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Del desprecio al liderato

El Sevilla se ha repuesto a las dudas sobre su entrenador y a la cacería contra su presidente con cuatro triunfos seguidos que lo tienen primero

Los jugadores del FC Barcelona dan la bienvenida al jugador del filial Juan Brandáriz Movilla 'Chumi' /Foto: Efe
Los jugadores del FC Barcelona dan la bienvenida al jugador del filial Juan Brandáriz Movilla 'Chumi' /Foto: Efelarazon

En Sevilla, la ciudad donde el humor sólo tiene sentido cuando es hiriente (la guasa frente a la gracia), Pablo Machín era la tarde del 16 de septiembre, después de que el Getafe asaltase el Sánchez Pizjuán, un personaje caricaturesco a quien todos llamaban Macario, como el muñeco paleto del ventrílocuo José Luis Moreno. Ese día, también en Sevilla, la ciudad del perenne descontento, la grada había tronado contra su presidente en un bramido rabioso: «Pe-pe-Cas-tro-di-mi-sión». Tres semanas más tarde, después de que el Celta hincase la rodilla en Nervión, el Sevilla de Castro y Machín se iba al parón como (inesperado) líder.

Ponen en juego su bien los sevillistas en el Camp Nou, donde sólo han arañado dos empates en sus quince últimas visitas ligueras. No son lo que dicen precedentes para ser optimista, pero alguna vez tendrá que reeditarse aquel 0-3 de 2002, última de las seis veces que el Sevilla ha puesto un «2» en la quiniela en sus más de setenta duelos como forastero contra el Barça. Que, por añadidura, alineará a un tal Lionel Messi, goleador en serie cuya víctima preferida es... el Sevilla, al que ha batido 31 veces en 34 enfrentamientos.

Llegan, sin embargo, desde la Ciudad Condal aires de crisis a causa de esas cuatro jornadas sin ganar que acumula el vigente campeón, las mismas que lleva ganando el ¿accidental? líder. La defensa de Valverde se reduce al distraído Piqué y al inadaptado Lenglet, el último traspaso en la larga lista de transacciones entre ambos clubes: dos grandes centrales, sin duda, pero cuyo mal momento invita a la esperanza a André Silva y Ben Yedder, la pareja de goleadores que Machín ha asociado en contra de su ideario (y para su mayor alegría). El vértice del triángulo del entramado defensivo azulgrana, el fabuloso Sergio Busquets, presenta una baja forma aún más preocupante que la de sus compañeros, como tuvo ocasión de comprobar el lunes Harry Kane, que hizo del mejor pivote del mundo un pelele.

Éstas, claro, son las cuentas de la vieja de un Sevilla que alineará por quinta jornada consecutiva el mismo once, a pesar de que ya tiene en condiciones de reaparecer a Mercado, uno de los cuatro lesionados graves cuyas ausencias propició la revolución de Machín. Además de los dos puntas reseñados y del portero Vaclik, un hallazgo en el mercado estival a precio de ganga, los sevillistas cierran con tres centrales para, a partir de ahí, asociar a siete futbolistas de carácter ofensivo: dos extremos como Navas y Arana en los carriles, un mediocampo sin recuperadores con Banega y Franco Vázquez, más la presencia siempre del área de un Sarabia íntimamente relacionado con el gol, pues su suma entre dianas y asistencias se acerca a la quincena.