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Real Madrid- Celta (2-0): El triunfo de la meritocracia

Lucas Vázquez y Asensio se reparten las asistencias y los goles en la victoria de los de Zidane en el partido de La Liga

Asensio y Lucas Vázquez, autores de los dos goles del Real Madrid al Celta
Asensio y Lucas Vázquez, autores de los dos goles del Real Madrid al CeltaManu FernandezAP

Nacho salvó un balón que iba a una portería ya sin guardameta. La jugada continuó hasta que Asensio, por la izquierda apuró y llegó a la línea de fondo para poner un balón templado y medido a la cabeza de Lucas Vázquez. Quédense con los nombres. Porque los dos últimos se volvieron a repetir en el segundo tanto, sólo que al revés: fue Lucas quien, tras un robo de Modric, en la segunda mitad, le puso la pelota a Asensio. Así ganó el Real Madrid al Celta, con los supuestos secundarios como protagonistas. Nacho fue titular porque Ramos estaba de baja en la grada; Asensio está entrando ahora por fin en el equipo porque se lo ha ganado y lo de Lucas es el ejemplo perfecto de que, a veces, la meritocracia funciona. Otros futbolistas a veces se toman un descanso durante el partido, cuando la pelota está en la parte contraria del campo, pero Lucas siempre está tenso, dando saltitos, pendiente de su hombre o de robar la pelota o de saltar rápido al ataque y llegar hasta el final y marcar. Es una época de entreguerras, de austeridad, complicada para todos y el que demuestre su valor va a contar para Zidane, ahora a muerte con los que están con él.

Durante el último mes el misterio no es qué cambios va a hacer el entrenador francés de un partido a otro; ahora la pregunta es cuánto tiempo va a seguir aguantando con estos jugadores. Apenas varía nombres y no tiene ya ninguna prisa en hacer cambios en el once. Asensio, por ejemplo, fue titular por delante de Hazard (a falta de 15 minutos los cambió), con el que va a ir lento. Pero es que ahora es difícil no contar con Marco: se esfuerza y va sobrado de clase. En un equipo que muchas veces abusa de los centros tener un futbolista que los pone con mimo es un lujo irrenunciable. Y si recupera el olfato, ojo con Asensio: cada vez va dejando más huellas de su regreso.

Coudet, el entrenador del Celta, le ha cambiado la cara y el ánimo al equipo, pero no fue suficiente contra el Madrid. Tuvo la pelota, pero sólo una ocasión. Es difícil que sus jugadores no le hagan caso porque el técnico ya es agotador en la zona técnica de la banda, así que es imaginable cómo puede ser en el día a día de los entrenamientos. Así es como ha logrado que el conjunto de Vigo mire la clasificación sin la angustia de otras veces y con valentía. Presionó al Madrid arriba y quiso que el partido se jugase a su ritmo. Más o menos, lo consiguió. No fue buena idea, sin embargo: tuvo más la pelota, pero no consiguió hacer daño al Madrid. Y eso que estuvo cerca. La vida es cuestión de instantes, del lado que cae la pelota, de detalles que lo cambian todo. Si el remate de Aspas tras regatear a Courtois no lo hubiese despejado Nacho, el choque hubiese sido otra historia, algo totalmente distinto.

De pasar a llevar ventaja en el marcador, el equipo visitante se vio con un gol en contra. Eso guio el partido. El Madrid se refugió sin echarse excesivamente atrás y dejó ir parte del empuje que le había dado la titularidad de Modric. Cuando toca la pelota es pasar de un cantautor escribiendo en Twitter a un poeta de verdad. A veces hasta da un poco de tristeza la desesperación del croata cuando ve a un compañero hacer lo contrario de lo que él le indica. Modric mueve los brazos, no le hacen caso, el balón vuelve hasta Courtois o se pierde y el centrocampista menea la cabeza, suspira y sigue.

No le molesta en absoluto a Zidane que su equipo se repliegue en su campo. Eso le da espacio para correr y además, es que, como sucedía el curso pasado, se siente seguro así. Si no llega otro gol, como pasó contra el Elche, se mete en terrenos peligrosos, pero si además de echarse atrás, consigue llegar arriba, es mortal. Contra el Celta le salió. El equipo vigués, además, perdió a Aspas al comenzar la segunda parte y ya nada fue lo mismo.

El Madrid tenía que demostrarse que lo del choque anterior fue un despiste, que el trabajo defensivo funciona, que el trabajo en general, funciona.