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Temporada Alta, más contemporáneo que teatral

larazon

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Hasta 87 programadores teatrales provenientes de 12 países diferentes han pasado estos últimos días por Gerona en la semana que Temporada Alta dedica expresamente a estos profesionales
Hasta 87 programadores teatrales provenientes de 12 países diferentes han pasado estos últimos días por Gerona en la semana que Temporada Alta dedica expresamente a estos profesionales mostrándoles algunas de las propuestas más interesantes del prestigioso festival. Entre ellas, Macho man, el último espectáculo, si es que se puede llamar así, del conocido director catalán Àlex Rigola. En realidad, se trata de una instalación escénica de carácter documental sobre la violencia machista. El público que asiste a verla se desplaza por distintos espacios entrando en contacto en un plano íntimo y sosegado con el horror sufrido por las víctimas. Ese clima de confianza que trata de crear Rigola entre la tragedia cotidiana del maltrato y el mundo interior del espectador ha llegado a conmocionar a los asistentes hasta el punto de obligar a los responsables del festival a facilitar asistencia psicológica, si así lo necesitan, tras los 50 minutos que dura la exhibición. “La verdad es que nos hemos encontrado de todo en los pocos días que lleva abierta al público–reconoce el director con tristeza-. Sobre todo, en la gente joven. Algunos ven reflejado en la instalación su propio entorno familiar; otros incluso se han llegado a reconocer allí como víctimas. Contábamos con dos psicólogos y hemos tenido que requerir el apoyo de otro más”. La propuesta, que ha sido fruto de “10 meses de trabajo” según su creador, llegará a Madrid, a los Teatros del Canal, en febrero de 2019.
También recalará en la capital el año que viene, pero en este caso en El Pavón Teatro Kamikaze, The generosity of Dorcas, el último trabajo del controvertido director belga Jan Fabre. El estreno en Gerona de este espectáculo de danza se vio anoche mínimamente afectado por un puñado de manifestantes que, a la entrada del Teatre de Salt, invitaban al público a devolver su entrada como protesta por la inclusión en la programación de un artista que está siendo investigado en su país por acoso sexual y laboral, tras las denuncias vertidas en una carta abierta que firman 20 trabajadores de su compañía Troubleyn. Al ritmo de la música de Dag Taeldeman, el bailarín Matteo Sedda ejecutaba con pericia este solo, bastante largo para lo que en realidad da de sí, que propone un recorrido por las distintas identidades de género que hoy reivindican algunos colectivos.
Si pasamos por alto Immortal, un monólogo de humor protagonizado por Bruno Oro cuya factura extremadamente convencional hace que no encaje en un festival que presume, precisamente, de acoger solo “creación contemporánea”, llegamos al último plato fuerte del fin de semana: Uncanny Valley. Se trata de una original propuesta de la compañía alemana Rimini Protokol que, casi en clave documental, reflexiona sobre la difusa frontera entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial. Lo verdaderamente curioso de la función es que está protagonizada nada menos que por un androide.
En líneas generales, una oferta para los programadores y para el público la de estos días caracterizada más por lo que, en efecto, hay en ella de contemporánea o vanguardista que por su exuberancia netamente artística o teatral. Hasta el día 10 de diciembre seguirá en pie esta edición, la 27ª ya, de Temporada Alta.

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