Opinión
Lo peor es que Dani Alves no es el único
Veremos cómo acaba lo del futbolista, pero si finalmente es declarado culpable recibirá menos pena gracias a Irene Montero y esa repugnante ley que ha beneficiado o excarcelado ya a 243 violadores, abusadores o pederastas
La violencia que ha empleado históricamente Dani Alves en el terreno de juego parece tener su extensión en sus relaciones con las mujeres. Con la gran diferencia de que la primera tan sólo tiene un castigo deportivo, y las víctimas son hombres, y naturalmente la segunda está sancionada penalmente y con el agravante por razón de género. Al lateral hay que aplicarle la presunción de inocencia, faltaría más, el hecho de ser famoso y millonario no te excluye de la igualdad de trato ante la ley. Pero lo cierto es que su reacción tras la denuncia por violación de la chica de 22 años induce a pensar que todo lo supuestamente acontecido en la discoteca barcelonesa Sutton en Navidad es verdad.
El ex jugador culé ha ofrecido tres versiones: primero aseguró que no conocía a la denunciante, luego que la vio sin más, pero que no pasó nada y, finalmente, que fue ella la que se le tiró encima. Cuando a un justiciable lo ingresan en prisión sin fianza es que la juez, con enorme prestigio en la carrera, alberga entre cero y ninguna dudas acerca de lo ocurrido.
Más allá de lo coyuntural, el suceso de la estrella brasileña vuelve a traer a colación lo estructural: el enorme número de violaciones o abusos cometidos por deportistas de élite. Estadísticamente están muy por encima de la media. El primer motivo son las altas dosis de machismo que perduran en el deporte en general y en el fútbol en particular. No ayuda a erradicarlo el endiosamiento de sus protagonistas, gente que con veintitantos años ha ganado más dinero que un trabajador normal en 1.000 reencarnaciones. Además de ricos, son famosos, conducen los mejores coches, habitan las casas más lujosas y vuelan en avión privado. Lo cual les lleva a creerse una suerte de dioses intocables, omnipotentes y con derecho a todo.
Claro que también hay excepciones como, por ejemplo, la mayor parte de los peloteros españoles, entre los cuales la normalidad en todos los órdenes representa la regla y no la excepción. Eso sí: ninguno ha imitado a los emperadores romanos que iban permanentemente acompañados de un siervo que les repetía una frase para la historia: “Memento mori” -”recuerda que eres mortal”-.
La prepotencia que gastan algunos futbolistas les lleva a creerse por encima del bien y del mal e incurrir en actos abiertamente delictivos sobre la mujer. El de Alves es el más sonado, pero no el único: a Santi Mina le cayeron cuatro años de prisión por abuso sexual y ahora se refugia en Arabia Saudí amparado en la inexistencia de un convenio de extradición. Lo de los miembros de la Arandina, condenados en sentencia firme tras obligar a una muchacha de 15 años a practicar sexo grupal, resulta especialmente infamante. No tan conocido es el caso de dos integrantes del Villanovense a los que se impuso 6 meses de prisión por abusos. Al propio Cristiano Ronaldo le acusaron en Estados Unidos de violación en 2009. Él siempre lo negó, y de hecho, jamás recibió sanción alguna, pero acabó pagando 375.000 dólares a Kathryn Mayorga, la persona que interpuso la denuncia. El que está condenado, y huido de la Justicia italiana, es el ex delantero blanco Robinho: tiene pendientes de cumplir 9 años por una violación grupal. El sportinguista Juanele estuvo en prisión por malos tratos y el ex del Getafe Braulio por abuso sexual. Van der Vaart sorteó la reclusión pese a admitir haber golpeado a su mujer. Giggs lo negó, pero está procesado. Otros como Alexanco, Kluivert, Van Persie, Rubén Castro, Neymar o Theo Hernández fueron imputados por delitos sexuales o por violencia machista y más tarde absueltos. El que no fue precisamente declarado inocente es el hermano de este último, Lucas Hernández, al que se impuso una pena de un año por un delito de violencia de género y por quebrantar la preceptiva orden de alejamiento. Maradona también fue acusado de apalear a su novia en 2017.
Resulta perogrullesco colegir que alguien tendrá que preguntarse por qué tantos casos en un mundo tan pequeño. Veremos cómo acaba lo de Alves, pero si finalmente es declarado culpable recibirá menos pena gracias a Irene Montero y esa repugnante ley que ha beneficiado o excarcelado ya a 243 violadores, abusadores o pederastas. El mundo al revés: una ministra teóricamente feminista beneficiando a los depredadores sexuales.
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