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Empatito o puntazo en San Mamés, según se mire (1-1)

El Barcelona salva un punto gracias a un gol de Depay frente a un Athletic Club que lo arrolló durante más de un hora

Memphis Depay fue el mejor jugador del Barça en San Mamés
Memphis Depay fue el mejor jugador del Barça en San MamésAFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

La primera salida liguera del Barcelona sin Messi se saldó con un empate que sabe bien y con muchas dudas. El punto es dulce porque los de Koeman, durante setenta minutos, fueron un guiñapo en manos del Athletic y las dudas, pues se suscitan por eso mismo: parece demasiado vulgar este equipo, sin nada del brillo que se le supone a ese escudo. O con muy poco, acaso los destellos de Memphis, el autor del gol, y la calidad de su compatriota De Jong cuando lo dejan respirar.

Tres córneres botó el Athletic en los dos primeros minutos. Volvía el público a San Mamés y le brindaban los «leones» a sus hinchas un pequeño recital de su jugada preferida como obsequio de bienvenida. Salían a toda mecha los de Marcelino, decididos a rescatar los viejos valores del club: presión indesmayable, ritmo asfixiante y ardor legionario. Memphis Depay, que destila toneladas de clase, sacó la cabeza del volcán para darle un gol hecho a Braithwaite, que dilapidó la ocasión con un tiro execrable. Al poco, replicó Sancet con un control en giro y disparo instantáneo espléndidos, dignos del fenecido Gerd Müller, que se estampó en el travesaño.

Apretaba el Athletic y generaba peligro, sobre todo, por la querencia a la verbena de la defensa culé, donde Piqué renqueaba, Neto transmitía dudas desde el arco y Eric García blandeaba en los duelos. Un malentendido entre ambos puso de gol a Iñaki Williams, impreciso en el remate, y una estampida suya por la izquierda no la empujó a la red Berenguer por centímetros. Tan despistada veía Koeman a su zaga, que a la media hora ya calentaban Araújo y Emerson. Entró enseguida el uruguayo por el lesionado Piqué. El Barcelona se fue a la casera mitad aliviado por llegar incólume al descanso y mitad enfadado por un gol anulado a Araújo sin causa aparente. Tal vez un salto de Braithwaite sobre Iñigo a todas luces insuficiente para decretar falta.

El central uruguayo protagonizó una jugada igualmente decisiva a los veinte segundos de la reanudación, cuando Williams percutió contra Neto y Berenguer fusiló a la puerta que pensaba vacía, pero surgió la figura de Araújo para salvar el gol en la raya con un despeje acrobático. Era imposible que resistiera el Barcelona, literalmente zarandeado por su anfitrión. En el quinto minuto del segundo periodo, Iñigo Martínez despegaba sobre su marcador, Eric García, para rematar un córner en el primer palo con un cabezazo cruzado, canónico, precioso e imparable. Pura justicia.

La alineación del Barcelona contenía a varios jugadores que ni en sus sueños más locos se habían imaginado con la camiseta azulgrana y Koeman, para intentar remontar, hizo debutar a un adolescente austriaco llamado Demir, recién fichado para el filial. Nadie se extrañe, por consiguiente, al leer que era Neto el futbolista más destacado de los catalanes, pues con sus paradas a Williams y Sancet mantenía a su equipo con vida.

Las fuerzas se le agotaron al Athletic en el cuarto final, momento en el que el Barcelona olió sangre y se lanzó a la yugular de los vizcaínos. Avisó De Jong con una vaselina al larguero y empató Memphis, aún con un mundo por delante, con un zurriagazo que dobló las manos de Agirrezabala. Pudo reincidir el neerlandés en el 85, con los rojiblancos ya atenazados por la fatiga, pero cruzó demasiado su disparo y el partido caminó sin más sobresaltos hacia una igualada justa, a la postre, porque un equipo dominó durante setenta minutos... pero los partidos duran noventa.