Opinión

España y veintiséis (potenciales) campeones

Después de dos victorias, las prioridades ante Albania eran dosificar a los titulares y evitar las caras largas del resto

Espectacular remate de Joselu ante Albania
Espectacular remate de Joselu ante AlbaniaAlberto EstevezAgencia EFE

Ganar los dos primeros partidos de una gran competición no es garantía de éxito ni, al contrario, aboca al fracaso tropezar. En la triada triunfante de España, sólo la Eurocopa de 2008 empezó con dos triunfos y más aún, un pleno en la fase de grupos que recordaba demasiado al logrado dos años antes en Alemania 2006: habrá quien piense que terminar la fase de grupos al copo de puntos en el país del codillo con chucrut es sinónimo de eliminación en octavos y adictos al vaso medio lleno que recuerden que un nueve de nueve allí donde se hable la lengua de Goethe –aquellos partidos fueron en Salzburgo e Innsbruck– conduce directamente al título. También en materia cabalística, como dijo Rafael el Gallo, «hay gente pa'tó».

Pero a los entrenadores, incluso a los más supersticiosos como Luis Aragonés, les flipa superar la fase de grupos antes de la última jornada porque les permite componer una alineación alternativa que cumpla con el doble objetivo de dosificar a los titulares y hacer partícipes a los suplentes. En aquella Eurocopa austríaca, en el tercer partido contra Grecia, futbolistas como Reina, Arbeloa, Fernando Navarro, De la Red o Sergio García se quitaron el chándal sólo ese día. Media docena de tipos que no juegan nunca, con sus consiguientes caras largas, pueden pudrir una concentración de casi dos meses. Las listas ampliadas a veintiséis han ampliado el problema, por eso algunos seleccionadores no las completan.

Era un partido el de Albania para olvidar, siquiera por dos horas, aquel célebre discurso del Sabio de Hortaleza: «Ganar y ganar y ganar y volver a ganar». Se trataba más bien de que los Raya, Joselu, Jesús Navas, Grimaldo o Vivian, entre otros, aparcasen la sensación de estar desperdiciando su precioso tiempo vacacional agitando la toalla por esos campos de Alemania.

En un partido de los de jugarse la vida, como hacía Italia a la misma hora ante Croacia, De la Fuente habría recetado un once muy parecido a los de las dos primeras jornadas. No habríamos visto, en fin, el golazo que dibujaron Dani Olmo, que tiene toda la cara del hermano pequeño de los Peaky Blinders, y Ferran Torres, aligerado su espíritu por no ser ya el «yernísimo» de España. No, no por agradar en la primera fase tenemos asegurado levantar la copa del día 14. Pero evita sofocones y permite disfrutar de ratitos de fútbol sin agonía.