Cargando...
Sección patrocinada por

Bádminton

Carolina Marín: “En París vi el final de mi carrera, pero ahora no”

La campeona olímpica de bádminton en Río 2016 reflexiona en Metafuturo, el evento organizado por Atresmedia, sobre cómo superar las adversidades

Carolina Marín, en la IV edición de Metafuturo FERNANDO VILLAREFE

Carolina Marín tiene tres medallas de oro, y una de plata, en Mundiales y siete de Europa en bádminton. Fue campeona olímpica en los Juegos de Río 2016. En París 2024 estaba a 10 puntos de meterse en otra final, en un encuentro que tenía más que dominado ante la china He Bing Jiao. Pero entonces, su rodilla cedió y se rompió... Otra vez. Se escapó la opción del oro, incluso de la medalla, porque lógicamente no pudo pelear por el bronce, pero la onubense se llevó otro premio de la capital de Francia. “Ojalá no me hubiera pasado lo de hace un año, ojalá hubiera conseguido el segundo oro olímpico, algo que nadie ha logrado en mi deporte, era hacer historia, pero uno lo intenta ver de otra manera. La espina se queda clavada, pero en mi vida he conseguido otras cosas, y de París me he vuelto con una medalla mejor, para la que no he tenido que entrenar. Las medallas que he ganado las tengo en una vitrina preciosa, pero de París me volví con el cariño y el amor de la gente, y esa medalla la guardo en mi corazón”, aseguró Carolina en la IV edición de Metafuturo, evento organizado por Atresmedia, en una charla con la periodista Ana Cuesta en la que intenta transmitir la idea de aprender y evolucionar tras cada piedra en el camino.

"Caes mil veces, te levantas mil una"

Porque para llegar hasta los Juegos disputados en la capital de Francia, Carolina tuvo que pasar muchos obstáculos: “Muchas veces el deporte tiene su parte bonita, consigues recompensas a través de medallas, grandes títulos... Pero hay otra parte que se enseña poco a los jóvenes, que son las piedrecitas en el camino. Me han puesto muchas, y yo me he levantado más fuerte”, aseguró. “La primera importante fue en 2019, cuando a finales de enero me rompí por primera vez la rodilla derecha. Quedaban 18 meses para Tokio [los Juegos Olímpicos] y no tenía tiempo para recuperarme. Me dijeron que necesitaría un año, y nosotros que imposible, que tenía que ser menos, y a los cinco días ya estaba con mi entrenador, con la pierna en alto entrenando. Lo hicimos en un tiempo récord. En siete meses y medio volví a competir. En febrero de 2020 mi papá tuvo un accidente y cinco meses después perdió la vida. Siempre había sido un apoyo para mí", explicó. Esa segunda piedra fue la más duro, pero llegaron más. "Con la pandemia, los Juegos se pospusieron un año, me dio tiempo de recomponerme emocionalmente, y a dos meses de Tokio, cuando estaba en mi mejor momento, mejor que en Río cuando gané el oro, en uno de los movimientos de un entrenamiento se me rompe por segunda vez la rodilla. Ahí sí que fue: “No me lo puedo creer”. Dos años de cosas tan malas, y encima esto. Me lo tomé más con calma. Bueno, calma... Al año siguiente volví a competir. Esta vez no iba a volver hasta que no estuviera segura”, continuó.

"Podemos parecer superhéroes, pero sentimos y padecemos"

Volvió, fue subcampeona del mundo de nuevo y estaba preparada para los Juegos de París, donde su mentalidad se puso de nuevo a prueba, y su capacidad de buscar lo positivo en la desgracia “La crítica en nuestro país es fácil, y si no llega el resultado de un deportista que se daba por hecho, se le critica desde el sofá, pero sin saber lo que hay detrás de ese deportista. Muchas veces es muy injusto. Una de las cosas que más me ha 'gustado' de lo de París, es que si hubiera ganado la medalla, la gente lo hubiera dado por normal, en el cuestionario salía como medalla segura, pero al ver la lesión, la gente empatiza y se da cuenta de todo lo que he tenido que pasar. Las medallas son preciosas, pero una con lo que se queda es con lo que hay detrás, con todo ese camino. Para ser deportista tenemos que ser persona, podemos parecer superhéroes, pero sentimos y padecemos. Al ver que me rompí por tercera vez, se podía pensar también que lo iba a superar porque ya lo he hecho antes, pero no nos preguntamos: ¿y si no lo supera la tercera? En París vi el final de mi carrera, pero ahora no, la vida me da la oportunidad de jugar al bádminton otra vez. Si hace un año me lo dices, no lo veo”, narra.

