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Liga de Campeones

Messi y las trampas del PSG al Real Madrid

El argentino está en el centro de las nuevas variantes tácticas con las que Pochettino intenta hacer crecer a su equipo y dar caza al rival

Leo Messi, rodeado de jugadores del Rennes en su último partido de Ligue 1.
Leo Messi, rodeado de jugadores del Rennes en su último partido de Ligue 1.Michel EulerAgencia AP

El día que Pep Guardiola decidió situar a Leo Messi en el centro del ataque todo cambió. Cambió para el propio Guardiola, que logró ensamblar la última pieza que le faltaba para conformar una máquina casi perfecta. Para Messi, que multiplicó su poder de destrucción sobre los rivales. Para el Barcelona, que vivió algunos de los momentos más brillantes de su historia mientras acumulaba títulos. Y para el fútbol, ya que, aunque se piense que está todo inventado, siempre hay alguien capaz de desarrollar una nueva variante táctica. Esta maniobra que tanto éxito reportó a todos los protagonistas, la intenta replicar ahora Mauricio Pochettino en el París Saint-Germain. Un movimiento táctico para intentar atrapar al Real Madrid, una trampa para dar caza a su rival en los octavos de final de la Liga de Campeones.

Desde el partido contra el Lille, Messi se ha alejado de la banda derecha en la que solía habitar desde su llegada a París y se ha trasladado al centro, donde vivió algunos de los momentos más sublimes de su impactante carrera. Se ha transformado en un falso 9, pero también en un mediapunta y en un organizador que, por momentos, pasa a tener la responsabilidad de ser el principal generador de juego del equipo.

Pero los problemas que agobian al PSG no se solucionan con ese simple movimiento del argentino, que continúa transmitiendo la sensación de que se pasa los partidos buscando su sitio dentro del campo. Contra el Rennes en su última aparición en Ligue 1, comenzó como falso 9 y terminó jugando por delante de los dos mediocentros y por detrás de los tres delanteros.

Y es que la posición de Messi no solventa la confusión que muchas veces envuelve los movimientos de los jugadores del PSG, al que la genialidad y el talento de sus estrellas, en especial de Kylian Mbappé, le solucionan muchos encuentros. Es un equipo que vive partido por la mitad, con muchos futbolistas con ganas de atacar y pocos con la voluntad de defender. Pero es en ese caos donde está muchas veces la solución. Llega al gol desde la libertad.

Y en esa libertad para crear, en esa improvisación con la que se maneja en la mayoría de sus partidos también está la causa de muchos de sus problemas defensivos, del desequilibrio que Pochettino ha sido incapaz de corregir. Lo consiguió parcialmente cuando abandonó su habitual 4-3-3 y situó al equipo en un 4-4-2 contra el Rennes. Pero el agobio del marcador impidió que se mantuviera firme en esta propuesta y acabó por acumular hombres por delante de la pelota.

El PSG es un bloque que sufre para defender y de forma especial cuando es sorprendido en un contragolpe y debe correr hacia atrás. Ahí pueden saltar las débiles costuras defensivas de un conjunto que cuando tiene el balón, le cuesta descifrar las defensas cerradas y atacar a equipos que acumulan futbolistas en el centro del campo. En esas situaciones se vuelve más previsible. Sin espacios, el PSG sufre.

Como sufre para sacar el balón desde atrás cuando los centrocampistas son presionados y deben ser los centrales los que inicien el juego. La presencia de Sergio Ramos daría al equipo una salida limpia que Presnel Kimpembe no le puede ofrecer.