Coronavirus
Y Zozulya terminó el partido en paz
El Rayo derrota al Albacete en el primer encuentro después de la pandemia. Un partido que comenzó el año pasado
«Zozulya era y es un puto nazi», decía la pancarta que ocupaba el lateral del estadio de Vallecas que da a la Avenida de la Albufera. Los insultos contra el delantero ucraniano fueron los que provocaron la suspensión del Rayo-Albacete el 15 de diciembre. «Zozulya el que no bote» y «fascista el que no bote» gritaba aquel día la grada de Vallecas, que ya había repudiado al jugador en su momento hasta impedir que vistiera la camiseta franjirroja.
Ni los seis meses que han pasado desde el comienzo del partido ni la pandemia que obligó a todo el país a encerrarse en casa han variado el sentimiento del barrio. No le quisieron, no le quieren y no le van a querer nunca. La pancarta se retiró y dejó paso en el interior del estadio a otras con un mensaje de hermandad, un recuerdo a los que se han marchado por culpa del COVID-19. «Nunca os olvidaremos», decía la pancarta que ocupaba el mismo lateral que la que mencionaba a Zozulya. «Siempre en nuestro recuerdo», era la leyenda de la pancarta que ocupaba la pared del fondo del estadio en el que no hay asientos.
El Rayo y el Albacete ya podían retomar el partido donde lo habían dejado, con empate a cero, un jugador menos en el equipo manchego por la expulsión de Silvestre y 45 minutos por delante.
Que sólo quedara medio partido por jugar era un elemento añadido a la ausencia de público para que fuera difícil darse cuenta de que era un partido como los de toda la vida. Sin público en las gradas, pero con los balcones de los edificios que dan al estadio, llenos. Unos privilegiados los aficionados vallecanos, que podrán seguir viendo a su equipo como si nada hubiera cambiado. Fue desde allí, quizá, desde donde surgió un grito de «Presa, vete ya» que daba un poco de normalidad en el ambiente.
Fueron ellos, también, los únicos que pudieron celebrar en directo el gol de Advíncula, el primero después de la pandemia. El lateral peruano recogió un rechace en el borde del área y lo mandó con la pierna izquierda a la escuadra de la portería de Tomeu Nadal. En los balcones se veían camisetas franjirrojas y bufandas al viento.
No hubo abrazo en la celebración. Advíncula inició solo la carrera, le siguieron los demás. Álvaro García le dio un cariñoso empujón y Catena lo saludó con el puño. Al final, algún brazo por encima y un cariño. Pero con temor.
En el banquillo del Rayo Paco Jémez veía el partido con la mascarilla puesta. En parte, precaución sanitaria. Y en parte, una manera de amortiguar sus voces en un estadio vacío. Eso sí, siempre al borde del área técnica.
Zozulya aguantó en el campo hasta el final, sin que nadie le recordara sus ideas esta vez. En paz, pero sin poder contribuir a que su equipo se llevara los tres puntos.
El Albacete salió derrotado de Vallecas y el Rayo se anima a mirar hacia arriba en los once partidos que quedan. Tampoco hubo abrazos en la despedida. Saludos lejanos, conversaciones con distancia de seguridad y algún reproche más cercano entre los jugadores del Albacete, que se iban decepcionados.
Para el resto del fútbol español era un ensayo de lo que vendrá a partir de hoy. La mejor manera de conectar con el pasado era acabar lo que ya estaba empezado. El primer paso para acabar una temporada que parecía que no iba a terminar nunca. Como este partido, que comenzó el 15 de diciembre.
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