Carolina mantiene la competitividad, pero de otra forma diferente. “Hasta París, mi vida era bádminton, entrenaba entre seis y siete horas, más fisio, psicóloga... Desde París he necesitado un paréntesis, alejarme para ver si me apetecía seguir adelante, las ganas de hacerlo, quería ver si quería volver a jugar, y desde abril lo he vuelto a hacer. Los entrenamientos hoy son lo que mi cuerpo también permite. He aprendido a escucharlo. Estoy entrenando tres horas por la mañana, y el resto del día... Pues este mes hasta el 18 de diciembre no voy a parar, doy muchas charlas sobre mi experiencia y mi vida, por si puedo ayudar no sólo a deportistas. También me gustaría ser entrenadora. Quiero ayudar a los demás”, describe.

El Europeo en Huelva en 2026

Parte de las ganas de seguir se las da que en 2026 habrá un Europeo en su "casa", en Huelva. "Lo afronto con ilusión. Fue de las cosas que me llevó a tener ganas de seguir. Es una ilusión, no una obsesión. Después de París, ya he dicho, quiero disfrutar más allá del deporte, el deporte acaba, pero la vida, tu salud, sigue, por eso ahora escucho más a mi cuerpo, antes era como un toro miura que iba más adelante, ahora escucho a mi cuerpo porque no quiero acabar con una prótesis de rodilla. Me dicen: ¿vas a conseguir medalla en ese Europeo? No, mi medalla ahora es poder seguir entrenando cada día", reconoce.

La importancia del equipo

El bádminton, describe Carolina, no es “un deporte individual". Se puede jugar dobles y, por supuesto, hay un equipo detrás que ayuda a mejorar en lo deportivo y a superar situaciones en las que salud mental se pone a prueba, algo, esto último, que "hasta hace tres o cuatro años era tabú”. “La cabeza hay que entrenarla y para eso necesitas ayuda externa, yo con 15 años empecé a trabajar con mi primer psicólogo, y me enseñó técnicas para afrontar situaciones adversas. Luego he cambiado de psicólogo. Ahora llevo con mi psicóloga desde 2018 y tengo la suerte de poder apoyarme en ella, y sin esa ayuda externa hubiera sido difícil superar esas piedrecitas. Sin el equipo que me rodea, sería muy complicado, no digo "imposible", porque esa palabra no existe para mí, pero sería muy difícil”, dice. “Las de mi equipo son las personas con las que paso más tiempo. Mi entrenador, Fernando, ha sido casi padre, amigo, psicólogo, entrenador... Estoy con él desde los 14 años, tenemos nuestros altos y nuestros bajos porque tenemos carácter y pasamos muchas horas. Me dicen: ¿qué duro es Fernando? Es exigente, te lleva ir más allá de tu límite, no es fácil, pero estoy muy agradecida porque quizá no hubiera llegado donde llegué”, completa.

Carolina Marín ha conseguido algo más que las medallas y el cariño que describe en esta charla. “La Carolina Marín de hoy se siente muy orgullosa, porque las medallas y los premios son efímeros, pero de lo que más orgullosa me siento es que hace diez años nadie sabía lo que es el bádminton en nuestro país, el ponerlo en la boca de la gente, salir al parque y ver a padres jugando con niños, es algo que me propuse”.

Es, sin duda, una mujer que ha tenido éxito. ¿Las claves?: “No hay secreto, es trabajo, diciplina, resiliencia, el persistir, te podrás caer mil veces, pero te levantas mil y una más. Tengo una frase: 'Puedo porque pienso que puedo'”.