Fútbol

Sevilla-Real Madrid (2-3): Una victoria de campeón

El líder de LaLiga remontó en la segunda parte dos goles en contra y superó un insistente error del árbitro antes de empatar. Benzema hizo el tanto de la victoria. Gran partido de Rodrygo

Nacho celebra el gol del empate del Real Madrid en Sevilla. Después, Benzema lograría el de la victoria
Nacho celebra el gol del empate del Real Madrid en Sevilla. Después, Benzema lograría el de la victoriaAngel FernandezAgencia AP

Se puso el Sevilla 2-0 en media hora de partido y no entendió que fue justo en ese momento cuando más lejos estuvo de la victoria. Fue cuando al Madrid se le puso cara de Champions y de fe, de yihadista de la victoria y contra eso no hay razones, cansancio, goles en contra, decisiones arbitrales, motivos ni nada.

Este Madrid de Ancelotti es un adicto a la heroica, a los imposibles y así está en semifinales de la Champions y con su épica remontada en Sevilla, tiene LaLiga en la mano más que nunca. Irreductible, incansable pese a la carga de minutos, es un grupo de jugadores que no ve otro destino que no sea la victoria. Un equipo emocionante, que hizo una segunda parte en el Sánchez Pizjuán de fútbol, carácter y resistencia, con Rodrygo a la cabeza y el resto detrás, para levantar dos goles en contra, como una noche europea en el Bernabéu. Es un Madrid que apela directamente al corazón.

Da igual la montaña que haya que subir, lo imposible que parezca o que el árbitro anule un gol por una mano que no vio nadie más que él. El balón dio en el hombro o en el pecho de Vinicius, se vio a cámara lenta, una, dos y tres veces y el colegiado insistió en su error con una cabezonería preocupante. Pero eso le dio igual al Madrid. Ni se enfadó porque eso sería perder el tiempo, distraerse. Lo único importante, lo que centra toda su atención es levantarse de nuevo, no rendirse, porque juega con una ignorancia bendita sobre dos cosas: no sabe lo que es el desaliento y no conoce los límites de lo posible. Metió un gol Nacho, en el primer balón que tocó y después Benzema, quién podía ser, remató una jugada de Rodrygo, que parecía Paco Llorente en Oporto, en una de esa noches mágicas de hace años, esas que tanto repite el Madrid esta temporada. Un Madrid absolutamente inolvidable.

Levantó el partido en una segunda parte sensacional, contraria a lo que había sido la primera. Si durante el comienzo y una larga media hora, el Sevilla impuso su ritmo y su fútbol, tras del descanso (y una extraña transición de quince minutos en la primera mitad, de muchas imprecisiones), el Madrid volcó el partido hacia la portería contraria, esa que en la primera parte sólo había pisado en una jugada a balón parado que acabó en mano clara y extendida de un jugador del Sevilla. No pitó nada el colegiado, que acertó poco a lo largo de la noche. Si el Madrid no llegó en la primera mitad, fue un volcán de juego e insistencia en la segunda, hasta que ganó el partido.

Puede que el cambio de Rodrygo por Camavinga fuese la clave. Kroos empezó como medio centro y Ancelotti dio los interiores para Valverde y Camavinga, la intensidad que tan buen resultado había dado para las remontadas de Champions. Pero no surtió efecto. Kroos no tenía peso en el equipo y Valverde y Camavinga no tenían claro dónde estaban. Con los dos goles en contra, Ancelotti situó a Camavinga de Casemiro y a Kroos donde siempre. No duró mucho, Ancelotti quitó a Camavinga en el descanso porque tenía una amarilla y porque se jugó la otra. Es un futbolista con una potencia descomunal. Lo que le falta aún es ordenarla.

Ayudó también en la remontada del Madrid que Militao se centró. Ha sido esta temporada el mejor defensa del Real Madrid, pero es también al futbolista al que más se le notan los errores. Su mayor virtud, esa manera impulsiva de jugar, es su castigo cuando las cosas no le salen bien. Saltó de la barrera hacia no se sabe bien en el primer gol y conviritió un mal tiro de Rakitic en gol y no tapó bien la jugada del segundo gol del Sevilla. Estaba desbordado el defensa brasileño, al igual que Lucas Vázquez, que en la banda derecha mezcla partidos importantes con días confusos. O la dos cosas en el mismo encuentro. Eran el reflejo de todo el Madrid de la primera mitad, sin velocidad con el balón y torpe a la hora de defender. El técnico del Sevilla aseguró el sábado que su equipo tenía que llevar al límite sus virtudes. Y durante la primera media hora lo hizo a la perfección. Todo le salió bien. Cuando se cerraba atrás, cuando presionaba la salida del balón y cuando jugaba en ataque. Fue un equipo armónico, como en sus mejores momentos de la temporada, sin dejar un resquicio atrás, muy ordenado y desmelenado cuando robaba arriba. El gol de Rakitic inclinó el partido hacia donde el Sevilla quería: el Madrid con urgencias y con espacio a su espalda para salir rápido. Y lo aprovechó para marcar el segundo.

Aquello iba camino de fiesta del sevillismo porque tenía al Madrid contra las cuerdas.

Es decir: el Sevilla iba a morir.