toros
Vengo de los toros, le dijeron a Belmonte
El Mene logra la primera puerta grande de la feria
Tras cuatro días dedicados a la promoción, con una novillada sin caballos y tres clases prácticas dadas por el Centro de Asuntos Taurinos de la Diputación, en los que se ha podido ver el estado de la cantera y cómo viene el futuro, el abono fallero volvió a las funciones con caballos. Lo hizo sin gran ambiente, no en vano llovió hasta casi el inicio del festejo y la tarde invitaba a todo menos a ir a la plaza. Vamos a perder no sé cuantos meses sin toros en Valencia para cambiar la iluminación y seguimos a la intemperie, a merced de las inclemencias del clima y sin estar acorde con los tiempos que corren, que exigen todas las comodidades posibles para el espectador, empezando por hacer impensable el sentarse sobre una piedra y bajo la lluvia para presenciar una corrida. La épica nostálgica de Suárez Guanes queda muy bien cuando lees, cómodamente instalado en casa, sobre aquella gran faena bajo la lluvia en la feria del 47 o aquella otra del 51 en Santander, acompañado de su padre. Pero en la realidad es una molestia que anula la normal percepción de lo que sucede en el ruedo. Y por eso, puede, hubo una puerta grande y a punto estuvo de concederse una segunda.
Fue ovacionado de salida el primer novillo de la tarde, que no se empleó en el caballo. En el último tercio se fue arriba, tomando la muleta con brío y rectitud e Íker Fernández, vestido a la antigua, dejó ver su buen corte y maneras aunque no acabó de meterse con él, toreando muy despegado y abusando de desplazar al novillo hacia afuera. Eso sí, mató de una estocada irreprochable y se llevó una oreja que no dice nada. Sacó más empuje el cuarto, con el que volvió a torear con mucha distancia entre las partes y revolucionando un punto más su quehacer, en el que buscó primar la estética sobre la eficacia, permitiendo, además, demasiados enganchones, aunque también logro sacar alguna serie más encajada y de trazo limpio. La última suerte fue de nuevo impecable y la estocada fulminante con que cerró su turno le valió la puerta grande a El Mene.
Tuvo muy poca fuerza y menos genio el primer novillo de Javier Zulueta, noblón y obediente, sin problemas de consideración ni, siquiera, de los que lleva inherentes un animal de lidia. El sevillano compuso la figura, se puso bonito pero sin acabar los muletazos, siempre abortados a mitad de recorrido. Vengo de los toros, le dijeron en cierta ocasión a Belmonte ¿Pero han toreado?, contestó el Pasmo. Pues eso. Ya bajo un aguacero perdió las manos el quinto, con el que Zulueta volvió a torear con medios pases en un trasteo desestructurado y embarullado. Y que a punto estuvo de valerle salir a hombros ante el desnorte de la plaza.
El padre de Simón Andreu, que anda de picador con él, quiso evitarle complicaciones y dejó casi para el arrastre al tercero, al que dio una buena paliza en varas. Banderilleó con más voluntad que acierto, y con sus apuros. Quiso rajarse desde el primer momento el de Fuente Ymbro y trató de fijarlo en los medios, con más fatiga que resultado, logrando ligar una buena serie sobre la derecha. Un desarme acabó por enterar al novillo y desorientarle a él, que hasta quiso torear al natural con la derecha. Con el ruedo impracticable se fue a portagayola a recibir al sexto, que parecía patinar más que desplazarse sobre lo que ya era un fangal. Comenzó muy decidido, también de rodillas, pero a su oponente cada vez le costaba más mantenerse en pie y de su labor sólo quedó el recuerdo de sus ganas.
Ficha Técnica:
Valencia, 13 de marzo
Segunda de la feria de fallas. Un cuarto de entrada. Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados y nobles.
El Mene (de celeste y oro), entera, oreja; entera, oreja.
Javier Zulueta (de rosa pálido y oro), entera, ovación; entera desprendida, vuelta al ruedo.
Simón Andreu (de rosa pálido y oro), casi entera caída, silencio; pinchazo, media y dos descabellos, ovación.