Giro de Italia

Marcos Pereda: «El Giro es como una ópera de Verdi, con un montón de coros y a veces un poco mamarrachesca»

Ha publicado «El Giro de Italia» en Libros de Ruta, una recopilación de textos sobre la carrera italiana

«Desde luego de las tres grandes la que más me gusta es el Giro desde siempre, porque me parece que es de donde se pueden sacar más historietas de estas que me gustan a mí mucho, a medio camino a veces entre lo heroico y lo chistoso. El gran guiñol y todas estas cosas», cuenta Marcos Pereda, que ha escrito «El Giro de Italia», con el subtítulo «Bicis, historias y decepciones de la carrera que forjó los mitos», un libro que se incluye dentro de la trilogía que publica la editorial Libros de Ruta sobre las tres grandes.

«El Giro tiene ese punto a ratos como de sesteo, a ratos muy elocuente. Alguna vez he escrito que el Giro es como una ópera, pero no es como una ópera de Wagner, es como una ópera de Verdi, de estas que tienen un montón de coros y a veces son un poco mamarrachescas y no sabes si es Verdi o John Williams con “La guerra de las galaxias”. Y a mí todo eso me gusta, me gusta el colorido, me gusta la primavera, me gusta cómo se lo montan los italianos, cómo respetan su propia historia, pero sin ser tampoco muy serios con ella», explica el autor.

«Aquellos Giros de Telecinco eran como meter a Berlusconi, a las Mamachicho, a Cacao Maravillao con Miguel Indurain»

Una carrera que para los de su generación, los nacidos a principios de los 80, remite a aquellos Giros que ofrecía Telecinco, que tienen algo de ceremonia bautismal. «Yo soy del 81 y la gente de cinco años más o cinco años menos o 10 años más o 10 años menos tiene mitificado el Giro porque le coinciden los Giros de Indurain y sobre todo le coinciden los Giros de Telecinco. Aquello fue un boom a nivel publicitario y a nivel de sobreexposición mediática. Era como meter a Berlusconi, a las Mamachicho, a Cacao Maravillao,a JJ Santos, que no tenía ni puta idea de lo que es una bici, a Jaime Ugarte, que sí, y luego a Miguel Indurain. Ese desembarco en la Telecinco más espídica y más noventera y más cocainómana y más desvergonzada unido a las bicis, yo creo que lo hace una cosa muy especial. De hecho, todavía creo que a cualquier persona de entre 55 y 35 años le dicen lo del compresor y todo el mundo sabe lo que es», dice Pereda en referencia a un legendario anuncio que la tele de Berlusconi colaba en el último kilómetro de la etapa. «El trío aquel que hacían el completo desconocedor de las bicis que era JJ Santos, que sigue sin saber cuántas ruedas tiene una bici, Jaime Ugarte, que es un chiflado de este deporte y que tiene, además, una memoria espectacular, y luego estaba Osvaldo Menéndez, que cada frase que trenzaba se pensaba que era el comienzo de “Cien Años de Soledad” y no sabías por dónde iba a salir», recuerda Marcos.

«El desembarco del Giro en la Telecinco más espídica y más noventera y más cocainómana y más desvergonzada unido a las bicis, yo creo que lo hace una cosa muy especial»

El Giro es diferente, aunque puede que no tanto. «El Giro lo ha corrido un equipo que patrocinaba el Vaticano y que tenía un maillot que tendría 75.000 patrocinadores. Todo eso no te lo puedes imaginar en otras carreras y yo creo que de forma deliberada el Giro no sólo lo consiente sino que en ocasiones pareciera que lo promueve. También te digo que en los últimos años ya todos hablamos igual, todos vestimos igual, todos comemos las mismas hamburguesas y tomamos el mismo café. Y al Giro yo creo que le ha pasado un poco eso», analiza Marcos Pereda «En los últimos años se ha mimetizado con el resto de las carreras. Todo lo que le hacía diferente sigue estando ahí, pero yo creo que un pelín más atenuado. Aunque todavía le queda un poco de los libros de Don Camilo y Peppone, claro que le queda, porque además eso es la misma esencia de Italia», dice. «En Italia cuando sales de Roma, de Milán, de Turín y tal y vas por los pueblines te das cuenta de que la Italia de verdad es otra, de que la Italia de verdad tiene mucha variedad y muchas diferencias entre unos lugares y otros y sigue manteniendo esa idiosincrasia que evidentemente en el centro de Roma ya no la vas a ver porque el centro de Roma es igual que el centro de todas las ciudades, salvo el idioma y los monumentos», afirma Marcos.

Portada del libro «El Giro de Italia»
Portada del libro «El Giro de Italia»Libros de Ruta

«Pero vas a las afueras y ves una idiosincrasia muy particular, que yo creo que es la que se percibe en el Giro, ese punto un poco exagerado, ese punto un poco Sorrentino, donde todo huele a farlopa, pero no hay farlopa evidente. Donde la gente lleva una chaqueta que es un puntito más cantosa de lo que debiera ser, pero como todos van así no es que pases desapercibido sino que te mimetizas. Y a mí todo eso me encanta porque me permite jugar a las historietas cuando no hay muchas cosas de la bici que contar. Que mira que el Giro te trae cosas de la bici que contar. Buenas y malas, pero aunque no las haya, te sale el Don Camilo, hablas yo qué sé, de Coppi, de Bartali, y te queda una cosa de lo más pintona», reconoce el autor. Historias de este Gjro quedarán para escritores futuros, como la bendición del Papa al pelotón en el Vaticano. Una historia que hubiera podido tener su sitio en «El Giro de Italia» bajo la mirada de Marcos Pereda.