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Sigourney Weaver, un Goya a la feminista que siempre estuvo ahí

La veterana actriz, protagonista de la saga "Alien" y otro puñado de clásicos desde los ochenta hasta hoy, recibirá el Premio Goya Internacional, sucediendo a Cate Blanchett y Juliette Binoche
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

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Es de suponer que el gesto, simbólico, viene fraguándose desde hace unos meses en la Academia de Cine, pero su pertinencia no puede ser más óptima. Sigourney Weaver, todo un icono por derecho propio del cine desde los ochenta hasta hoy, recibirá este sábado en Valladolid el Goya Internacional, reconocimiento honorífico con el que el máximo estamento del cine español pone en valor la carrera de mitos vivos del cine contemporáneo mundial. La actriz de «Alien, el octavo pasajero» (1979), «Los cazafantasmas» (1984) o «Gorilas en la niebla» (1988) sucederá en el prestigioso palmarés a Cate Blanchett, galardonada hace dos años en Valencia, y a Juliette Binoche, premiada hace ahora justo un año en Sevilla, durante la última edición de los Goya.
El Goya a Weaver, casualidades del destino y más allá del espíritu berlanguiano que rodea a este «cabezón» desde su creación hace tres años, se entregará en el momento perfecto. No en vano, la celebración del primer icono en femenino del cine de acción moderno será también la de una ceremonia marcada por las acusaciones de violencia sexual al director Carlos Vermut (nominado cuatro veces) y, sobre todo, la del clima de denuncia ante la espiral silente en la que parece estar enredada nuestra industria.
Desde la publicación de las denunciantes, el pasado 26 de enero, hasta esta semana, cuando Pucela ya está tomada por los premios, nos ha dado tiempo a todo: a condenar enérgicamente las conductas inapropiadas, a saltar a la comba con la presunción de inocencia y a casi cancelar a Isabel Coixet por no querer sumarse de manera vacía a la opinión pública y pedir un poco de reflexión. Por eso, es doblemente inteligente entregarle el bronce a la teniente Ellen Ripley como figura de consenso: Weaver, que debutó con el personaje en 1979 y no descarta volver en una futura quinta entrega de la franquicia espacial, es capaz de poner de pie a aquellos que la entienden como referente del feminismo, faro que ha guiado la presencia de la mujer en los «blockbusters», pero también a aquellos un poco más naftalinos y rancios -todo sea dicho-, que echan de menos la representación en términos técnicos y no numéricos, viendo en ella a la mujer que se cansó de esperar sentada.
Sea como sea, y cansados todos de los discursos anodinos y discusiones ideológicas que rodearán a la gala, lo cierto es que estos Goya serán divertidos por los malabarismos a los que se prestan: ¿Identificará la bancada retrógrada a Weaver como una de las suyas, o la mezclará con la "panda de subvencionados" con la que identifica siempre a estos premios? ¿Reconocerá la labor feminista de una intérprete que siempre se ha significado por la causa y, a bien seguro, es consciente del clima en el que recogerá en el premio? Sea como sea, Ripley tendrá para todos.