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"Wonka": Timothée Chalamet endulza por carisma

Paul King, director de la saga «Paddington», se asocia con el actor de moda para devolverle el brillo más tierno al personaje de Roahl Dahl
Chalamet, en la nueva película, da vida a un joven Willy Wonka
Chalamet, en la nueva película, da vida a un joven Willy WonkaASSOCIATED PRESSAP
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

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Enharinados y hasta desorientados en la era de las propiedades intelectuales –expresión técnica para definir la pereza y la codicia de los grandes estudios de Hollywood–, esta semana llega a las carteleras de todo el mundo «Wonka», una precuela para contar los orígenes del excéntrico personaje creado por el escritor Roahl Dahl en 1964. Así lo han querido los herederos del célebre novelista infantil, que han cedido los derechos de toda la franquicia a Warner Bros. para su libre explotación en lo que, a priori, podría haber resultado en un gesto ciertamente estomagante. Y escribimos a priori porque el estudio, que ya orquestó las dos anteriores adaptaciones del personaje en la gran pantalla («Willy Wonka y la fábrica de chocolate», de 1964, y «Charlie y la fábrica de chocolate», de 2005), confió el proyecto a dos personalidades que hacían muy difícil su fracaso.
En la dirección, la nueva «Wonka» cuenta con el buen gusto de Paul King, responsable anteriormente de las dos exquisitas entregas de la saga «Paddington» y un seguro contra el cinismo, realizador capaz de imprimirle flema británica y ternura a partes iguales a todo lo que firma. Para el papel protagonista únicamente había una opción: Timothée Chalamet. El joven actor estadounidense (de padre francés) no solo es el intérprete de moda, si no que abandonó varios proyectos por centrarse en recoger el complicado testigo de Johnny Depp y Gene Wilder. Y así, el tándem formado por actor y director, que aquí siguen a las mil maravillas el guion de Simon Farnaby («Paddington 2»), nos entregan un filme dispuesto a convertirse en el fenómeno de las Navidades.
'Wonka', 'Maestro' y 'Anatomía de una caída', películas de estreno para el 'superpuente' de diciembre
'Wonka', 'Maestro' y 'Anatomía de una caída', películas de estreno para el 'superpuente' de diciembreWARNER BROS.EUROPAPRESS
«Wonka», que es un musical a pesar de que la campaña publicitaria de la película haya intentado ocultarlo a toda costa, nos transporta hasta un universo equiparable al Reino Unido previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Allí llegará un joven Willy Wonka, en barco, y con una maleta cargada de sueños y anhelos tras el fallecimiento de su madre (aquí, Sally Hawkins), quien verdaderamente le inculcó la profesión chocolatera. Pero a King no le interesa tanto la forja del mito, puesto que Chalamet es capaz de imprimirle carisma sin histrionismo ninguno al personaje, sino su origen como empresario de la felicidad. Por ello, y porque el material original lo permitía con alguna que otra mención, los villanos de la película son, en realidad, el cartel de magnates del dulce que ven amenazado su chiringuito con la llegada de Wonka a la ciudad.
Es ahí donde «Wonka» saca toda su artillería interpretativa, con Paterson Joseph, Mathew Baynton y Matt Lucas (sí, el creador de la serie de culto «Little Britain») como trío dispuesto a acabar con la carrera del incipiente chocolatero, toda una nominada al Oscar como Olivia Colman haciendo de casera insufrible y explotadora, Keegan-Michael Key dando vida a un policía dickensiano, Rowan Atkinson recuperado para la comedia más física y, horrorosos efectos digitales mediante, un Hugh Grant en miniatura, tintado de naranja y encarnando al primer Oompa-Loompa que conoció Wonka.
Pero, más allá del paseo por el valle de lo inquietante al que nos invita el papel del protagonista de «Notting Hill», lo cierto es que la película es capaz de brillar en su extravagancia: la música y las composiciones originales del filme, obra de un Joby Talbot que viene de los éxitos infantiles de «¡Canta!» y su secuela, se complementan a la perfección con los pentagramas originales de 1971, que se los debemos al histórico dramaturgo y letrista Leslie Bricusse. Es como si King, consciente de lo extraño que pueda resultar el concepto para aquellos poco familiarizados con el personaje de Dahl, hubiera levantado una película conscientemente atemporal. Su esfuerzo neoclásico, el mismo que le supo imprimir a las historias del osito peruano, nos devuelve aquí a un cine que creíamos en estado vegetativo y que, ya con la pandemia y las huelgas en el retrovisor, se puede interpretar como una vuelta a los orígenes. Todo es espectacular, pero no necesariamente más grande o más estrafalario.
«Me preocupaba que la película pudiera convertirse en una chapuza motivada solo por el dinero», explica Chalamet en una entrevista al medio «GamesRadar», y es que aunque la sombra de lo algorítmico pueda sobrevolar «Wonka», es realmente el carisma de su protagonista lo que la acaba salvando. Chalamet, que saltó a la fama mundial con «Call Me By Your Name», ha tenido que revivir estos meses su época en el instituto, de la que han trascendido varios vídeos furtivos en los que se le veía bailar y cantar como en un musical. «No sé si han sido decisivos o no, pero sí que han ayudado de algún modo a conseguirme el papel», confiesa a «Variety». En la misma entrevista, King matizaba la decisión de cásting: «Estamos en el siglo XXI y Tim es joven, por supuesto que su adolescencia está más que registrada en YouTube. Por suerte, eso no pasó conmigo. Si alguien hubiera grabado todas las tonterías que hice de joven, no es que hubiera sido objeto de mofa, es que probablemente no me volverían a dejar salir a la calle de nuevo», bromea el realizador.
Sea uno más de regalices que de chocolates, y más de dramas que de musicales, «Wonka» atesora cualidades que devuelven lo superlativo al cine familiar. El filme, difícil de etiquetar por su pretensión preciosista y lo oscuro que se vuelve por momentos, va más allá de predicciones algorítmicas y, de verdad, aprovecha el material original de Dahl para trascenderlo. Su máximo mérito, más allá de un diseño de producción extraordinario y su capacidad para calentar el corazón, pasa por la resistencia de King a la rima con el resto de películas que se han hecho ya de Willy Wonka. No hay guiños explícitos, secuencias post-créditos que intenten vender nada más que no sea la película ni juegos con los espectadores más versados en el universo: solo hay una historia, irremediablemente tierna, sobre la posibilidad de hacer nuestros sueños realidad. Difícil imaginar que el filme de King pueda competir como icono con el de Burton, o como revolución industrial con el protagonizado por Wilder, pero a carisma y a puro espíritu no le gana nadie.