Teatros del Canal

Sol Picó es una "titana"

La bailarina y coreógrafa presenta en los Teatros del Canal una reivindicación del baile profesional más allá de los 50

Sol Picó estará en Madrid los días 10 y 11 de febrero
Sol Picó estará en Madrid los días 10 y 11 de febreroFabian Kriese

Cuando se produjo esta entrevista, Nebulossa (Mery Bas, 1968; Mark Dasousa, 1974) todavía no había puesto rumbo a Suecia, pero la victoria de su Zorra para representar a España en Eurovisión es justo por lo que lucha Sol Picó con las Titanas, el arte del encuentro que presenta en los Teatros del Canal (10 y 11 de febrero): la reivindicación de las artistas de "más de 50" encima de los escenarios. "Luchar por la visibilidad de la madurez, que no hay mujer mujeres de nuestra edad sobre las tablas", sintetiza la bailarina y coreógrafa sobre una excepción, sobre todo, en la danza.

Junto a Charlotta Öfverholm y Natsuki, su mensaje es directo: "Estamos aquí porque tenemos ganas de seguir luchando, bailando, de contar historias, encontrarnos y compartir nuestros mundos con el espectador". No le gusta hablar de traspasar su "sabiduría" al público, le da cierto pudor. Prefiere la palabra "mochila", "toda esa carga, madurez, que llevas es importante porque hay que acostumbrar a la sociedad a que no todo puede ser efímero, bello, rápido".

Esta tríada de "diosas guerreras, decididamente poderosas, eufóricas y optimistas", presentan, renace creando un nuevo universo ideal y fantástico, sin normas que cumplir ni arquetipos en los que encajar. Pero ¿cómo es la utopía de Sol Picó? "Un lugar en el que se eliminen las barreras de todo. Generar magia sin fronteras. No hace falta que todos seamos de la misma edad o color. Para mí, la diversidad es el enriquecimiento".

Charlotta Öfverholm, Natsuki y Sol Picó cubrirán sus rostros durante buena parte de la pieza
Charlotta Öfverholm, Natsuki y Sol Picó cubrirán sus rostros durante buena parte de la pieza .
Lo suyo, desde luego, es una función cocida a fuego lento entre tres mujeres que superan la barrera de los 50 años. "Yo tengo 57", dice con orgullo, aunque se reserva decir la edad de sus compañeras "por si ellas no quieren decirlo", ríe. Sol Picó no pierde la sonrisa ni cuando asume que "en general, la sociedad nos deja de mirar".

−Muchos dirían que no es un tema con el que bromear...

−Intento no perder el humor. Pese a la problemática, mejor tomárselo con alegría, aunque eso no significa que lo reivindique profundamente.

Charlotta, Natsuki y Sol Picó, tres mujeres muy diferentes entre sí que se han unido por un encargo del Palau de les Arts de Valencia: "Para mí es importante compartir con gente de todas partes del mundo. Charlotta hace un trabajo muy físico; Natsuki une la danza contemporánea con la danza butoh y yo me muevo entre la danza física, la interpretación y el mundo teatral", explica de una mezcolanza que va de Estocolmo a Valencia pasando por París. ¿Y cómo se unen estilos diferentes? "No ha sido fácil", aunque reconoce que la clave, "el líquido amniótico", ha estado en una cuarta "titana", Judit Farrés, responsable de la creación y dirección musical. "Nos ha ayudado a amalgamarnos y ha desarrollado la música a nuestro lado".

Importante también es la iluminación de Milosh Luczynski. "Otro mundo", asegura Picó. La pieza huye con ello de las luces tradicionales y apuesta por proyecciones que dan sentido "a cada escena". Y añade: "También el coro de doce diosas que nos acompaña".

Explica la bailarina que el 2024 es un momento "especial" por el 30 aniversario de la compañía que lleva su nombre. "Este año, cada espectáculo está siendo un poco un alegato emocional de lo que siento en la vida. Quiero compartir y mimetizarme con el público". Los 57, por mucho que el espíritu se mantenga como hace años, pesan cuando se apagan los focos. "Es complejo, dificilísimo, durísimo −resopla−. Sales del escenario y el cuerpo...".

Pero ese es un problema fuera de las tablas. Mientras el espectáculo esté vivo, ahí, no hay carnés que marquen la edad. Y para demostrarlo, las tres Titanas hacen buena parte de la representación con máscara. "Queremos que la identidad se diluya". Sus movimientos son de veinteañeras si hiciera falta, pero no, son de ellas. Porque están aquí para reivindicarse, así que es entonces cuando se dejan ver los rostros. Toca decir que "hemos sido capaces", celebra de una obra que se plantea como "un encuentro en una plaza con tus colegas. Luego cada uno desarrolla su mundo y vamos entrando las demás hasta que nos fusionamos y creamos un espacio de absoluta locura, un delirio que genera polémica".

−¿Polémica?

−Mucha gente me pregunta por un espacio en el que todo vale y les digo que para lo poco que me queda en el convento hago lo que me dé la gana guste o no.