Opinión

Chanel, el Madrid, Alcaraz y Nadal

En el fondo de lo único que se trata es de retomar emociones prepandémicas sin autocensura

Chanel, a su llegada a España
Chanel, a su llegada a EspañaVICTOR LERENAAgencia EFE

Los números que anuncian el advenimiento de la puñetera séptima ola contrastan con el espíritu prepandémico que domina este mayo de bodas, comuniones, parques de bolas y marabuntas en San Isidro más allá de la pradera. El Foro se ha dado una tregua después de la Puerta Grande de Carlos Alcaraz en la Caja Mágica y de las remontadas del Madrid. Ahora es el turno de que Talavante, Morante o Roca Rey lo revienten en la Monumental y el Gobierno de Sánchez se dé un respiro. Luego llegará lo del Liverpool, Roland Garros, las elecciones andaluzas, el fin de curso, la EBAU... Palabras mayores.

Como lo de Chanel en Eurovisión. Hay actuaciones en el festival que te las mejora el Sheriff Tiraspol en la fase previa de la Champions. Imagino a los guionistas de «Cachitos» soñando con cientos de rótulos en una de las noches más frikis del año. Eso sí lo de los «twelve points» no lo mejora una tanda de penaltis en los cuartos de la Eurocopa, aunque sí una vuelta de Champions en el Bernabéu. La hinchada está necesitada de emociones fuertes en su tiempo de ocio. Hubo más paradas de Casillas y más penaltis de Cesc la madrugada del sábado que los que se celebraron en Viena hace catorce años. José Luis Uribarri estaría orgulloso.

La victoria de Ucrania en Turín estaba tan cantada como el título de Liga para el Madrid. Ancelotti y sus chicos compensaron las taquicardías europeas con un dominio indiscutible en la competición local. Barcelona y Atlético han sido dos perseguidores cojos. Al menos el Barça aportó algo de chispa. Lo del equipo de Simeone hace entretenido hasta el festival de la OTI. La única forma de que mejore la temporada de ambos es que el Liverpool les haga un favor el día 28. Consuelo de perdedores. A Jurgen Klopp no lo veo tragándose lo de Eurovisión y menos después de haber ganado la FA Cup, aunque a saber. Lo mismo, pinta en mano o camino de Anfield Road, al alemán le da por escuchar a los Maneskin italianos. En el fondo de lo único que se trata es de sobresaltarse, de emocionarse, de que se remueva algo por dentro, de retomar sentimientos prepandémicos sin autocensura... eso el Madrid de Champions o Carlos Alcaraz lo saben mejor que nadie. Ojalá que Rafa Nadal pueda volver a saberlo.