Tour de Francia

Tour de Francia

Así fue la traición a Contador

“Kreuziger desobedeció las órdenes del equipo”, dice sin tapujos Alberto. “No nos entendimos, no oí la radio”, se defiende el checo, que huyó de la prensa española

Contador conversa con Froome durante la etapa
Contador conversa con Froome durante la etapalarazon

“Kreuziger desobedeció las órdenes del equipo”, dice sin tapujos Alberto. “No nos entendimos, no oí la radio”, se defiende el checo, que huyó de la prensa española

En Arpajon sur Cère, la salida de la sexta etapa, donde ya se intuye que el calor ha llegado para quedarse al Tour, todos los periodistas buscan lo mismo. El autobús del Tinkoff. No es fácil dar con él. El del equipo, averiado ha sido sustituido por uno de línea regular donde los ciclistas van sentados como si fueran niños de colegio que salen a una excursión. El miércoles después de la etapa y la traición de Kreuziger que le costó 33 segundos, Alberto Contador subió, se cambió de ropa y bajó para marcharse al hotel en el coche de su jefe de prensa personal. La excusa perfecta era el bus descacharrado. La realidad era otra. El abandono.

Contador vuelve a estar huérfano en este Tour. Vuelve porque no es la primera vez. Ésta edición cada vez se parece más a la del 2009, cuando al jubilado Lance Armstrong se le antojó volver al Tour y se dedicó a hacerle la vida imposible al madrileño, aislarlo. Aquello, a Contador le dio rabia y fuerzas para ganarlo. Para demostrar quién era el más fuerte. El problema ahora es que Contador no está entero. “El problema de verdad es mi pierna, que no está bien”. Eso es lo que de verdad le preocupa. Estar solo no, a eso ya está acostumbrado. Eso le hace más fuerte.

Pero es inevitable que en la salida, el día después de la puñalada recibida, todos los periodistas no encuentren otro destino que el bus improvisado del Tinkoff de donde baja Contador sonriente, hasta un poco bromista y que no se calla: “Las órdenes del equipo fueron unas y la decisión de Roman fue otra. El Tinkoff no falló en la táctica, fue decisión propia de él”, decía Contador. Igual que el madrileño, se explayaba Steven de Jongh, el director de confianza de Contador: “Le pedimos a Roman que esperara y por primera vez, no cumplió las órdenes”, ¿pero le vio?, le preguntan. “Eso tendréis que preguntárselo a él”.

Kreuziger, a escasos metros de Contador, solo responde a la televisión danesa. Les dice que “en esos últimos metros no nos entendimos. No sabía que venía mal, no lo oí por la radio. Hubo problemas de comunicación”. Entonces, los medios españoles le preguntan, Pero, ¿y no lo viste?. Kreuziger, de repente siente que tiene prisa por marchar, silba a los micrófonos y se va. En la meta de Montauban, donde Cavendish se lleva su 29º victoria y entra en la historia como el ciclista con más victorias en el Tour, Contador prefiere pasar página. “Hemos hablado y eso es lo más importante. Mis sensaciones evolucionan y miro al futuro con optimismo”. Pelillos a la mar. Que hoy llegan los Pirineos