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Feria de San Fermín
Silenciosos, rápidos y certeros, los pastores de San Fermín son una figura esencial para el buen desarrollo de los encierros en Pamplona. Su presencia, aunque discreta, garantiza que cada carrera se realice con la máxima seguridad para corredores, toros y público. Y no solo participan en los encierros matutinos: también son pieza clave en actos como "El Encierrillo" o las sueltas de vaquillas.
Desde la Edad Media, estos hombres han guiado a los toros por las calles pamplonesas con una maestría que combina experiencia y sangre fría. Nombres legendarios como "Rastrojo" o "Chichipán" siguen resonando en la memoria colectiva, aunque hoy son relevados por una nueva generación que mantiene viva esta herencia con rigor profesional. Entre ellos, destaca el nombre de Miguel Reta, todo un talismán para los corredores más experimentados.
En cada encierro participan entre ocho y diez pastores. Cada uno cubre un tramo de aproximadamente 100 metros a lo largo de los 876 que conforman el recorrido completo. Estos tramos están cuidadosamente distribuidos en puntos estratégicos, y los relevos entre pastores se efectúan con precisión casi quirúrgica.
La clave de esta logística es la coordinación. Cada pastor conoce su lugar, sus tiempos y su función. No hay margen para el error: una decisión tardía puede poner en riesgo la integridad de toda la manada o provocar situaciones peligrosas para los corredores.
Ser pastor en San Fermín no es un oficio improvisado. Se requiere una formación intensiva y años de experiencia en el manejo de ganado bravo. Además de una excelente condición física, los pastores dominan técnicas especializadas de recorte, que les permiten intervenir de manera efectiva cuando un toro se separa del grupo o muestra signos de agresividad.
El conocimiento del comportamiento del toro es otro pilar de su preparación. Reconocer señales de nerviosismo, jerarquías dentro de la manada o reacciones ante estímulos externos les permite anticiparse y actuar con rapidez.
Antes de cada encierro, los pastores realizan una inspección minuciosa del recorrido. Curvas cerradas, zonas estrechas o cambios de pendiente son analizados con detenimiento para diseñar estrategias de actuación en caso de complicaciones.
Asimismo, la coordinación con servicios de emergencia es constante. La comunicación fluida entre pastores, policía y equipos sanitarios permite una reacción inmediata ante cualquier incidente, reforzando así el dispositivo de seguridad que rodea a las fiestas.
Aunque su protagonismo sea más técnico que mediático, los pastores representan uno de los pilares invisibles que sostienen el corazón taurino de San Fermín. Su labor, marcada por el respeto al toro, el conocimiento de la tradición y un compromiso inquebrantable con la seguridad, es una muestra del equilibrio entre lo ancestral y lo profesional que define estas fiestas únicas en el mundo.
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