barrigón que amasaba dinero y pan. Hete aquí que Sagasta, lleno de ira y vino peleón, tomó una escalera, subió a la habitación de Angelita, la agarró por el talle y huyeron a Portugal. Ella no pidió auxilio, sino amor y un vaso de agua. Fue como el rapto de las sabinas pero sin drama, porque lo cierto es que cuando se acabó la paga volvieron a casa".

Una boda con una viuda

"¡No es así! ¡Eso es un bulo!", soltó el otro con firmeza. Los dos mozuelos se miraron desafiantes. Pasó un comerciante con chaleco de cuyo bolsillo colgaba una cadena. Tenía más prisa que el conejo de Alicia. "Eh –gritó el acusado de mentiroso–. Tú. Sí, tú, locomotoro. ¿Qué hora es?". "Casi la de comer, caballeros", dijo el apresurado. "Es tarde para un duelo en los Carabancheles, que si no…", amenazó uno. "¿Tarde? Sujétame el aguardiente", dijo el otro a un amigo imaginario, y se dispuso a contar la verdadera historia de Sagasta y Angelita.

"Escucha, 'espabilao'. La chica se quedó embarazada de Nicolás Abad Alonso con tan solo quince años. El tipo era militar y mucho mayor que ella. Y ya sabes cómo funcionan las cosas. Los padres quisieron evitar el escándalo y para ello la casaron en secreto con ese señor el 4 de marzo de 1844 en la capilla castrense del Batallón Provincial de Salamanca. Los testigos fueron el comandante del batallón, que no recuerdo cuál era, y la hermana de Angelita, que se llamaba Victoria o Victoriana. Al día siguiente de la boda, Nicolás Abad se fue de maniobras para maniobrar en libertad. El matrimonio perdió su sentido cuando el hijo de ambos murió al poco tiempo. Los padres, que respetaban más la burocracia que a su hija, iniciaron en 1849 la nulidad matrimonial en la Subdelegación Eclesiástica Castrense de Salamanca, y… ¿me estás escuchando?".

Tras darle un codazo al oyente, el sabio muchacho siguió: "Práxedes conoció a Angelita en el año 1850 en Zamora, cuando llegó como funcionario del Ministerio de Fomento. El trato hizo el cariño y el roce el embarazo porque ella tuvo un hijo sagastino en Puebla de Sanabria el 28 de marzo de 1851, en casa de la hermana de Angelita. Le pusieron José. Pero ella seguía casada, porque cuando iba a la ventanilla para ver cómo marchaba la nulidad le decían: ‘Vuelva usted mañana’. El caso es que el niño creció. Es inevitable si tiene un ama de cría gallega. Bueno, pues José aumentó su perímetro y hubo que llevarlo a la escuela en 1857. Fue entonces cuando Sagasta reconoció a su hijo sin decir el nombre de la madre porque oficialmente seguía en ese matrimonio artificial con Nicolás Abad, el fugado. Luego tuvieron una hija a la que llamaron Esperanza esperando que les diera suerte el nombre y les concedieran de una puñetera vez la nulidad. La niña fue más efímera que la República, porque nació en Madrid el 26 de septiembre de 1873 y dejó este galimatías el 26 de diciembre de 1874. Después tuvieron otra que…". "¿Falta mucho?", dijo el sufriente escuchante.

"La nulidad no llegó nunca -continuó el locuaz mozo-. Se casan hoy porque Nicolás Abad falleció el 17 de enero de 1885, hace un mes. Así, Sagasta se casa hoy con una viuda. No hubo rapto. Es una trola". El otro no quedó convencido. Le gustaba más la historia romántica del secuestro, que sería lo que contaría por carta a su amigo Natalio Rivas, o al joven Romanones, turiferarios de don Práxedes a los que les gustaba escribir historias. (La verdad la desveló José Luis Sampedro Escolar en el libro "Sagasta: nobleza y liberalismo").