El Chiringuito
A rueda: ¿Por qué gana el Madrid?
Todos los grandes equipos se descosen por la misma vía: el conformismo. Se trata de un proceso natural en el deportista. Ganas mucho durante un largo tiempo y lo que antes era una suma de concentración, esfuerzo, solidaridad y talento de repente se transforma en dispersión, cansancio, individualismo y talento, que eso nunca se pierde. Es decir, fracaso a la vista. Este esquema vale para casi todos los equipos, pero no para el Real Madrid de Pablo Laso, uno de los conjuntos más competitivos de la historia del deporte. Ayer destrozó a Unicaja para conseguir su sexta Copa del Rey en los últimos nueve años gracias a su gran virtud, la mentalidad. Afrontaron esta final como si fuese la primera, cuando en realidad este grupo ya lleva siete. Ver a tipos como Felipe Reyes, Rudy, Carroll o Llull dejándose el alma en cada balón define a la perfección el hambre de victoria que Laso ha logrado mantener a lo largo de los años en este equipo. Luego está el talento, claro.
Campazzo y Tavares El base argentino está a un nivel estratosférico, sin parangón en el baloncesto europeo ahora mismo. Su dirección, imaginación y capacidad para anotar le convierten en el líder absoluto sobre la cancha. Su MVP en la Copa ha sido rotundo. Y si tiene a un socio como Tavares cerca, pues la fiesta es completa. En estos tiempos en los que los hombres altos casi molestan en el baloncesto, qué cosas, resulta casi enternecedor ver su incidencia en uno de los mejores equipos FIBA. Entre ambos, Randolph, Deck y la vieja guardia consiguieron ayer la mayor diferencia en una final de Copa en la era ACB. Dura derrota para Unicaja, que había ilusionado a Málaga llegando a su final, en la que no tuvo opciones. Con eso se tiene que quedar esa fantástica afición, asaltar a este Madrid era una misión prácticamente imposible.
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