También un día dijo adiós Bombita
Cuando la retirada de una de las grandes figuras del último cuarto de siglo, El Juli, ha sido la gran noticia del final de la temporada, se cumplen 110 años de la despedida de los ruedos de otro d los grandes de la tauromaquia: Ricardo Torres “Bombita”
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El 10 de septiembre de 1913 le habían dado un homenaje en Madrid al que asistieron todos los sus compañeros, El Gallo, Gaona, Regaterín, Manolete, Arriero, etc., y cuya foto fue portada de ABC. Unos días más tarde, el 30 de septiembre, se despidió de La Maestranza sevillana, en un festejo en el que alternó con Rafael El Gallo, su hermano Manuel, Bombita III, y Vázquez II con toros de Gregorio Campos. Estuvo cumbre y salió por la Puerta del Príncipe, en una época en la que aún no había orejas en Sevilla ni necesidad de un número exacto de ellas para salir en triunfo. Y el 16 de octubre lidió su penúltimo festejo. Fue en Valencia, junto a su hermano Manolo y con Paco Madrid, lidiando toros de Murube y logrando un nuevo gran éxito.
Pero su definitiva despedida de los ruedos tuvo efecto el 19 de octubre de aquel año en Madrid. Hizo el paseíllo con Rafael El Gallo, Joselito y Regaterín, que sustituyó al anunciado Juan Belmonte, siendo ovacionado clamorosamente tras matar a su último toro, “Cigarrón” de García de la Lama. Esta última corrida fue a beneficio de su gran obra, el Montepío de Toreros, que fundó y presidió, siendo sacado a hombros de la plaza por sus propios compañeros.
Nacido en la población sevillana de Tomares, el 20 de febrero de 1879, durante su infancia no mostró deseos de ser torero, aunque su hermano mayor, Emilio, que era cinco años mayor, había adquirido ya cierto nombre como novillero. Aunque no quiso estudiar, como era deseo de su padre, entró a trabajar en una imprenta, en la que pronto logró ascender de chico de los recados a corrector de pruebas y ejerciendo también como cuartillero y cajista. Pero la influencia de su hermano, y el acceso gratis a los festejos celebrados en La Maestranza, ya que su padre trabajaba en el desolladero de la plaza, acabó por decidirle a ser torero.
Toreó por primera vez una becerra en el matadero sevillano, comenzando a tomar parte en fiestas y capeas de pueblos hasta que su hermano Emilio decidió ayudarle y le llevaba a tentaderos y hasta a una de las novilladas que toreó en Madrid.
Ricardo debutó como banderillero el 10 de agosto de 1895, en la plaza pacense de Jerez de los Caballeros, yendo a las órdenes de Juan Domínguez “Pulguita Chico”, con quien formó una cuadrilla de “niños sevillanos”, hasta su debut como novillero en la plaza lisboeta de Campo Pequeño.
No fue fácil su etapa novilleril, resultando herido en Madrid, Sevilla y Valencia entre los percances más graves de las 18 cogidas que sufrió en aquel período.
La alternativa llegó el 24 de septiembre de 1899, en Madrid, y aunque estaba previsto que fuese su hermano Emilio quien le doctorase, el no estar éste repuesto de una cornada sufrida en Barcelona, hizo que José García “Algabeño” fuese su padrino y Domingo del Campo “Dominguín” el testigo, siendo el toro Cachucho, del duque de Veragua, el primero que estoqueó en su carrera.
En Sol y Sombra dejó Sentiminetos esta crónica de aquel festejo: “Ricardo Torres, Bombita chico, recibió el grado, o lo que sea, de manos de José García, Algabeño... grande. El ganado era, para variar, del Sr. Duque de Veragua. Los seis toros, exceptuando el cuarto y el primero acabaron con tendencias a la fuga, o barbeando y buscándose defensas en tablas o en caballos muertos. Respecto de Ricardo Torres, poco puede decirse, porque no era toro el segundo que mató para ganarse palmas, de no ser por la brevedad en rematarle. En el primero de la tarde, el de la alternativa, que era manejable, Bombita dio dos lances de capa buenos y parando, y toreó de muleta con habilidad y frescura, alargando los brazos y demostrando buen arte para sujetar al torillo, que se iba del mundo, algunas veces. Entró a matar con verdad y muchas más palmas de las que oyó mereció el novel espada. En su segundo, ya queda dicho: era el animal el más chico de todos. Al llegar a la muerte, el animal estaba medio ciego, y la lidia era muy difícil para un principiante, que, sin embargo, estuvo más que valiente y no quedó mal. En banderillas, quebró, digámoslo así, un par abierto, y en quites se ganó palmas Ricardo".
