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Estados Unidos

Un «Spotify» para los libros

La industria aborda los próximos retos de la oferta legal en internet en el primer Congreso Internacional de la Propiedad Intelectual en Madrid

Se pronostica la aparición temprana de servicios de suscripción on-line también para textos
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MADRID- España no quiere ser conocida solamente por ser uno de los campeones mundiales de «piratería», también desea demostrar que puede ser impulsora de proyectos y sentar a los diferentes agentes del complejo mercado digital a la misma mesa (y con puntualidad). Por todo eso se celebró ayer el primer Congreso Internacional de la Propiedad Intelectual como Eje Estratégico de la Economía Global. Contó con diversas autoridades mundiales en la materia, pero quizá el debate más animado fue aquel que se centró en la oferta legal. Los invitados quisieron mirar hacia adelante y tratar de imaginar qué es lo que ocurriría en un mundo con menor índice de «pirateo», para lo que volvieron a pedir a las autoridades que impogan medidas más restrictivas: «No es una cuestión de moral de la sociedad, sino de legislación», aseguró Jesús Badenes, director general del Grupo Planeta, que explicó que no se trata de criminalizar a los «piratas», sino más bien de pensar que todos somos tan «malos» como nos permiten las normas. En cuanto a ese futuro inmediato, Badenes pronóstico que la edición estará cada vez más concentrada en grandes grupos a nivel mundial. Además, vaticinó la aparición cercana de plataformas de suscripción que permitan tener disponible durante determinado tiempo todo un catálogo de libros, como ya ocurre en la música con Spotify o en el cine con Netflix. José Gabriel González Arias, director de la Asociación de Editores de Diarios de España (Aede) confía en la recuperación de la inversión publicitaria con la salida de la crisis económica. Ángel Yllera, de Warner Bros España, hizo un poco de autocrítica: «Cerramos los videoclips cuando aún no había oferta legal en la red»; sin embargo destacó que ya existe, aunque, como ocurre en su campo (la televisión), «quizá haya que convencer a nuestras empresas de que deben poner los contenidos a disposición cuando el cliente lo reclame», así disminuirá, por ejemplo, el «pirateo» de capítulos de series después de emitirse en EE UU, pues la oferta legal tarda en doblar los episodios más que algunos usuarios en subtitularlos y colgarlos en la red.

Hubo cierto consenso en que el mercado europeo no puede ser tratado de manera uniforme, pues las diferencias sociales y también económicas entre los países son grandes, es decir, por ejemplo, debe tener diferente precio el mismo producto según la nación donde se venda, al igual que los sueldos o la vivienda son también distintos.

Hubo mayor discusión sobre si Google o Youtube colaboran lo que debieran contra el fenómeno de la «piratería». Los represenantes de la industria pidieron al buscador que no facilitara el acceso a contenidos no lícitos eliminando ciertas referencias en el autocompletar de la búsqueda, pues en muchas ocasiones te direccionan más fácilmente a webs «piratas» que a las oficiales. El escritor Lorenzo Silva, en el público, hizo una búsqueda en vivo en Youtube para demostrar que muchas películas están disponibles íntegramente en el portal de vídeos. María Ferreras, directora de alianzas estratégicas de la compañía, insistió en que colaboran retirando contenidos protegidos cada vez que alguien se lo solicita, y, además, existen procedimientos técnicos para evitar que suban filmes y canciones con copyright, basta con que el autor identifique el tema o la película en cuanto que la publique, pero que resulta técnicamente inviable retirar automáticamente los contenidos si no han sido marcados previamente por el autor. Ferreras precisó que en el caso de la pornografía, la eliminación de contenidos funciona porque son los propios usuarios quienes los tachan de no apropiados.

MADRID- España no quiere ser conocida solamente por ser uno de los campeones mundiales de «piratería», también desea demostrar que puede ser impulsora de proyectos y sentar a los diferentes agentes del complejo mercado digital a la misma mesa (y con puntualidad). Por todo eso se celebró ayer el primer Congreso Internacional de la Propiedad Intelectual como Eje Estratégico de la Economía Global. Contó con diversas autoridades mundiales en la materia, pero quizá el debate más animado fue aquel que se centró en la oferta legal. Los invitados quisieron mirar hacia adelante y tratar de imaginar qué es lo que ocurriría en un mundo con menor índice de «pirateo», para lo que volvieron a pedir a las autoridades que impogan medidas más restrictivas: «No es una cuestión de moral de la sociedad, sino de legislación», aseguró Jesús Badenes, director general del Grupo Planeta, que explicó que no se trata de criminalizar a los «piratas», sino más bien de pensar que todos somos tan «malos» como nos permiten las normas. En cuanto a ese futuro inmediato, Badenes pronóstico que la edición estará cada vez más concentrada en grandes grupos a nivel mundial. Además, vaticinó la aparición cercana de plataformas de suscripción que permitan tener disponible durante determinado tiempo todo un catálogo de libros, como ya ocurre en la música con Spotify o en el cine con Netflix. José Gabriel González Arias, director de la Asociación de Editores de Diarios de España (Aede) confía en la recuperación de la inversión publicitaria con la salida de la crisis económica. Ángel Yllera, de Warner Bros España, hizo un poco de autocrítica: «Cerramos los videoclips cuando aún no había oferta legal en la red»; sin embargo destacó que ya existe, aunque, como ocurre en su campo (la televisión), «quizá haya que convencer a nuestras empresas de que deben poner los contenidos a disposición cuando el cliente lo reclame», así disminuirá, por ejemplo, el «pirateo» de capítulos de series después de emitirse en EE UU, pues la oferta legal tarda en doblar los episodios más que algunos usuarios en subtitularlos y colgarlos en la red.

Hubo cierto consenso en que el mercado europeo no puede ser tratado de manera uniforme, pues las diferencias sociales y también económicas entre los países son grandes, es decir, por ejemplo, debe tener diferente precio el mismo producto según la nación donde se venda, al igual que los sueldos o la vivienda son también distintos.

Hubo mayor discusión sobre si Google o Youtube colaboran lo que debieran contra el fenómeno de la «piratería». Los represenantes de la industria pidieron al buscador que no facilitara el acceso a contenidos no lícitos eliminando ciertas referencias en el autocompletar de la búsqueda, pues en muchas ocasiones te direccionan más fácilmente a webs «piratas» que a las oficiales. El escritor Lorenzo Silva, en el público, hizo una búsqueda en vivo en Youtube para demostrar que muchas películas están disponibles íntegramente en el portal de vídeos. María Ferreras, directora de alianzas estratégicas de la compañía, insistió en que colaboran retirando contenidos protegidos cada vez que alguien se lo solicita, y, además, existen procedimientos técnicos para evitar que suban filmes y canciones con copyright, basta con que el autor identifique el tema o la película en cuanto que la publique, pero que resulta técnicamente inviable retirar automáticamente los contenidos si no han sido marcados previamente por el autor. Ferreras precisó que en el caso de la pornografía, la eliminación de contenidos funciona porque son los propios usuarios quienes los tachan de no apropiados.

Ayuda a EE UU

El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, también intervino en las jornadas y aprovechó la presencia de Erik Barnett, director para Europa del Department Of Homeland Security de Estados Unidos, para pedirle colaboración contra las webs «piratas» alojadas en servidores de su país, ya que no siempre ha ocurrido y «contribuiría extraordinariamente a que pudiera llevarse a cabo una importante labor en defensa de la propiedad intelectual». También destacó la importancia de la negociación del tratado de libre comercio entre EE UU y la Unión Europea, donde espera que se tenga muy en cuenta la «excepción cultural» de la UE.