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«Obabakoak»: en vasco y en Madrid

Calixto Bieito presenta en el Valle-Inclán cuatro funciones, una de ellas en euskera, del clásico escrito por Bernardo Atxaga

El escenario principal del Valle-Inclán acogerá la función de Calixto Bieito durante cuatro días
El escenario principal del Valle-Inclán acogerá la función de Calixto Bieito durante cuatro díaslarazon

Calixto Bieito presenta en el Valle-Inclán cuatro funciones, una de ellas en euskera, del clásico escrito por Bernardo Atxaga

Una conversación con Calixto Bieito (Miranda de Ebro, 1963) es todo lo contrario a sus montajes. El desenfreno que se vive sobre sus tablas, ya sea ópera o teatro, pasa a una calma total cuando el director abre la boca en privado. Aun así, cuesta dar con él. Primero, porque la rotura del giratorio ha trastocado la rutina de los ensayos de «Simon Boccanegra» en la Ópera de París; y, luego, por la extenuación del final de la jornada: «¿Te importa que hablemos en otro momento?», suplica un Bieito jadeante. Ya repuesto, la charla se pospone unos minutos, hasta que entrevistado y entrevistador coinciden. Y «voilà». Pero el encuentro no es –que bien podría serlo– por el estreno en Francia, donde «ya está todo solucionado, esto es como la Volkswagen», ríe, sino por la llegada del mirandés a Madrid con «Obabakoak», la pieza con la que se presentó en el Arriaga de Bilbao como director del mismo «porque adoro la novela, que es algo subjetivo», se sincera, «pero también porque tenía ganas de escuchar las palabras de Bernardo [Atxaga] en euskera. Me parecía un reto hacer llegar mi idea de que los teatros te deben llevar a sitios a los que no imaginabas ir».

Sin espacios en blanco

Son los argumentos de un hombre que no se detiene, que va de un lado a otro movido por una agenda sin espacios en blanco por culpa de una responsabilidad con el arte que no le deja disfrutar de otra cosa: «Necesito mis espectáculos», aunque eso no le permitan ni pasear. «¿Qué tal Madrid? ¿Está bonito?», pregunta a través del teléfono y dolido aún por no haber podido comprobarlo durante su última y fugaz visita a la capital con «Die Soldaten». «Y ahora con “Obabakoak” me va a pasar lo mismo», lamenta Bieito. Hasta ahí llega su compromiso con una cultura que «me hace sentir libre». Es el síndrome de Estocolmo que asume gustoso pese a que ni le permita asistir a la puesta de largo del montaje en el Valle-Inclán el día 25. Se dejará ver en la presentación de la víspera y vuelta al tajo en cualquier otro lugar del mundo. Confía sin dudarlo en un proyecto rodado que ha visitado Bilbao, Barcelona, Santurce, Vitoria y San Sebastián en el último año, y que ahora recala en la sala grande de Lavapiés con un estreno en euskera y tres funciones más en castellano. Porque aunque no hable vasco, él se remanga y se mete en faena. «Soy muy curioso de las lenguas», dice dejándose llevar por su oído. Sorprendido por la «sonoridad» del ruso y por «la facilidad con la que el checo se te mete en la boca», Bieito es un purista de los idiomas: Ibsen en noruego, Strindberg en sueco, Williams en inglés y Dostoyevski en ruso. «Si no, no suenan igual».

Reglas de Bieito que cumple su versión libre del original de Atxaga, referencia de la literatura vasca –y Premio Nacional de Narrativa en 1989– desde hace tres décadas exactas. Efeméride que obliga al autor a regresar a Obaba casi sin quererlo: «No pienso volver como escritor», cuenta rendido a una realidad que le reclama. Hoy, sin ir más lejos, en Pamplona para hablar, de nuevo, de su hijo treintañero. «Para mí es como una isla desierta con su fauna y su flora propias. Pues con este libro pasa igual, tiene un fondo poético único. Será eso lo que le hace parecer todavía con vida», explica Atxaga.

Un universo exclusivo

Pero el universo Bieito también es exclusivo y por eso el director no se ha ceñido a lo de 1988. «Ha sabido dejar las cosas rurales al margen y apostar por el lado expresionista», cuenta un autor que busca despegarse de las versiones: «Si me preguntan, respondo, pero prefiero dejar a la gente tranquila». Así que, con esas, el director se metió a reimaginar una historia en la que ha potenciado las bicicletas, el centroeuropeísmo y los trenes. «Me obsesioné por lograr esa sensación del viaje a la locura de un escritor, pero sin querer hacer toda la obra», recuerda Bieito de una «novela ejemplar», la define. «Lo tiene todo: infancia, recuerdos, metateatralidad, agua fresquita, la utopía de la literatura... Obaba es muchas cosas». Huye del folclore vasco «porque no es eso, es mucho más grande. Va de lo particular a lo universal. Pero, aun así, no he convertido nada, solo he intentado entender la novela y para ello me fui a Asteasu, el pueblo de Bernardo. Un trabajo de campo importante que me hizo ver que tiene mucho de la cultura del País Vasco, de Europa y del mundo». Veintiséis cuentos que ahora se convierten en un puzle no lineal que, entre la fantasía y la realidad, cumple con una de las frases de la obra: «Lo que el azar ha dispersado que el autor no lo ordene».

Dónde: Teatro Valle-Inclán (Plazuela de Ana Diosdado, s/n). Madrid.

Cuándo: del 25 al 28 de octubre.

Cuánto: 20 y 25 euros.

¿Qué quieres para tu futuro?

Mientras la sala grande del Valle-Inclán recibe a Bieito y a los suyos, la Francisco Nieva también se viste de estreno para acoger «Generación Why» –del 23 al 28 de octubre, en la imagen–, una creación colectiva de Teatro En Vilo que hará una pregunta: «¿Qué quieres en tu futuro?». Será el punto de partida para imaginar un destino en el que quedarán al descubierto las esperanzas, ambiciones y miedos de toda una generación abrumada por la altura de sus sueños.