Adiós a un genio

Pelé y los no goles más famosos de la historia

El brasileño pasó a la historia por lo que hizo, pero también por los inventos que no concretó

El fútbol se puede explicar con ese capítulo de «South Park» en el que llegan a la conclusión de que «Los Simpson» ya lo han hecho todo. Cualquier cosa que se intente ya la habrá hecho Pelé. Los regates imposibles, los remates más espectaculares, todo estaba ya en la cabeza y en los pies de Pelé. Hasta esos goles que inventó y que no pudo marcar en el Mundial de México 70, cuando estaba en lo más alto de su carrera y rodeado, posiblemente de la mejor selección de la historia. Pelé ya lo ha hecho todo antes.

La máxima expresión de su imaginación fueron esos no goles que quedaron en la memoria colectiva. Especialmente el que no marcó contra Uruguay en las semifinales del Mundial 70. El rival y el momento conceden más importancia a la obra, aunque en ese momento los brasileños ya ganaran por 3-1 y el partido estuviera llegando a su final.

Tostao puso el balón en profundidad para Pelé, que encaró a Mazurkiewicz en su salida. Y en lugar de regatearlo después de controlar, lo hizo sin tocar la pelota. La dejó pasar, se fue hacia delante y, con el portero uruguayo desorientado, regresó a por la pelota para rematar, aunque ya estaba en una posición muy escorada y el balón se marchó fuera por poco.

 

Atilio Ancheta, el número 2 de Uruguay, se cruzó la portería de lado a lado intentando detener un balón que le esquivaba hasta acabar dando una voltereta y mirando de reojo cómo el balón no llegaba a la portería. Decía Cruyff que, a veces, cuando vas ganando 4-0, es mejor rematar al poste que marcar un gol porque el público disfruta más el «uy» que un tanto más en la cuenta. Esa jugada es una de las más brillantes de la historia, de las que se guardan para siempre en la memoria. Mucho más brillante que cualquier gol, aunque cada uno cuenta la historia a su manera. «Yo salí y Pelé hizo una jugada excepcional, pero no fue gol, y eso es lo que yo siempre quise en mi vida, que no me hicieran gol», contaba Mazurkiewicz.

Ese Mundial dejó imágenes para la historia. Ninguna tan icónica como la de Pelé cuando lo llevan en hombros sin camiseta después de haber ganado la Copa Jules Rimet en propiedad para Brasil. Pero también generó la gloria para otros. A Gordon Banks se le atribuye la mejor parada de la historia, también en el Mundial de México, pero esa foto no hubiera sido posible sin el cabezazo de Pelé que obligó al guardameta inglés a estirarse para pasar a la historia. «Yo marqué el gol, pero Banks lo paró», resumió después el brasileño. «Escuché a Pelé gritar gol», confesó después el guardameta inglés. «La parada del siglo» la llamaron. Tal era la grandeza de Pelé que para evitar sus goles había que hacer la mejor parada de la historia.

 

Eso sucedió en el segundo partido de la fase de grupos. Pero antes, en el estreno de los brasileños contra Checoslovaquia, Pelé había dejado otro «no gol» para la historia.Recogió un balón suelto en el círculo central en su propio campo, lo controló con la mirada, sin tocarlo, y con unos cuantos pasos lentos, levantó la cabeza, vio que Viktor, el guardameta rival, estaba adelantado y disparó a portería desde casi sesenta metros. Escasos centímetros separaron a la pelota del gol y a Viktor, que se agarró al poste como el que echa mano a un bote salvavidas al caer del Titanic, del infarto.

 

Jugadas como éstas son las que hacen que sus coetáneos lo consideren el mejor de la historia. «Para mí era un placer estar en una cancha y verlo. Hacía cosas que uno no entendía. Le gustaba ponerse de arquero y no usar las manos, las sacaba de chilena, de palomita. Personalmente no lo puedo poner en ninguna comparación porque está lejos de todos, lejos absolutamente. Era el mejor, era sobrenatural, era imposible», dice de él César Luis Menotti, que fue compañero suyo en el Santos.