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Djokovic, inalcanzable para Medvedev en Australia

El número uno del mundo se impuso en la final por 7-5, 6-2 y 6-2 en menos de dos horas

Novak Djokovic celebra la victoria en la final del Open de Australia
Novak Djokovic celebra la victoria en la final del Open de AustraliaAndy BrownbillAP

Novena final de Novak Djokovic en Australia y noveno título para el serbio. El número uno del mundo fue inalcanzable para Daniil Medvedev. El ruso se encontró con su némesis en una final en la que terminó desesperado. Novak se impuso por 7-5, 6-2 y 6-3 en una hora y 53 minutos. El triunfo del balcánico supone su décimo octavo Grand Slam con lo que se sitúa a dos del récord que comparten Federer y Nadal. Su torneo ha ido de menos a más. Arrancó titubeando, estuvo al borde de la retirada en la tercera ronda ante Fritz por unos supuestos problemas físicos que le llevaron al quinto set y ha terminado arrasando. Zverev, el novato Karatsev y Medvedev terminaron rendidos ante la exhibición de tenis y solidez mostrados por el serbio en la Rod Laver Arena.

Djokovic gobernó la final con una autoridad inesperada. No tanto por el nivel que ofreció como por el que mostró Medvedev. Se esperaba más de ruso, pero es que la táctica y la raqueta de Nole apenas tuvieron fisuras. Buscó la derecha de su rival con insistencia, atacó su segundo servicio siempre, cambió alturas, movió al ruso en cuanto pudo... Logró un break en el primer juego y fue un aviso de lo que iba a ser la final. A los planes, Djokovic añadió toneladas de paciencia. Es el mejor recurso para desarmar a Medvedev. Con él en pista hay una pared en el otro lado de la red así que se trata de no caer en la desesperación. “Que tu aguantas, pues yo voy a aguantar más”, debió pensar el de Belgrado. Y aguantó y se controló para terminar imponiéndose en tres sets.

Nole apenas se alteró unos instantes en el primer set. Cuando el ruso fue el jugador que todos conocemos. El de los saques que apenas duran un minuto y el dominador de los intercambios que no acaban nunca. Una dejada a destiempo y poco más fue la única debilidad del ganador de 18 Grandes. Arrancó el segundo set con cuatro juegos seguidos, Medvedev reventó la raqueta contra el suelo y sus nervios de hielo desaparecieron. Su final se convirtió en un quiero y no puedo ante lo que Djokovic se notó especialmente cómodo. En su segunda final de un Grand Slam, Medvedev se encontró igual que en la primera. Fue en Nueva York y con Nadal enfrente, pero después de dos sets perdidos no hubo amago de reacción. En el primer juego del tercer set, Djokovic salvó tres bolas de break y logró un ruptura para situarse 2-0. Medvedev procuró levantarse en el séptimo juego (4-2 para el serbio y 15-30 al resto para el ruso), pidió incluso el apoyo del público... no hubo un síntoma de fragilidad de Djokovic. Ganó el juego, se llevó el dedo índice a la cabeza presumiendo de fortaleza mental y levantó su noveno Open de Australia.