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Teatro

«Los Miserables» son atemporales

Cameron Mackintosh, el productor del musical e icono del sector, desgrana las claves de la obra, que vuelve al Teatro Apolo de Madrid

La obra refleja las barricadas que se levantaron en París en la Revolución de 1830 Ananda ManjónEUROPAPRESS

Victor Hugo también pintaba. Además de ser un imprescindible escritor, un inigualable retratista literario del contraste, de la grandeza y la miseria, de la sociedad del siglo XIX, realizó «más de 400 pinturas. Era un artista muy prolífico, influenciado por los impresionistas. Trabajar desde esas obras es hacerlo desde el propio alma de Hugo», explica Cameron Mackintosh, productor de los musicales más legendarios de todos los tiempos. Es todo un icono en el sector: firma títulos como «El fantasma de la ópera», «Cats» o «Miss Saigon». Y ahora devuelve al público español «Los miserables», que se estrenó en el Teatro Apolo 1992 y regresó al Lope de Vega en 2010. El diseñador escenográfico y artístico, Matt Kinley, fue quien decidió arrojar luz sobre dichas pinturas de Hugo, pues le inspiraron para el musical que hoy vuelve a subirse al Apolo.

Afirma Mackintosh que «todos estamos en deuda con Victor Hugo», con sus palabras, sus historias y sus personajes. Recuerda el productor cuando por primera vez, en 1982, escuchó «Los miserables» en su versión francesa: «Al oír las primeras cuatro canciones se me pusieron los pelos de punta. Supe que era una obra especial y diferente». Pero apenas confiaban en que funcionase, «ni siquiera la crítica inglesa. Decían que había demasiadas palabras y que no había espacio para la música. Pero junto a mi amigo Alan J. Lerner [libretista y letrista inglés fallecido en 1986] sabíamos que esa era la clave». Así se atrevieron a llevar hacia adelante un proyecto que hoy se alza como el que goza de mayor tiempo de permanencia en cartelera del mundo.

Pase gráfico del musical ‘Los Miserables’Ananda ManjónEuropa Press

Ni Puccini ni Carlos X

Mackintosh es el Puccini contemporáneo. Se atrevió con algo que el compositor italiano dejó a medias. «Quien me mostró el álbum en 1982, un director húngaro, me dijo que cualquiera lo suficientemente loco, sin contar a T. S. Eliot, estaría dispuesto a crear un musical de una obra de Victor Hugo. Así que me inspiré en T. S. Eliot», explica el productor, añadiendo que Puccini trató de trabajar en «Los miserables» y en «Oliver Twist», «pero buscaba temáticas más orientadas al género femenino, y por eso no siguió adelante». Tomó Mackintosh su testigo, y hoy se siente orgulloso de presentar en Madrid la producción completa del West End. Una alejada «de aquella de los 80. Quería empezar de nuevo, porque había una nueva generación a quien dirigirse, un nuevo paisaje», apunta. «La razón por la que ‘‘Los miserables’’ es un fenómeno es por la misma razón que la novela de Hugo se convirtió en la obra social más exitosa que se haya escrito», advierte.

Con la adaptación musical de Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg, que incluye emblemáticas canciones como «Sálvalo» o «Sale el sol», Madrid vuelve a mimetizarse con la Francia que Hugo reflejó en su novela, una que vivía bajo un espíritu de constante búsqueda de justicia y esperanza a pesar de la desigualdad. Las barricadas se levantaron en las calles de París durante la Revolución de 1830, cuando los pobres, los miserables, se levantaron contra el rey Carlos X y su apoyo hacia los más ricos. Una protesta orquestada por jóvenes idealistas, que llevó al monarca a abdicar y a la instauración de la monarquía de Luis Felipe de Orleans. Centrándonos en la trama del musical, vuelven a resonar en la Plaza Tirso de Molina los pasos del policía Javert, interpretado por Pitu Manubens, persiguiendo al ex prisionero Jean Valjean (Adrián Salzedo). De nuevo, los espectadores serán testigo del dolor de Fantine (Teresa Ferrer) o del coraje de Éponine, interpretada por la pwrometedora Elsa Ruiz Monleón, de 18 años. Una historia cuyo espíritu, subraya Mackintosh, «desafortunadamente está más vigente que nunca. El ser humano no cambia, sobre todo en el ámbito político donde las cosas no han evolucionado; de hecho pueden ir a peor. La gente hace lo que sea por mantenerse en el poder».

«Los miserables» son, al igual que la avaricia del poderoso, que la desgracia del humilde, atemporales. Algo que, para Mackintosh, es básico para que una obra sea bienvenida por crítica y público en cualquier época y lugar del planeta. «Debe tener una verdad. Los espectáculos que más longevidad tienen son los que cuentan historias que interesan a la gente, más allá de entretener. ‘‘Los miserables’’ todo el mundo lo entiende, tanto españoles como italianos o americanos. Curiosamente, incluso suele ser más grande fuera de Francia. Y funciona absolutamente en todo el mundo porque el genio de Hugo, para crearla, entendió la naturaleza humana», opina el productor. La entendió tanto que la retrató, a través de la palabra o de la pintura, y siempre sellando la esperanzadora luz que guía en la miseria.

Pase gráfico del musical ‘Los Miserables’Eduardo ParraEuropa Press

Madrid, un reto y una necesidad de cambio

Opina Mackintosh que, dentro del panorama mundial de musicales teatrales, «Madrid está en un lugar muy interesante, pero necesita tres o cuatro grandes teatros». Afirma que el talento existe, pero que son «los políticos los que deben pensar las cosas, tener la intención de hacer una inversión que traería enormes suministros de turismo». Un cambio que, añade, también debería de hacerse en teatros, como el Apolo, a pesar de que muchos cuentan con estructuras protegidas. Adaptar dicho espacio a «Los miserables» ha sido «un reto» de 4 años, un trabajo que ha permitido «hacer que el espacio se vea tan grande», añade.