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Estreno

'El Orgullo de quererte': el barrio de Chueca ya tiene una zarzuela

Javier Carmena convierte esta puesta de largo en el Canal en un hito en el que se abraza a la tradición para levantar una obra que rinde homenaje a la fiesta madrileña

El tenor Enrique Viana es uno de los protagonistas del estreno David Mudarra

Aterriza en Canal un montaje calificado de «insólito». Para Ruperto Merino –director general de la casa–, estamos ante «una de las producciones más emblemáticas de la temporada». Y es que no todos los días, ni años, ni décadas, se estrena una zarzuela. Se celebró, con razón, la puesta de largo de «Policías y ladrones» (2022), de Tomás Marco: el primer estreno del (mal llamado) «género chico» en casi medio siglo; y se hará lo propio con «El Orgullo de quererte» cuando mañana levante el telón en los Teatros del Canal. En boca de su director de escena, Albert Boadella, «estamos ante un gran acontecimiento histórico dentro del mundo de la zarzuela», señala quien avisa del «vacío inmenso» que existe tras Sorozábal.

Un hito que empieza y termina en Javier Carmena, cantante, compositor y «tirano amable con mano dura de seda», como lo define, entre risas, Felipe Nieto –responsable del libreto–. Hace años que Carmena comenzó con un proyecto en el que, afirma, ha hecho «lo que me ha dado la gana. Me he dado a la fantasía». Una cosa tenía clara el músico: quería seguir los códigos de los grandes del género; por lo que los Pablo Sorozábal, Francisco Alonso, Federico Moreno Torroba, Ruperto Chapí y compañía se dejarán ver, a su manera, por la escena de la Sala Roja Concha Velasco hasta el 20 de septiembre.

El objetivo que se propusieron libretista y compositor hace ya más de una década fue el de «revitalizar la zarzuela de gran formato respetando su forma tradicional y actualizando la temática para traerla al presente y a los nuevos públicos», defienden. La idea de la dupla era clara: mantener la musicalidad, la forma y el aire inconfundible de la zarzuela, pero dando un paso adelante y situar la acción «en un marco temático actual».

No romper con el pasado

«En una época en la que la mayoría de los artistas quiere romper con el pasado me parece que uno de los grandes méritos de este montaje es que no vaya por esa estela. El compositor tiene la inteligencia y la humildad de seguir esa tradición», reflexiona Boadella –que comparte la dirección escénica con Martina Cabanas– tras escuchar la música de Javier Carmena por primera vez. «La composición es brutal. El trabajo de Javier lo tiene todo de la tradición. Decía Vives que las melodías las tenían que cantar los limpiabotas; pues aquí las van a cantar hasta los repartidores de Glovo porque se trata de melodías que se pegan y te conmueven», añade Cabanas.

En «El Orgullo de quererte» hay sitio para todos y para todo: chotis, pasacalles, foxtrots, coplas, boleros, pasodobles, fandangos... Lo que sea necesario para recrear esas fiestas del Orgullo que cada año sacan al barrio de Chueca a la calle. «Queríamos una obra que se desarrollase en una fiesta de Madrid; la verbena de La Paloma, San Antonio de la Florida y San Isidro ya tienen su zarzuela, así que pensamos en el Orgullo por azar», asegura Nieto de este «romance madrileño en tres actos».

Tras una versión de concierto semiescenificada, en 2022 y también en el Canal, «El Orgullo de quererte» llega ahora a los escenarios en una versión completa y con una propuesta escénica que el equipo define como «original y ambiciosa». Celos, amor, miedo, drogas y libertad se mezclan en una partitura «eléctrica y rica» que rinde homenaje a esa tradición «desde una mirada inclusiva, contemporánea y cargada de vitalidad», presentan.

La acción sigue a Tadeo, que llega a Madrid con una maleta «cargada de ilusión y muchas ganas de juerga» para vivir su primer Orgullo. Por allí desfilarán algunos de los tipos que podemos encontrar en la capital actual. «En el universo particular de Chueca aún se puede reconocer la idiosincrasia del chulaperío, las modistas, los gañanes, los señoritos y las damas que reconocemos en la zarzuela de siempre», anuncia el programa de mano de estos 18 números.

Ambientada en las celebraciones madrileñas, la obra se desarrolla así en el entorno urbano de hoy. Su música y texto invitan sobre «temas universales que resuenan más allá de generaciones y contextos». Así, el hilo conductor de la obra lo componen «los recuerdos del glamuroso y malvado P.J., quien, como un viajero del tiempo, baja y sube por la chimenea de su memoria. Desde el futuro, en una ya irreconocible Plaza de Chueca, este personaje evoca aquellas fiestas en las que perdió el favor de su amado Alonso y todo su mundo desapareció».

Las locuras del tenor

Además de los citados, dentro del equipo de la zarzuela sobresalen otros dos grandes nombres de la escena nacional: Enrique Viana y Alondra de la Parra. El tenor, por su parte, da «gracias» a los presentes por «dejarme hacer mis locuras. Parece que gustan», ríe durante las explicaciones de un montaje en el que, cuenta, «se tratan temas de hoy, como el de un hombre cobarde que no se atreve a enfrentarse a la sociedad y otro que sí tiene valor. Una historia de amor muy bonita con todos los satélites de alrededor», sostiene un Viana «enamorado» de la música de Carmena. «¡Es la bomba! ¡Va a ser un éxito del carajo», festeja.

Y al frente de la orquesta está De la Parra, directora titular y artística de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM), que también celebra otra de las decisiones del compositor, el de la orquestación: «Más operística que de zarzuela», puntualiza de los 68 músicos que llenarán el foso de la sala grande del Canal.

Más allá de la música, la mexicana destaca los diálogos «brillantes y sumamente divertidos»; y, ya en su terreno, habla de una partitura «con un rango estilístico enorme. Tiene cosas impresionistas, otros momentos muy verdianos, muchísimo de zarzuela y al mismo tiempo un lenguaje muy de él, de Javier», dice apoyando la tesis de Cabanas de esas «melodías pegadizas»: «No se van de la cabeza. Yo se las canto a mis hijos».

Silencio, dejen paso a la música

►Boadella se apoya en aquello que dijo Schopenhauer de que, cuando la música comienza, las palabras tienen que capitular. Prácticamente hay que escuchar, callar y disfrutar. «Esta es la realidad», asiente el director catalán. Él, junto a Cabanas, ha «visualizado la música» para su puesta en escena: «No hay que decir grandes cosas en la representación porque la partitura de Javier Carmena lo cuenta todo», explica un hombre que también aprovecha la ocasión para criticar a los directores que ponen la acción por encima de la música. «El 80% no es la palabra. Hay que hacer que la música hable y ese es un trabajo limitado», afirma.