
Obituario
El sastre que vistió a Madonna como un torero murió a los 78 años
Desde una sastrería en Utebo hasta los escenarios del pop internacional, su talento rompió moldes más allá de la expresión cultural taurina

Daniel Roqueta no fue solo un sastre. Fue un artesano con personalidad, uno de esos tipos que transforman un oficio en un sello. Murió este sábado en su casa de Utebo, a los 78 años, dejando tras de sí una carrera que cruzó barreras entre lo taurino, la moda y el espectáculo mundial. No es poca cosa: Madonna lució una chaquetilla suya como si saliera por la puerta grande de Las Ventas.
Lo curioso es que todo empezó en 1984, con aguja autodidacta y mucha observación. Roqueta aprendió solo a coser los trajes de luces y se convirtió, sin pretenderlo, en una referencia para figuras como El Juli, Antonio Ferrera, Pepín Liria o Paulita. Su estilo tenía eso que no se compra ni se enseña: identidad. Cada traje tenía algo de quien lo vestía, pero mucho de quien lo hizo.
El salto a la cultura pop llegó de forma inesperada: un diseño que había hecho para Paulita acabó en manos del equipo de Madonna, que buscaba referencias para una de sus giras. El resto es historia. El traje gustó tanto que la artista decidió vestirse de torera sobre el escenario, y Daniel Roqueta entró, sin saberlo, en la iconografía del pop. El brillo del oro taurino se coló en la cultura de masas.
Pero su huella no se quedó ahí. También vistió a la actriz Sarah Jessica Parker con una chaquetilla de luces para una revista, colaboró con Christian Lacroix y Moschino, diseñó para óperas y hasta firmó el manto de la Virgen de la Daurade, en Toulouse. Su firma, reconocible por el cuidado obsesivo del bordado y la estructura, hizo del traje de luces algo más que un uniforme: una declaración estética.
En Zaragoza lo recuerdan especialmente por su aportación a la corrida goyesca del 250 aniversario de la plaza, en 2014. Ese día, no solo vistió a los toreros, sino también al personal de plaza, con un diseño que respetaba la historia pero hablaba en presente. Así entendía él la expresión cultural taurina: con respeto por la raíz, pero sin miedo a saltarse el guion.
Daniel Roqueta se ha ido, pero queda su legado cosido en hilo de oro y seda, repartido entre alberos, revistas de moda y escenarios de todo el mundo. Su vida fue una de esas rarezas que solo ocurren cuando el talento no se conforma con lo que hay. Porque un traje puede ser solo un traje, salvo que lo firme alguien como él.
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