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Juan Carlos Pérez de la Fuente: “Hacer teatro es dejar de tomar drogas y ansiolíticos”

El director lega su obra (hasta siete camiones con los materiales de un centenar de obras) al pueblo que le vio crecer, Talamanca de Jarama
Juan Carlos Pérez de la Fuente (dcha.) y Fernando Arrabal, sobre el escenario del Matadero madrileño
Juan Carlos Pérez de la Fuente (dcha.) y Fernando Arrabal, sobre el escenario del Matadero madrileñoLa Razón

Talamanca de Jarama Creada:

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Con quince años era un prometedor ascensorista del gobernador del Banco de España; tanto como para mantenerse décadas en la casa. No le iba mal por allá, pero su historia se iba a escribir en otro lugar, en los escenarios. Así se lo dijo Juan Carlos Pérez de la Fuente a su padre, Dionisio, y a este no le gustó un pelo. “Unas cuantas hostias”, recuerda, fue lo que se llevó por abandonar aquel transatlántico institucional. Era el peaje de otros tiempos que tuvo que pagar por hacer lo que más le gustaba.
Hoy, ya sin Dionisio y sin su madre Patricia, ese chaval que subía y bajaba con toda la vida por delante es un hombre de 64 años, digno heredero del señor Pérez y mejor vecino de Talamanca de Jarama. Apenas unos metros separan el salón de plenos del Ayuntamiento de la que fue su casa hasta hace un par de meses. De hecho, por una ventana de lo que fueron las caballerizas del Duque de Osuna se ve la cuna de su vida: una casa baja con un jardín verde en el que Pérez de la Fuente soñó miles de veces. Mira al horizonte y se emociona. “Lo lloro todo”, dice entre sollozos. “Soy patético”.
Son los sentimientos incontrolables de esta “historia viva del teatro”, como lo llama Juan Manuel García Sacristán, alcalde de Talamanca, de donde Pérez también es “historia viva”. “Es bandera nuestro pueblo”, confiesa el regidor. Porque la vida del director no se puede entender sin la de la villa que los romanos nombraron Armántica. Así llamó precisamente a su primera aventura teatral, al grupo que formó junto al resto de paisanos en 1981.
Velocípedo utilizado en “Angelina o el honor de un brigadier”, en 2010
Velocípedo utilizado en “Angelina o el honor de un brigadier”, en 2010La Razón
Eran momentos de golpes de Estado y este teatrero ya enseñaba su compromiso encima de las tablas: “Debemos entretener, por supuesto, pero también hay una parte social y política en todo esto”. Él no dudó en demostrarlo desde el minuto uno, cuando bajó el sargento de la Guardia Civil para advertir a los Pérez de que el Guernica (de Jerónimo López Mozo) que iban a representar estaba amenazado por la extrema derecha, por Fuerza Nueva. “Podían atacar el salón” y Dionisio no tenía dudas: “Tonterías las justas”. Pero su esfuerzo por evitar la función no surgió efecto alguno en su hijo. Salió adelante una pieza que este fin de semana, más de cuarenta años después, se ha vuelto a interpretar (en una lectura dramatizada) con muchos de los de entonces en el Salón del Puente. “Decid a vuestros hijos que sus padres fueron valientes”, pide a sus compañeros.
Juan Carlos Pérez de la Fuente ha pasado unos días radiantes desde que el viernes firmase en el Ayuntamiento de Talamanca la entrega de todo su legado artístico (hasta siete camiones con los materiales de un centenar de obras). Lo hizo en uno de todos esos bienes que ahora cede, sobre la mesa de Godoy −“ese hombre que la armó en Aranjuez”, dice− que diseñó Pepe Hernández para Puerta del Sol. Sabe que “estas cosas se hacen cuando uno se muere y no te enteras”, pero este director es especial: “Empezaré diciendo que esto no es una jubilación a pesar de los 64 años que tengo, es algo así como un entreacto, un intermedio entre las distintas etapas de una vida dedicada al teatro”.
Utilería, telones pintados, figurines, diseños de escenografías, carteles, programas de mano, fotografías, vídeos, cuadernos de dirección, partituras, cuadernos personales, agendas, notas, planos técnicos, correspondencia, prensa, premios y condecoraciones que encontrarán acomodo en un museo dedicado al director en la Cartuja, recién adquirida por el Ayuntamiento de Talamanca y actualmente en proceso de rehabilitación. Cientos de cajas y archivadores con todo tipo de documentos que Pérez de la Fuente resume en “un cargamento de sueños que se han hecho realidad” en piezas como Pelo de tormenta, La fundación, Historia de una escalera, ¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás?, Angelina o el honor de un brigadier, El tiempo y los Conway... Le da todo al lugar que le vio crecer −“como aquí, en ningún sitio”− y, a su vez, el propio director se echa en cara “no haber venido demasiado al pueblo”, aunque no tarda en excusarse porque “mi vida ha sido una locura maravillosa”.
Pérez de la Fuente (dcha.) en su despacho del CDN, junto a Buero Vallejo, Rosario Calleja y Victoria Rodríguez (izda.)
Pérez de la Fuente (dcha.) en su despacho del CDN, junto a Buero Vallejo, Rosario Calleja y Victoria Rodríguez (izda.)La Razón
Habla de “locura” con toda la conciencia del mundo: “Somos el país del Quijote y esta palabra es diferente a cualquier otro lugar”. Se apoya en Cervantes, “el mejor novelista”, para confesar que “los sueños son posibles”. “Y eso hay que transmitirlo de generación en generación”. Al director todavía le quedan unas cuantas fantasías por cumplir, pero guarda en un rincón especial “aquella del Teatro Español que se quedó a medias”, apunta en referencia a cuando el Ayuntamiento de Madrid le canceló el contrato. No duda en confesar que fue “el momento más difícil” de su trayectoria. “Tengo un documento del día que me prohibieron hacer las ruedas de prensa, aunque a última hora lo he retirado [del legado]”. Es una espina que, pese a no irse, ha calmado su dolor con los años y, sobre todo, con más teatro: “Hacer teatro es dejar de tomar drogas y ansiolíticos”.
Ayuda mucho en esa abstinencia su “imprescindible” Rosario Calleja, “quien, como una ratita, ha ido guardando” todo durante los casi cuarenta años que llevan trabajando codo con codo. Buena parte de los premios que ha cosechado Pérez de la Fuente en su carrera también es suya, como esa Medalla de Oro de las Bellas Artes (1999) en la que Dionisio sacó pecho ante el Rey Juan Carlos por lo logrado por su hijo. “Cuéntale ahora lo que me hiciste cuando dejé el Banco de España”, le retó entre risas el premiado.