¿Hay límites para la comedia?

Putin, o la tragedia humana con mucho humor

Después del éxito de "El bar que se tragó a todos los españoles", Alfredo Sanzol vuelve a colocarse al frente de una obra de gran formato en el Centro Dramático Nacional

La pieza cuenta la historia de una compañía de teatro ucraniana durante la invasión rusa
La pieza cuenta la historia de una compañía de teatro ucraniana durante la invasión rusaLuz Soria

¿Hay límites para la comedia? ¿Qué es susceptible de ser tratado con humor y qué no? ¿Se puede hacer una comedia sobre un tema tan trágico y candente como la guerra de Ucrania?... Todas estas preguntas, que copan en los últimos tiempos los debates en torno a la libertad de expresión, la libertad de creación artística y, en definitiva, la libertad para pensar el mundo desde una óptica diferente, más emocional, más surrealista, más descreída o, incluso, más inteligente para algunos, han pasado por la cabeza de Alfredo Sanzol antes de decidirse a escribir y poner en pie Fundamentalmente fantasías para la resistencia, una función para diez actores que ha producido el Centro Dramático Nacional (CDN) que el propio Sanzol dirige.

El dramaturgo ha escrito un texto a medida de seis intérpretes a los que conoce ya muy bien: Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón, a los cuales se han sumado Pablo Márquez, María Moraleja, Julia Rubio y Pepe Sevilla. “El reparto estaba antes que la obra”, confiesa el director, que define la misma como “épica, romántica, de aventuras, trágica y, al mismo tiempo, muy cómica”. En efecto, esa dimensión cómica, casi un sello de identidad en el estilo teatral de Sanzol, puede llamar la atención en esta ocasión si tenemos en cuenta que la propuesta nace “como una respuesta a la invasión de Ucrania”. “Yo en realidad estaba escribiendo otra obra –explica-; pero, cuando esto ocurrió, me dije a mí mismo que tenía que escribir algo al respecto por puro compromiso con mi trabajo y con mi persona. Eso no quiere decir que luego, al tratar un tema así, no tuviera inseguridades. Muchas veces nos preguntamos si se puede responder con humor a un tema tan serio; pero lo que cabría preguntarse es si es posible responder de manera seria a un hecho tan trágico. Y yo creo que ante una tragedia así hay que responder con humor; ese humor, la imaginación y la fantasía a mí me han salvado la vida; creo que grandes herramientas contra la violencia y que sirven para entender la realidad. una reivindicación de la fantasía como forma esencial para escapar y, de este modo, entender la realidad. El humor tiene tanta fuerza que por eso siempre ha sido atacado desde todos los lados”.

Fundamentalmente fantasías para la resistencia cuenta la historia de una compañía de teatro ucraniana que, al estallar la guerra, decide seguir trabajando dentro de un refugio y “usar el arte como resistencia”. En esa historia convergen dos tramas: por un lado está la de los propios actores ensayando una función que se llama Pin, pan, Putin a las órdenes de una directora a la que da vida Natalia Hernández, y con Juan Antonio Lumbreras en el personaje del actor que, a su vez, debe interpretar el papel de Putin; por otro lado, está la trama, en un plano trágico, de la propia guerra que se está desarrollando fuera de ese búnker, con la inexorable presencia de la muerte. “Lo difícil era encontrar el punto donde confluyeran las dos historias –dice Sanzol-, y creo, aunque no pueda desvelar mucho, que lo hemos logrado”.

  • Dónde: Teatro Valle-Inclán, Madrid. Cuándo: hasta el 16 de abril. Cuánto: 20 y 25 euros.