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Estreno

La utopía pedagógica de Francisco Ferrer, tan antigua y actual

El veterano director José Luis Gómez regresa al Teatro de la Abadía con una obra que ahonda en esta controvertida figura y en su avanzado modelo educativo

De izda. a dcha., David Luque, Lidia Otón y Ernesto Arias
De izda. a dcha., David Luque, Lidia Otón y Ernesto AriasLucía Romero

En 1909, una vez sofocados los disturbios que se produjeron en Barcelona durante la Semana Trágica, en la que murieron 78 personas y hubo más de medio millar de heridos, el gobierno de Maura depuró responsabilidades y condenó a muerte a cinco personas como principales instigadores de aquella suerte de motín que se originó como respuesta a la movilización de soldados reservistas para combatir en la guerra de Melilla. Uno de esos condenados fue Francisco Ferrer Guardia, el pedagogo anarquista que pocos años antes había fundado la Escuela Moderna, un proyecto educativo revolucionario en aquel momento que propugnaba una educación laica, mixta, racionalista, humanista y libertaria.

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Las protestas contra la sentencia a muerte a Ferrer Guardia -dictada en un consejo de guerra, según muchos historiadores, manipulado y lleno de irregularidades- se extendieron muy pronto por todas partes. A pesar de las numerosas peticiones de revisión del juicio y de conmutación de la pena, Maura no se echó atrás y el anarquista catalán acabó fusilado. La situación política, sin embargo, se volvió insostenible: la ejecución había dañado, más si cabe, la imagen de España en el exterior y el presidente del gobierno perdió incluso el favor de Alfonso XIII, por lo que finalmente se vio forzado a dimitir.

La importancia de formar actores

Poco más de un siglo después, Ferrer Guardia se convierte en personaje teatral de un montaje con el que José Luis Gómez regresa, para hablar de educación, al Teatro de La Abadía que él mismo fundó hace 30 años y en el que tan importante fue, bajo su dirección, la formación de actores. No en vano, el elenco lo forman cuatro intérpretes que pasaron por sus manos hace mucho tiempo en esa casa, que se conocen muy bien en el escenario y que hoy son ya consagrados y aplaudidos profesionales: Ernesto Arias, David Luque, Lidia Otón y Jesús Barranco.

Echando un vistazo al programa de mano, tal vez llame la atención que la obra, titulada ‘Francisco Ferrer ¡Viva la Escuela Moderna!’, esté firmada por un dramaturgo belga, Jean-Claude Idée; pero es que, precisamente, Bélgica fue uno de los países donde más y mejor calaron el pensamiento del pedagogo español y los principios de su Escuela Moderna. El texto aborda la figura de Ferrer Guardia a partir del proceso judicial que vivió y de los testimonios de tres mujeres muy importantes en su vida: su primera mujer, Teresa Sanmartí; su hija Soledad y su alumna y benefactora Ernestina Meunier. Testimonios a veces contradictorios que sirven para dar buena idea sobre lo controvertida y compleja que fue la personalidad del protagonista, tal y como señala Ernesto Arias, que es el encargado, en este coral trabajo, de darle vida: “En la obra se apunta todo; de hecho, su primera mujer, interpretada por Lidia Otón, lo pone a caldo. También se apunta cómo el juicio se manipuló, posiblemente con la intención de eliminarlo como fuera, porque era una persona molesta con ideas molestas. Pero, sobre todo, lo que se aborda en la función es su propuesta educativa; una propuesta que no se pudo desarrollar del todo, y que se basa en principios que, a día de hoy, siguen sonando pertinentes y necesarios. Es una obra que habla de la importancia de la educación para que la ciudadanía sea justa, sea libre y sepa que no hay derecho sin deber ni deber sin derecho”.

Eso en cuanto al fondo; en lo que se refiere a la forma, aclara Arias que tanto el texto -traducido al castellano por Pollux Hernúñez- como la puesta en escena “plantean la historia variando los planos temporales, espaciales y de dimensión”. “José Luis (Gómez) enseguida estableció un juego, podríamos decir, poético -explica el actor-. La puesta en escena está despojada de artilugios y de grandes artificios escénicos, y se centra en el actor, el cuerpo y la palabra. Hay un movimiento casi ritual, para que las escenas estén muy muy claras. A veces incluso se habla con el público. Tiene un punto de teatro documento, también, en algunas partes”.

Después de haber coincidido en cerca de ocho montajes -ni siquiera el propio intérprete recuerda la cifra exacta-, Arias se reencuentra en plena madurez profesional con un veterano director, José Luis Gómez, crucial en su carrera, aunque tremendamente exigente con sus actores y, quizá por ello, no siempre unánimemente valorado por todos ellos en cuanto al trato recibido. A este respecto, el protagonista de ‘Francisco Ferrer ¡Viva la Escuela Moderna!’ se muestra conciliador: “Es cierto que José Luis ha sido un director muy muy exigente, hasta límites casi... incomprensibles; digo ‘incomprensibles’ porque creo que así no se puede sacar nada del actor. Pero también es verdad que no tiene nada que ver el José Luis con el que trabajé por primera vez hace 30 años, que te marcaba absolutamente todo, y el de ahora, que ha confiado plenamente en nosotros. En realidad, en todos esos años entre medias, ningún proyecto fue igual al anterior. Creo que ha evolucionado mucho, como también vamos evolucionando mucho los actores; y, en lo que se refiere a mi caso concreto, esa evolución ha estado encaminada a confiar cada vez más en mí como actor. Cada uno, eso sí, tendrá su experiencia personal, y quizá no sea igual que la mía”.

  • Dónde: Teatro de la Abadía, Madrid. Cuándo: hasta el 7 de diciembre. Cuánto: 25 euros.