Bielorrusia

0-1: España es solvente

El centrocampista de la selección española, Isco (c), intenta llevarse el balón ante los jugadores de Bielorrusia, Sergey Kislyak (i) y Pavel Nekhajchik
El centrocampista de la selección española, Isco (c), intenta llevarse el balón ante los jugadores de Bielorrusia, Sergey Kislyak (i) y Pavel Nekhajchiklarazon

Un solitario tanto de David Silva, al borde del descanso, salvó el centenario feliz de Vicente del Bosque y dio el triunfo a una España irregular (0-1), sin continuidad en sus momentos de buen fútbol.

Con la inclusión de Morata entre restos muy aprovechables del naufragio, España venció en Bielorrusia porque fue mejor y ganó con solvencia, aunque el 0-1 (gol de Silva al filo del descanso) no describa tanta superioridad.

Al abordaje, así entró La Roja en el Borisov Arena, dispuesta a merendarse a Bielorrusia como si fuera un «deruny» (tortita de patata). No especuló, no regaló un centímetro ni un segundo de paz a los anfitriones, que, embotellados en su área, lo más que intentaron fue achicar espacios para alejar a los españoles de Gorbunov y, si se terciaba, intentar un contraataque. Casillas vivió los primeros 45 minutos de su partido 162 con la Selección sin sobresaltos. El meta local no podía decir lo mismo, asediado permanentemente y siempre atento.

Para jugar este encuentro, crucial en las aspiraciones clasificatorias de España para la Eurocopa de Francia en 2016, Vicente del Bosque recurrió a la vieja guardia y sólo introdujo en el once una novedad, Morata, con respecto a esa revolución que no tiene por qué ser drástica cuando los futbolistas responden. El nuevo se comportó y los demás se entregaron a la causa sin reservas.

Jugó España mejor que contra Costa Rica, mucho mejor, y el 0-1 del primer tiempo fue un resultado cortísimo, dados los méritos acumulados y el fútbol desplegado. Bielorrusia no es la octava maravilla, posiblemente ni la trigésima, pero es un adversario incómodo que no se deja amedrentar. Al contrario; a los 17 minutos ya tenía dos amonestados por buscar el tobillo al no poder llegar al balón. Silva y Alba recibieron el correctivo correspondiente y Bordachev y Nekhaichik, las debidas amonestaciones.

Los bielorrusos, altos, fornidos, físico extraordinario, juegan duro y manejan los conceptos esenciales para no hacer el primo en defensa y asustar de cuando en cuando en vanguardia; pero España es superior, combina mejor, defiende con más criterio, sin necesidad de amontonarse, presiona cuando pierde la pelota y sabe cómo embotellar. Así, con la seguridad y el orden que Busquets impone en el centro del campo, crece a partir de ahí, porque Cesc ya sabe cuál es su papel e interpretarlo. Tiene galones y la proximidad de Cazorla y, sobre todo, de Silva le dotan de la confianza necesaria. Entonces la Selección crece, Juanfran y Alba se convierten en atacantes, Piqué y Ramos en rematadores de altura en los córners y Pedro y Morata abren huecos. Jugaba bien España y era cuestión de tiempo, no de suerte, que el gol llegara.

Probaron los reflejos de Gorbunov casi todos los jugadores españoles y hubo un penalti a Silva en el minuto 26 que el árbitro austriaco pasó por alto. Y fue el canario, precisamente, el autor del gol que hacía justicia. Sacó una falta Cesc y Silva, en el segundo palo, bajó el balón y lo rompió con la izquierda entre una nube de defensas.

Triunfo parcial, tranquilidad relativa y tras el descanso, vuelta a empezar. Pero el comienzo de la segunda mitad no siguió el guión de la primera. Los bielorrusos, en casa y perdidos, dieron un paso al frente y, como en fútbol hasta el más tonto hace relojes, Casillas dejó de ser testigo presencial para intervenir, al menos una vez decisivamente y con el sello de la casa: Kornilenko se quedó solo frente a él, más centrado que Robben en la final de Johannesburgo, y, como al holandés, le desvió el disparo con el pie derecho.

Los pupilos de Jatskevich experimentaron un subidón de la autoestima que coincidió con la ralentización del fútbol por parte española. Si disminuye la velocidad, aumenta el riesgo; ocurrió entonces que los bielorrusos avanzaron más y mejor porque los españoles acusaron el esfuerzo de la primera parte, o se adormilaron. La reacción local apenas duró un cuarto de hora, lo que tardaron los chicos del centenario Del Bosque en espabilarse. De nuevo, sería más fácil el 0-2 que el 1-1; pero las intervenciones de Gorbunov, el héroe del partido, aplazaron la sentencia definitiva hasta que el árbitro señaló el final.

El mejor fútbol de España, que no sufrió más agobio que a raíz del tiro aquel de Kornilenko, obtuvo un premio tan justo como escaso. Venció porque hizo los deberes en los primeros 45 minutos y porque después supo sobreponerse al bache. Con hombres de refresco como Vitolo, Isco y Bernat, representación atractiva de la revolución en marcha, España recuperó el tono y el control, de nuevo, y pudo aumentar la cuenta en cuatro ocasiones, por lo menos.

El 0-1 es engañoso, no describe con exactitud lo que sucedió en el terreno de juego, los agobios de Bielorrusia y el dominio casi total de España, que vuelve a ser un equipo reconocible.

- Ficha técnica:

0 - Bielorrusia: Gorbunov; Shitov, Martynovich, Filipenko, Bordachev; Kysliak (Dragun, m.78), Maevski, Nekhaychik, Volodko (Stasevich, m.80), Hleb (Putilo, m.89); y Kornilenko.

1 - España: Iker Casillas, Juanfran, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba, Busquets, Cesc (Isco, m.74), Cazorla, Silva (Bernat, m.85), Pedro (Vitolo, m.65) y Morata.

Goles: 0-1, m.45: Silva.

Árbitro: Robert Schörgenhofer (AUT). Amonestó a Volodko (7), Nekhaychik (21) por Bielorrusia; y a Morata (54), Pedro (59) y Silva (85) por España.

Incidencias: encuentro de clasificación a la Eurocopa 2016, celebrado en el Borisov Arena, ante 13.000 espectadores.