
Ferai de San Isidro
¿Por qué todos los corredores del encierro quieren tocar la mano de Miguel Reta en Mercaderes?
Figura clave de los encierros pamploneses, su saludo es una tradición espontánea que simboliza respeto, emoción y conexión con la fiesta

Antes de que el cohete anuncie la salida de los toros desde los corrales de Santo Domingo, en un rincón muy concreto de la calle Mercaderes, decenas de mozos hacen cola. Pero no lo hacen para lograr mejor posición ni por superstición banal. Lo hacen para estrechar la mano de Miguel Reta, el pastor navarro que, desde hace más de tres décadas, encarna la serenidad, el respeto y la experiencia dentro del caos del encierro.
Nacido en Pamplona en 1966, Miguel Reta es más que un simple pastor: es ingeniero técnico en explotaciones agropecuarias y trabaja en Intia como secretario técnico de razas bovinas en peligro de extinción. Su conexión con el toro no es circunstancial ni folklórica. Es ganadero de "Casta Navarra" y un defensor riguroso de su conservación, lo que refuerza su vínculo con la esencia más profunda de la fiesta.
Reta se inició en el encierro como corredor, pero fue en 1994 cuando asumió su actual papel como pastor, debutando en la Cuesta de Santo Domingo. Desde entonces, ha sido una figura indispensable en la curva de Mercaderes, tramo complejo del recorrido donde su temple resulta decisivo. La manada se estira, el número de corredores se multiplica y la posibilidad de accidente se dispara. Ahí, Miguel impone orden sin ruido, solo con mirada y vara.
Pero si hay algo que lo ha convertido en una leyenda viva de los Sanfermines es la costumbre de saludar a los corredores con un apretón de manos justo antes del encierro. Un gesto que comenzó de forma natural y que hoy es ya una tradición informal cargada de simbolismo. Muchos lo viven como una bendición laica, como una forma de encontrar calma antes del riesgo.
A lo largo de los años, Miguel Reta ha ganado el respeto de corredores, autoridades y aficionados. Su labor ha sido reconocida por entidades como la Federación Taurina de Navarra, y su figura se ha elevado por encima de la pura función logística para convertirse en emblema emocional de las fiestas. La calle Mercaderes no se entiende sin él, ni los encierros sin su presencia sosegada.
“Tengo el mismo miedo que el primer día”, ha confesado en alguna ocasión, dejando entrever que la valentía en este ritual no consiste en la ausencia de temor, sino en saber lidiar con él. Miguel Reta lo hace cada mañana, vara en mano, frente a los toros y junto a los mozos. Y siempre, antes de empezar, les da su mano. Como quien entrega un pacto silencioso de respeto, tradición y humanidad.
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