Fútbol

José Luis Mumbiela, obispo de Almaty (donde juega el Real Madrid): "Sus camisetas llegan antes que el Evangelio"

El obispo español llegó a Kazajistán a finales de los 90, en misión evangelizador por petición de Juan Pablo II. Hoy se felicita por la llegada del club blanco

El obispo de Almaty, el español José Luis Mumbiela
El obispo de Almaty, el español José Luis MumbielaJLM

Es difícil, naciendo en Monzón, imaginar que vas a pasar gran parte de tu vida en Kazajistán. Pero la historia del mundo da giros sorprendentes y lo general termina modificando lo concreto. Cayó el Muro de Berlín, cambió todo y Juan Pablo II pidió sacerdotes para los países de la antigua Unión Soviética. Era tierra de misión y José Luis Mumbiela, sacerdote diocesano en Lérida, dijo que sí. Desde entonces, su vida se entrelaza con un país y una ciudad que hoy recibe una de las visitas más inesperadas de su historia: la del Real Madrid. «En el 98 ya me preguntaban si era del Real Madrid o del Barcelona. Yo, puestos a elegir, soy del Real Madrid», cuenta Mumbiela, ahora obispo de Almaty, entre risas y buen humor. Recuerda con asombro que, por aquellas fechas, en los inicios de la globalización (aunque aún no tenía ni nombre), ya se veían camisetas de ambos clubes en Kazajistán. «Las camisetas del Real Madrid y del Barcelona llegan antes que el Evangelio», dice con una mezcla de humor y realidad misionera. Porque eso fue lo que le tocó: llevar el Evangelio donde no había nada. Ni Iglesia. Ni templo. Ni comunidad.

"Id y haced lo que podáis"

José Luis Mumbiela llegó a Shymkent con otro sacerdote español. «No había ni sitio para vivir. El obispo nos dijo: ‘‘Buena suerte, id y haced lo que podáis’’. Y eso es lo que hicimos». Empezaron en un apartamento que usaban como capilla y lugar de reunión. «Parecía una secta», reconoce. Pero no se rindieron. «Había que buscarse la vida, abrirse camino, conocer gente y dejarse conocer». Daba clases de español en una universidad privada, ayudaba en lo que podía y buscaba cualquier manera de darse a conocer, ayudar y cumplir con lo que le habían encomendado.

Kazajistán no era fácil. «Todo era muy especial y difícil a nivel de visados, trámites, burocracia... y la Iglesia católica, como tal, no existía». Poco a poco fueron encontrando a los católicos dispersos, sobre todo polacos, alemanes y ucranianos. «Nuestra misión era reunirlos, animarlos y crecer». Y crecieron, pero ya todos juntos, como un equipo. Compraron un terreno, construyeron una parroquia y, justo cuando todo parecía consolidado, a Mumbiela lo trasladaron. «Dios bendice esos inicios», dice ahora con serenidad y mirando hacia atrás. En 2011 Benedicto XVI lo nombró obispo de Almaty, la ciudad donde hoy todo gira alrededor del fútbol.

La llegada del equipo de Xabi Alonso para su segundo partido de Champions ha sido un acontecimiento nacional. «Está todo el mundo preguntándome sobre eso. Pase lo que pase, es un hecho histórico. Es estar a un nivel que muchos países no han alcanzado nunca». Hay emoción en la ciudad, venta de entradas a precios desmesurados, reventa... Mumbiela lo verá por televisión, porque «las entradas están muy caras».

El fútbol como mensaje

El fútbol, en esta tierra de deportes duros como la lucha o el boxeo, deportes individuales, ha crecido como fenómeno social y cultural. Primero fue el fútbol sala, ahora el de once contra once. «Aquí el fútbol no era muy popular. Pero ha cambiado. El fútbol crea mentalidad de equipo y eso es bueno para formar a la juventud», continúa el obispo español. Y lo ha vivido de cerca: «Me regalaron una camiseta del Madrid. Y un cura polaco que jugó contra el Villarreal ha montado un equipo de niños en un pueblo… Y ellos, felices».

No es casual que Mumbiela hable del fútbol como una forma de educar, unir y dar alegría. Porque es también como él entiende la fe. «Transmitir la fe no es soltar una doctrina. Es transmitir amor. Y si es verdadero, la gente lo capta». Lo ha comprobado este fin de semana, cuando una mujer, con hijo y divorciada le dijo que se quedó en la Iglesia porque un día que fue a rezar se sintió acogida por unas monjas cariñosas. «He encontrado mi casa», le confesó.

Esto también le pasó a José Luis Mumbiela. Dejó su casa muy joven para vivir en Kazajistán. No mucho después, el otro sacerdote español que viajó con él se marchó. «Y me quedé solo; el sacerdote más cercano estaba a 200 kilómetros». Pero no se queja ni guarda recuerdo de soledades. Aprendió ruso y kazajo para poder celebrar misa y estar cerca de la gente. «Los curas diocesanos estamos educados para ser independientes. Tienes que lanzarte. El amor lo tienes dentro, es una virtud que crece cada vez más y eso incluye familia. Pero lo compartes y esos a quienes quieres son parte de tu familia».

Una ciudad en crecimiento

Cuando llegó no había nada, ahora hay promesas de todo. Almaty se ha transformado en las últimas dos décadas. «Oficialmente tiene 2,5 millones de habitantes, pero creo que son más de tres. Está en pleno boom de crecimiento», radiografía su obispo. Y el fútbol ha ayudado a ponerla en el mapa. «Hace 20 años yo repetía en broma que algún día el Madrid jugaría aquí. Se reían. Y ya ves…».

Mumbiela lo cuenta todo con humor, con entusiasmo. Cuando era niño en Monzón su padre fue presidente del club local. «Me gustaba mucho, jugué al fútbol y al baloncesto. Pero mi padre no quería que jugase en equipos inferiores. Yo lo veía y lo disfrutaba, pero me decía que no podía jugar».

No lo sabe, pero quizás gracias a ese «no», hoy es obispo en Kazajistán y no un defensa más en tercera división.