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Hípica

El aparato digestivo, el talón de Aquiles equino

Los cólicos representan la mayoría de las muertes de los equinos y su cirugía "es a vida o muerte", según Lalo Bosque, cirujano del hospital de la Facultad de Veterinaria de Murcia

Lalo Bosque, en plena operación Chacco Marketing

El aparato digestivo del caballo es uno de los puntos más sensibles de su fisiología y también uno de los que más condicionan su rendimiento deportivo. Aunque la genética y el entrenamiento definen el potencial atlético, la estabilidad digestiva es lo que permite o impide que ese potencial se exprese sin interrupciones clínicas. No es un matiz: la mayoría de las muertes de caballos se deben a algún tipo de cólico, una realidad que pesa sobre propietarios, criadores y mozos de cuadras.

El cólico es un término general que describe cualquier dolor abdominal en el caballo. Puede ir desde una simple acumulación de gases hasta obstrucciones, desplazamientos o torsiones intestinales que comprometen la vida del animal. Es un problema digestivo multifactorial que requiere de actuación inmediata. "La cirugía de cólico representa un reto profesional, es una cirugía a vida o muerte", apunta Lalo Bosque, cirujano del hospital de la Facultad de Veterinaria de Murcia.

El caballo es un herbívoro no rumiante diseñado para alimentarse de forma continua. En libertad pasa entre 14 y 16 horas al día pastando, ingiriendo pequeñas cantidades de forraje de manera casi ininterrumpida. Este patrón mantiene estable la microbiota, amortigua la acidez gástrica y sostiene un tránsito intestinal regular. En el manejo moderno, sin embargo, la vida en cuadras, los desplazamientos constantes en los casos de caballos de deporte y la propia dinámica de la competición modifican por completo ese comportamiento natural. Los animales pasan horas sin alimento, reciben concentrados preparados que no forman parte de su fisiología evolutiva y deben adaptarse a entornos cambiantes. Todo ello incrementa la vulnerabilidad digestiva. Hay piensos que se asemejan a la nutrición natural y que velan por la salud de los caballos, pero también hay en el mercado alimentos "low-cost" que son una bomba de relojería para los sistemas digestivos de los animales.

El sistema digestivo del caballo incorpora particularidades que explican esa fragilidad. El estómago es pequeño y produce ácido de forma continua, incluso cuando está vacío. La fermentación principal de la fibra ocurre más adelante, en el ciego y el colon, donde la digestión depende de un equilibrio microbiano extremadamente sensible. A esta arquitectura se suma un rasgo crítico: el caballo no puede vomitar. Cualquier distensión o acumulación anómala de gas o alimento no puede liberarse hacia arriba, lo que convierte muchas situaciones aparentemente menores en cuadros clínicos rápidos y peligrosos. Detectar el cólico a tiempo es clave para que el caballo tenga más opciones de sobrevivir.

La alteración del equilibrio digestivo puede deberse a múltiples factores: cambios bruscos de dieta, exceso de almidón, forrajes de mala calidad, interrupciones en el acceso al agua, deshidratación, viajes, estrés ambiental o rutinas inestables. El estrés competitivo, social o derivado del transporte afecta directamente a la motilidad intestinal, y un caballo que deja de comer durante horas ve comprometido todo el funcionamiento digestivo. En muchos casos, detectar el cólico en su fase inicial permite evitar complicaciones e incluso, en muchos casos, resolverlo sin cirugía. Pero cuando el cuadro progresa, cuando se trata de un cólico quirúrgico o cuando el intestino se torsiona, la supervivencia es mucho más incierta. Incluso si la cirugía es exitosa, la recuperación completa puede requerir meses de reajuste digestivo, readaptación a la dieta, estabilización microbiana y reintroducción progresiva al trabajo.

El mundo ecuestre conoce episodios que ilustran esta realidad con una contundencia difícil de olvidar. Uno de los más emblemáticos es el de "Jus de Pomme", el caballo que, con el alemán Ulrich Kirchhoff, conquistó el doble oro olímpico de Salto en Atlanta 1996. Pocos días después murió de un cólico tras no lograr superar el postoperatorio de este.

El manejo alimentario es una cuestión técnica central, no un detalle accesorio. La base debe ser siempre el forraje de buena calidad, ofrecido de forma que se eviten largos periodos sin ingesta. Dividir las raciones, limitar el almidón por toma, ofrecer fibra antes que concentrados y garantizar hidratación constante son pilares básicos para mantener la estabilidad. Minimizar cambios bruscos de rutina, evitar modificaciones repentinas de pienso o heno y observar signos tempranos como dolor, inquietud, inapetencia o alteración de las heces es fundamental para detectar problemas antes de que evolucionen. Un signo inequívoco de dolor es que el caballo se niega a comer. Si rasca en el suelo y/o se mira la barriga, está avisando de que tiene cólico.

El manejo en la cuadra, el movimiento diario, como lo haría en su hábitat natural, que vive pastando y paseando de manera simultánea, y una alimentación de calidad, alejan en la medida de lo posible a la enfermedad que más aterra al mundo del caballo: el cólico. En España existen diversos hospitales repartidos por toda la geografía nacional donde se atienden este tipo de urgencias 24/7.