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Teatro
Cleopatra, una faraona enamorada... y rockera
Natalia Millán regresa a Mérida transformada en esta figura histórica para liderar un montaje dirigido por Ignasi Vidal
El verano de Natalia Millán está siendo tan intenso que la cita es pronto. Muy pronto: 08:30 AM. «No me da la vida», resopla quien será Cleopatra desde hoy, en el Teatro Romano de Mérida, y que el 15 de agosto culmina el doblete estival con el estreno de «Un dios salvaje», junto a Luis Merlo en el Teatro Alcázar de Madrid. «Me ha supuesto quedarme sin vacaciones, pero no me lo pensé ni un segundo: aposté por pegarme la paliza». «Eso sí», detiene la conversación, «no me hables de viajes que me echo a llorar», advierte la actriz.
Con el calor sofocante como parte del día a día, Millán vive obsesionada por esquivar los aires acondicionados: «Los odio. Son malos para la voz, pero también para el planeta». Declarada oficialmente «friolera», es capaz de soportar el verano jugando con las persianas, los toldos y las corrientes caseras. Ni siquiera toma alimentos/bebidas «ni muy fríos ni muy calientes». Todo tiene su término medio. Se cuida por una sencilla razón: «El beneficio es inmediato. Sientes más energía y el cuerpo, que es mi instrumento elemental, debe estar disponible». Aunque, por encima de todo, la también bailarina y cantante presume de filosofía: «Es muy importante no usar mal la voz. No enfadarse. No gritar».

Otro cantar es lo que haga dentro del escenario, donde pondrá «toda la carne en el asador» para tomar la forma de la faraona que más literatura ha generado y recrear el ensimismamiento que vivió con Marco Antonio: «Un amor apasionado». Porque el musical «Cleopatra enamorada», asegura, «se centra en el lado más vulnerable» del personaje. «Una de las grandes mujeres empoderadas de la historia» que, sin embargo, no se ha librado de una fuerte «leyenda negra», puntualiza Millán: «Lo tuvo todo en su contra. Los romanos no iban a permitir que una mujer les plantara cara. Y hoy nos ha llegado la historia de parte de los vencedores, de Roma. Si miramos al mundo árabe vemos que se le consideraba una sabia».
Aun así, este estreno no profundiza en su faceta política ni de estadista. «Solo de refilón». Con texto de Florián Recio y dirección de Ignasi Vidal, el montaje se fija en el lado sentimental de la pareja que formó la egipcia con un Marco Antonio que en escena tomará el cuerpo de Álex O’Dogherty. «Ya no me lo puedo imaginar con otra cara que no sea la suya», sostiene la actriz de una historia que «suena a rock»: «Ignasi es muy rockero y me parece que le da una fuerza que no está para nada fuera de lugar».
Cleopatra, por su parte, es «una fuera de serie», sentencia: «Tiene cultura y personalidad, pero por desgracia su retrato se ha hecho siempre por unos derroteros superficiales y frívolos. Fue una gran estadista, aunque se equivocó de estrategia». En mitad de dos fuerzas poderosísimas del mundo antiguo (el incipiente Imperio romano y el Egipto de los faraones ya en su decadencia) aparece esta mujer para situarse en el medio, abrir su corazón al público y recordar que «tenía mayor autonomía y mejor acceso al poder que la que existía en Roma». Millán no pisa ese escenario desde que, en 2012, lo hiciera con el «Anfitrión» de Plauto que lideró Juan Carlos Pérez de la Fuente, pero todavía recuerda las sensaciones de subirse a un pedacito de la historia: «Se nos saltan las lágrimas. Es apabullante. Inmediatamente, el cerebro te recuerda que esas mismas piedras las habitaron los compañeros de hace más de 2.000 años. Emociona cuando lo ves vacío, pues imagina lleno...». Y es que apenas quedan entradas para las cinco funciones que permanecerá «Cleopatra» en Mérida (desde hoy al 27 de julio). «Es brutal», celebra.
La pasión de dos amantes
Para responder a la demanda, Millán y O’Dogherty aportarán toda la pasión que requieren dos figuras de una talla catedralicia como la del cónsul romano y la última gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto. Compartían lecho, pero también ambiciones. Sus caminos se unieron y en mitad de esa pasión entrelazaron las estrategias políticas con el amor y un final trágico.
Porque su amor era total, comenta la actriz: «A toda la atracción que sentían se sumaban las posiciones que ambos ostentaban». Una erótica del poder que Natalia Millán dice no entender: «Me lo imagino a día de hoy y me da el bajonazo. Me sorprende cómo se puede rendir alguien en los brazos de otro solo por su poder», reflexiona. Pero lo de Antonio y Cleopatra fue «mucho más», apunta. «Aunaron poderío, brillo y pasión»; pero también «inteligencia y humor». Dos aspectos estos últimos fundamentales para la intérprete: «A mí, desde luego, no me interesa el humor sin inteligencia», señala en contraposición al «caca-culo-pedo-pis». Fueron dos personalidades que no se doblegaban «y que no se enamoraron por sus posiciones políticas, sino porque de verdad se gustaban. Se les juntó todo. Eran excepcionales. Dos volcanes en erupción que no tuvieron que renunciar a la sensualidad».
- Dónde: Teatro Romano de Mérida. Cuándo: hasta el domingo. Cuánto: desde 17,70 euros.
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