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Vuelve el primer héroe: Gilgamesh

"El poema de Gilgamesh"–la obra literaria mesopotémica más antigua conocida– ya mostraba el viaje de un héroe.
larazon

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"El poema de Gilgamesh"–la obra literaria mesopotémica más antigua conocida– ya mostraba el viaje de un héroe.
La «Ilíada» (siglo VIII a.C.) ha quedado como la epopeya por antonomasia de la antiguedad, y razones hay para ello, pero eso no significa que fuera la primera historia de un gran héroe. Mucho antes, en el 2.500 a.C., «El poema de Gilgamesh» –la obra literaria mesopotémica más antigua conocida– ya mostraba el viaje de un héroe. El primero que no tomaba forma de deidad, sino humana, y reflejaba «los problemas de nuestra condición y, por tanto, el primer mito reconocible», apunta Alex Rojo, director y autor de la versión del «Gilgamesh» que se programa desde hoy en el Fernán Gómez.
«Con este montaje hemos querido resucitar una de las primeras obras que se escribió en la historia de la humanidad y que proliferó en su tiempo por el boca a boca hasta instalarse en el inconsciente colectivo», apunta un Rojo que defiende el poema del que dejó constancia el escriba asirio Sin-leqi-unninni como «necesario» a día de hoy, «cuando, en vez de romper fronteras, estamos levantando muros por culpa de esta sociedad vanidosa».
De forma natural
Dice el director que «después de tanto leer el texto la función ha surgido de forma natural y con la premisa de la sencillez». Un teatro ritual que reencuentra al espectador con la ceremonia de las tablillas originales en las que se recoge la obra. Danza, lucha escéniza, máscaras y sonidos proponen una lectura visceral del pueblo Uruk. El tirano rey semi legendario Gilgamesh tiene que vérselas con Enkidu, con quien entablará una amistad inseparable pese a ser derrotado. Pero los dioses, que habían enviado a Enkidu para acabar con el protagonista, deciden que esa relación no es posible y hacen enfermar a su emisario. Así, Gilgamesh, consciente de su mortalidad, emprende un viaje en busca de sus antepasados para encontrar respuestas. Un personaje interpretado por un Ángel Mauri –junto al resto del elenco, Alberto Novillo, Alfonso Luque, Macarena Robledo e Irene Álvarez– que para conseguir «los movimientos felinos que queríamos que tuviera» ha tenido que bajar de peso: «El proceso ha sido difícil, he entrenado específicamente para las escenas de acción», dice.