Atlético de Madrid

Athletic de Bilbao

El Atlético vence al Athletic (2-0) y corta su racha de tres empates seguidos

Correa cuenta para Simeone, y mucho
Correa cuenta para Simeone, y mucholarazon

Correa se la lio a Unai Núñez. Un gesto con el cuerpo que el central del Athletic no interpretó. Parecía que el argentino podía controlar y quedarse con el balón de espaldas a portería, pero su control fue orientado para que pasara justo lo contrario y se quedara de frente al portero vasco. Otro quiebro de Correa y la cesión a Saúl para que marcara con cierta facilidad. Así se empezaba a romper un partido parejo en el juego y con otro protagonista, ya a los dos minutos: Oblak. Siempre Oblak. Menudo tesoro tiene el Atlético protegiendo su meta. No hay día sin paradón del esloveno, y normalmente su intervención suele ser decisiva. De las que da puntos. O, como ayer, con 0-0.

Simeone había dicho antes del encuentro que prefería la practicidad a la creatividad y sus jugadores le dieron la razón a medias. Porque la acción de Correa fue pura creatividad, y mandar 1-0 en el marcador en un encuentro tan igualado fue practicidad y eficacia: acertar la tuya y parar o despejar las del rival. Aunque Correa, precisamente, tuvo otra que mandó fuera. Morata lo intentaba con más trabajo que eficacia. A veces le pueden las ganas. Tiró un desmarque tras otro y el final habitual de esas acciones fue que no había final, porque el delantero se metía en fuera de juego. Por ahí buscó hacer daño el Atlético: con las pelotas directas a sus delanteros. Lo del Athletic eran centros desde las bandas en busca del remate, el fútbol de toda la vida que también intentó jugar el conjunto local: los laterales Trippier y Lodi buscaban la cabeza de Morata sin éxito. Total, que el balón estuvo casi más rato en el aire que en el césped.

El trabajo de Oblak todavía no había terminado, ya que tuvo que despejar a córner un tiro de Raúl García con toda la intención. También los defensas del Atlético cortaron en el último momento algunos de esos centros laterales de los vascos. Felipe dejó a Williams con las ganas un par de veces. El delantero ya se había lanzado en busca del balón, pero lo único que encontró fue el aire, no la pelota.Se olvidó el Wanda Metropolitano de pitos y debates sobre el estilo. Ganaba, y con eso casi siempre es suficiente. Recibió bien el público a Koke, al que pitó en la última jornada de la Champions, y esperó hasta la segunda parte para disfrutar de la presencia de Diego Costa, la gran sorpresa en la alineación del Cholo. El hispanobrasileño se quedó en el banquillo y jugó Correa, con éxito. También mantiene la paciencia la parroquia atlética con Lemar. Está a la expectativa. Le pone empeño el francés y deja detalles, pero se sigue esperando más de él, sobre todo si se tiene en cuenta el buen puñado de millones que costó.

Correa siguió siendo el guía ofensivo del Atlético, que se mejoró tras el descanso. Ajustó las líneas el Cholo y al Athletic cada vez le costaba más ser peligroso. También tuvo algo más de dominio de la pelota el equipo madrileño, con la figura creciente de Thomas y la participación activa de Koke en el segundo gol. El centrocampista jugó de primeras para Correa y lo dejó en el área con espacio y con tiempo para pensar: vio a Morata y le regaló la posibilidad de que marcara a portería vacía.

Por fin el gol para calmar la ansiedad del delantero, que estuvo muy protestón con cada acción. Por segundo partido consecutivo marca y el Atlético se va olvidando de sus problemas con las porterías rivales. Simeone ya lo pudo sustituir para que Diego Costa tuviera su oportunidad. Y ni un minuto estuvo en el césped cuando ya se enzarzó en una pelea con Iñigo Martínez. Miradas retadoras, empujones... No sabe vivir el atacante del Atlético en la paz. El fútbol es una guerra y él necesita enemigos. Su mayor peligro fue una carrera al espacio que obligó a Unai Simón a salir del área grande y a derribarlo. Todo se quedó en una amarilla.

El movimiento del Athletic fue meter a Aduriz para ver si cazaba alguno de los centros al área. Pero ya era demasiado tarde. Estaba muy cómodo el Atlético, que ya no sufría. Sólo Muniain tuvo una volea complicada cuando todavía había partido, con el 1-0. Fue un buen segundo tiempo del conjunto del Cholo, que corta así la racha de tres empates consecutivos en Liga.