Según Don Ventura “Con Fuentes y Machaquito formó la trinidad señera de los primeros años del siglo XX. Después fueron pareja de moda Bombita y Machaquito, aunque es de advertir que no constituyó la misma una rivalidad a la manera de otras competencias famosas. Fue diestro de amplio repertorio con capote, alegre banderillero y un muletero que siguió la línea de Guerrita —sin alcanzar a éste, naturalmente—, demostrando arte y dominio”.
En 1908 protagonizó junto a Machaquito el famoso “pleito de los Miuras”, ya que quiso imponer a las empresas un aumento de un 20 por ciento en los honorarios de los toreros cuando se enfrentasen a toros de Zahariche. En un primer momento estuvo de acuerdo la mayoría de los toreros agrupados en la Unión Taurina, aunque al final, como suele pasar en estos casos, se quedaron solos Ricardo Torres y Cástor Jaureguibeitia Ibarra “Cocherito de Bilbao”.
Hombre culto y preocupado por sus compañeros de profesión, fundó en 1909 de la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros y, un año más tarde, el Montepío de la Asociación de Toreros, por lo que le fue concedida la Cruz de Beneficencia.
Y precisamente a beneficio de la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros toreó en Madrid el 19 de octubre de 1913. Fue su última actuación vestido de luces. Alternó con Rafael "El Gallo", Antonio Boto “Regaterín” y Gallito, siendo “Cigarrón”, de García de la Lama, el último toro que lidió y del que paseó una oreja. Al acabar la corrida fue paseado a hombros por sus compañeros, que portaban también una pancarta en la que se declaraban agradecidos por la labor benefactora que había llevado a cabo Bombita.
Esta es la crónica de aquel festejo que se publicó en Pitos y palmas: “Sale el primero, cárdeno, lucero, bragado y manso. Bombita pretende recogerle inútilmente. Ricardo, de azul muy pálido y oro, brinda a la presidencia y luego a su íntimo amigo Manolito Eulate, y después de pocos pases, movido, porque el toro no permite otra cosa, suelta un buen pinchazo. (Palmas).
Segunda faena más cerca que antes, y una casi entera superior. (Gran ovación, sombreros, ramos de flores, regalo del brindado, vuelta al ruedo, etc. etc.).
Quinto, negro bragado listón, y de la Lama. Bombita le obsequia con varias verónicas, un farol y una navarra. Cinco varas, de ellas tres de Arriero muy buenas y Ricardo banderillea por última vez, metiendo dos pares al cuarteo por ambos lados y uno superior de dentro afuera (Palmas).
Ricardo brinda a la Reina, a Pepe Becerra y por último al público en general desde el centro de la plaza. Faena soberbia, pases naturales, de rodillas, de molinete, con un toro casi manso. Frente al dos entra a matar y da media en las agujas, un descabello a la primera y el delirio de entusiasmo. La oreja, flores, palomas. Una comisión de toreros le da la vuelta al ruedo mientras otros exhiben un cartel que dice: "los socios agradecidos a su presidente Bombita". Regaterín y los Gallos dan la mano a Bombita y algunos lidiadores le abrazan y besan entre las aclamaciones del público.
En el sexto, la Reina Victoria llama a Bombita al palco regio, y el público aplaude. Cuando baja Ricardo, varios espectadores le dan vivas.
En el octavo, en el último quite que hace Ricardo limpia al toro las narices; Joselito da las banderillas a Bomba y ambos juguetean. Gallito prende un gran par y Ricardo otro muy bueno (ovacionado).
Gallo pequeño y Bombita salen de la plaza por la puerta grande. Durante el trayecto hasta su casa, le acompañó una compacta muchedumbre que no cesó de vitorearle. Al llegar Bombita a su casa, tuvo que asomarse a uno de los balcones para dar las gracias a los que le aplaudían".
Según José María de Cossío “Fue Bombita un torero largo, alegre y dominador, pero de estilo poco depurado. Su capital característica fue la valentía, terminando su carrera materialmente cosido a cornadas. Ninguno de los diestros conocidos puede ponerse en parangón con él en este aspecto. Después de su valor, merece subrayarse su dominio, dominio de los toros por su valentía más que dominio de las suertes por saber técnico”.