Flamenco

Távora sube al escenario a un caballo para expresar la belleza del toreo

Bailaores como toreros y rejoneadores, burladeros, alguacilillos, cante jondo y un caballo que "baila"sobre el escenario evocando una vida centrada en las corridas, en su belleza y en su dramatismo. Son los elementos de "Memorias de un caballo andaluz", el último espectáculo de Salvador Távora.

El escenario de los Teatros del Canal de Madrid se transforma desde mañana y hasta el 27 de enero en un coso taurino sobre el que se desgranan "la poética de los sentidos y la emoción"que, en palabras del dramaturgo, caracterizan esta obra, estrenada en Barcelona -donde están prohibidas las corridas- y representada en Sevilla.

Los mundos del toro y del caballo, tan íntimamente vinculados, se unen aquí al desgarro de una guitarra española, al "quejío"de una voz por fandangos y martinetes, a un piano por unos momentos solista y por otros acompañante de pasodobles grabados y a la reivindicación social que "nunca"ha abandonado la obra de Távora, según la copropietaria de la compañía La cuadra de Sevilla, Lilyane Drillon.

Caben, convertidas en baile flamenco, la cornada por la que a un torero se le escapa la vida y la muerte del toro con rejones, aunque el único animal presente en este espectáculo -además de una cabeza de toro que preside el escenario- sea un caballo que, "baila"sobre el escenario guiado por su jinete, gracias a su entrenamiento de doma.

Y "el compromiso", porque "el teatro no puede separarse jamás de los problemas de la sociedad cotidiana", dice Távora. Así, un hombre se equipara a un toro acorralado al que hieren cuando intenta buscar la libertad o afronta la dolorosa emigración por falta de oportunidades.

El dramaturgo canaliza este compromiso con Andalucía y con España, y el sentimiento de sentirse "agredido"por lo que está aconteciendo en el país a través de "la belleza inenarrable que, pese a la polémica, encierra el mundo del toro: geometría, color y emociones, y la muerte en vivo, imposible en otro espectáculo".

"Si el teatro resiste a los musicales, a los grandes eventos, es por su autenticidad, por el piel a piel, por su cercanía, y todo ello está presente en este espectáculo"de teatro flamenco, que tiene "mucho de reconsiderar sobre ver la muerte", ha considerado.

Al igual que no hay una historia en una corrida de toros, que se articula en tres tercios, "Memorias de un caballo andaluz"no tiene un argumento definido, aunque "su guión son los pasodobles", ha referido Drillon, ya que son el hilo conductor de bailes, rituales y momentos de crueldad y de ternura.

De Távora ha destacado su socia que, desde que debutó con La cuadra de Sevilla hace 40 años en Madrid, introdujo "un antes y un después en el flamenco", al darle preponderancia a su "reivindicación social, a su dolor".

Cuatro décadas después, su obra se sigue caracterizando por "no dejar de lado su compromiso social sin hacer un panfleto", de modo que en "Memorias de un caballo andaluz"también están presentes los movimientos sociales que claman actualmente en las calles frente a una cartelera teatral en la imperan "las obras de diversión", ha manifestado Drillon.

Por su parte, el director artístico de los Teatros del Canal, Albert Boadella, ha destacado de Távora "el valor de la continuidad, esencial en este oficio, en una forma de entender la escena que no sucumbe a los cantos de sirena de la modernidad y que incide en un compromiso con una cultura propia que tiene unos ámbitos de lenguaje, de formas, de una grandeza artística enorme".