Papel
San Jan y San Antoine
Sólo a partir de la evidencia cada vez más natural de que el Atlético de Madrid está sostenido en sus cimientos no sólo por una defensa gremial impenetrable, sino también por un portero enorme, de esos que salvan partidos y dan títulos, puede entenderse que el arranque en tromba de Las Palmas se quedase en una suave brisa canaria. Oblak volvió a resultar otra vez decisivo. Porque el aluvión amarillo en el primer cuarto de hora chocó con el muro esloveno, ese chico de 23 años que va camino de equipararse pronto a los Neuer, Courtois, De Gea, Keylor...
- Cholo camaleónico
Se cobijó bajo el paraguas de su guardameta el equipo de Simeone, que volvió a ser camaleónico tácticamente en el repliegue defensivo, un 4-5-1 (los cinco de la media así: Griezmann-Gabi-Augusto-Saúl-Koke). Arriba quedaba Vietto, que encontraba ayuda con el movimiento de Griezmann para situarse a su lado, amén de con las subidas de los laterales. Así que paró Oblak y adelantó al Atlético Filipe Luis, el lateral zurdo, que se buscó un desmarque por la izquierda dentro del área, controló el balón cruzado de Juanfran, el lateral de la otra banda, y fusiló al meta canario.
- Milagros galos
Simeone tenía ya el partido en el punto de cocción exacto que le gusta, con ventaja y líneas agrupadas para facilitar el sistema de coberturas y ayudas defensivas y poder salir a la contra con la velocidad de Griezmann y Vietto. No se rindió Las Palmas, que para eso tiene un entrenador estupendo y fino en Quique Setién y a un gran Roque Mesa, que tuvo el mérito de ganarle muchas partidas al numéricamente superior centro del campo rojiblanco. De hecho mereció algo más Las Palmas pero el santoral rojiblanco suma y sigue: si al principio se apareció «San Jan Oblak», al final otra vez hubo milagros (dos) de Griezmann, de San Antoine...
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